Brexit: una nueva perspectiva

Brexit: una nueva perspectiva

La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, ha puesto el día 29 de marzo como fecha para la secesión de los británicos de la Unión Europea.  Después de esta fecha habrá dos años para negociar los términos de la desunión. Hay muchas preguntas alrededor de este evento. El problema es que las respuestas suelen ser muy subjetivas y van muy ligadas a la opinión personal de cada analista. El 24 de junio de 2016, los británicos votaron que querían salirse de la UE. Rápidamente, analistas, economistas y gente que le gusta opinar vaticinaron un desastre económico, sobre todo, para el Reino Unido. Las bolsas parecían corroborar esta hipótesis hasta que dos días después empezó un fuerte movimiento alcista mundial, sobre todo, en los mercados británicos. El FTSE 100, índice de referencia británico, no ha parado de subir desde el Brexit, tocando en repetidas ocasiones máximos históricos. Proeza que muchos índices europeos no han conseguido, entre ellos, nuestro querido IBEX 35. Los pesimistas decían que habría una caída libre en la libra que iba a desencadenar hiperinflación y que el Banco de Inglaterra tendría que subir tipos agresivamente llevando a la economía a un estado de estanflación —inflación alta en una recesión—.

No obstante, los últimos datos del Banco de Inglaterra dan una inflación sana del 1.9% y una posible subida de tipos por el crecimiento de la economía por encima de lo esperado —2,1% contra 0% esperado antes del evento—. Aunque no todo es bueno. Las expectativas de inflación han subido al 2,9% por la expectativa de que la libra siga cayendo. Sin embargo, en mi opinión, la libra no sólo no va a seguir cayendo en el medio plazo, sino que va a subir de forma significativa. Economistas, analistas y hasta especuladores esperan que las empresas vayan a desertar del Reino Unido y que la UE vaya a ser dura en las negociaciones. A pesar de los titulares como que Goldman Sachs ya tiene un plan para dejar Londres como su centro de operaciones —lo cierto es que el comunicado dice que es un plan de contingencia por si todo sale muy mal—, muchas empresas ven el futuro fuera de UE como algo positivo. Dyson ha asegurado que la salida de Europa va a hacer del Reino Unido un lugar con mayor flexibilidad para hacer negocios, con menor carga impositiva y que piensan demostrar su perspectiva invirtiendo 2.500 millones de libras en el Reino Unido. Y es que en Europa no les dejábamos ser tan fiscalmente atractivos como ellos deseaban. Ésta fue una de las razones del “sí” al referéndum.

El hecho es que la UE no puede permitirse ser dura con el Reino Unido porque la relación con Estados Unidos está en sus horas más bajas —gracias a Trump— y los británicos pueden hacer de embajadores. Además, la UE no tiene ejército fuerte, lo cual el Reino Unido sí. De hecho, Federica Mogherini, responsable de asuntos exteriores de la UE ha dicho que sin el apoyo del Reino Unido, Europa no podrá depender de la OTAN y que tiene que construir un ejército europeo fuerte. No obstante, es improbable que esto ocurra porque los países miembros de la UE están demasiado endeudados y crear un ejército fuerte es seguramente el proyecto más caro que existe. Sobre todo, cuando tienes a Inglaterra con una de las mejores defensas del mundo para ayudarte.

Sería recomendable pactar de forma que las dos partes ganen y que el resto de miembros con facciones políticas que apoyan la secesión no vean a la UE como una organización autoritaria y vengativa donde sólo se permanece en la UE por la amenaza económica. Esto podría envalentonar a estas facciones y producir rechazo en otras que no tienen muy clara su opinión de la UE. El Reino Unido podría ser completamente independiente económicamente y tener sus propias leyes de inmigración pero a la vez beneficiarse de buenas condiciones de comercio con Europa, al igual que Noruega y Suiza. A cambio, el Inglaterra mantendría su apoyo militar y diplomático. Obviamente, los términos serían mucho más complicados, pero ésta es una visión generalizada de cómo podrían quedar las cosas si ambas partes quisieran cooperar y hacer de esto una anécdota económica.

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