Bolaños, Poder Judicial franquicia de Sánchez (Datos)

Bolaños

Fíjense cómo ha empezado la trayectoria el nuevo Consejo General del Poder Judicial. El día del traspaso de poderes, momento en que los antiguos cedían su puesto a los recién designados, se pretendió realizar una foto con las «dos familias», la de los entrantes y la de los salientes. Imposible instantánea: dos o quizá tres consejeros del grupo faccioso de Bolaños, aterrizado ya en el Consejo, se negaron a perpetuarse con sus colegas de antaño (escribo antaño porque se han tirado un decenio de prórroga). Se negaron, vaya, a la foto conjunta y a uno se le oyó susurrar: «Con esos, ni a recoger una herencia».

La anécdota, que supera ampliamente ese pequeño rango, vale para entender qué es lo que, a las primeras de cambio, está ocurriendo en esta institución básica del Estado. Con el empate a diez, ambos grupos: los comunistas y asociados/as que han nombrado a trío entre Sánchez, Bolaños y el imprescindible Pumpido, y los conocidos como conservadores, que han juzgado de todo en su vida, desde la Púnica (¿recuerdan aquella golfada pepera?) hasta los más diversos casos de corrupción que están jalonando la vida sucia del PSOE. Han hecho de todo.

Ahora, unos y otros se tiran los trastos a la cabeza porque desde la Moncloa han dictado sentencia: «Bien está el empate, pero para nosotros la Presidencia». Y hasta han añadido: «¡Ah, y encima tiene que ser mujer». Y como Bolaños es perito en enredar en la basura, ha propuesto varias consejeras, entre ellas Inés Herreros, amiga íntima de Dolores Delgado, señora de Garzón, don Baltasar, expulsado de la Carrera; Lucía Avilés y la tercera Argelia, ahí queda eso! Queralt, vástaga de un parlamentario socialista que ha metido la cuchara en todas las arremetidas inconstitucionales de Sánchez.

La otra parte, o sea, la que los medios zurdos denominan conservadora, ha advertido que se puede ser generoso, pero no tonto y se ha negado a la triquiñuela propia del peor Pumpido. Digo que generoso, espléndido más bien, porque este grupo está dispuesto a aceptar una mujer, ¡cómo no en estos tiempos que corren!, pero no las nombradas, y parece dispuesto a transigir con Carmen Lamela, pero héte aquí que Bolaños, un ratón de hemeroteca, se ha introducido en Wikipedia y ha comprobado que Lamela se ocupó directamente de la agresión de varios energúmenos etarras en Alsasua a un par de guardias civiles despistados. Claro: ¿Cómo molestar a los socios de Bildu con el impulso a una señora que pretendió zurrar a los socios de la etarra -por favor, etarra- Merche Aizpurua? De ninguna manera; nombre tachado de la lista.

Así que los rojos no asilvestrados por el maléfico trío en cuestión, y los azules decolorados se han ido al clan masculino, y han encontrado a Pablo Lucas, pero a Bolaños y al capo Pumpido les ha causado erisipela, que es una afección que tiñe la piel de colorado chillón y que es bastante incómoda para el paciente. Se han puesto rojos de ira. Lucas, prestigioso, honrado e independiente, tampoco, sobre todo porque, claro, le ha propuesto también el «otro bando» para, venturosamente, renunciar a un nombre propio y aceptar uno ajeno.

Así que tampoco y en eso estamos. Estamos en que Bolaños, al que Sánchez ha encargado directamente la colonización del Poder Judicial, se ha puesto histérico, se ha despeinado aún más como una colegiala convulsa y ha comunicado que por ahí no pasa y, ¿saben por qué? Pues por esta razón: porque la primera tarea del Consejo reelegido, con su presidente a la cabeza, será cubrir ciento treinta nuevas plazas, todas de enorme trascendencia y de interés público indudable, que están pendientes de relleno, entre ellas, y no es cosa minuta, la del presidente de la Sala II del Tribunal Supremo, el héroe Manuel Marchena que, cuanto antes, recién abandonado su cargo, debe escribir sus Memorias para que este país sepa definitivamente con quien nos estamos jugando la vida. Como dice de él un colega: «Si Marchena habla, España llora».

Pues a llorar a todos porque la pelea del Consejo da todavía más de sí. Hay quien, de forma ingeniosa, ha ofrecido una fórmula para la elección del presidente. Ha propuesto: «Ya que tenemos perfectamente definido el perfil de siete consejeros/as que pueden aspirar a esa jerarquía, propongamos los nombres a la Carrera y que la Carrera entera se pronuncie». Y también, para el caso, el trío de la bencina Sánchez-Bolaños-Pumpido ha dicho no, es decir, que, a 12 días de la que debe ser toma de posesión ante el Rey del nuevo presidente, estamos en las mismas: nada de nada. Quien creyera, que algún tonto lo creyó, que un recompuesto Consejo acabaría con la ruptura irrecuperable en dos bloques, se equivocó de medio. Es más, por lo que este cronista sabe, en el Consejo existe otra quiebra: la de los comunistas y socialistas que, entre ellos, se zurran para recabar protagonismo y poder.

¿Dónde está por ejemplo Arozamena, asesor que fue de Felipe González y muy lejano a la gobernación de estos tipos de ahora mismo? Así podríamos recorrer citas de todo los nuevos miembros progres del Consejo.

Desde luego que en este país es muy difícil predecir lo que va a suceder incluso mañana, pero para saber qué se juega la Justicia española en nada, diez días, contaré cuatro episodios absolutamente decisivos: primero, la imputación más que probable, casi segura, en el Supremo del fiscal general del Estado, García Ortiz; segundo, la confirmación, que va a ser tal, por parte de la Audiencia de Madrid de la buena instrucción realizada por el muy injuriado juez Peinado; tercero, las nuevas aportaciones, que ya se van sabiendo, de los negocios del hermano de Sánchez con el pillo Aldama, tan ligado a Koldo; y cuarto y hablando de este último, la certeza de que en este mes venidero el Tribunal Supremo va a asumir la instrucción precisamente del caso Koldo.

Pobres, es normal que con este programa de actos por delante, el trío tan citado, esté de los nervios. Sánchez-Bolaños-Pumpido, a sufrir en los tribunales. No hablo ya de la vicepresidenta Montero porque ella ya padece una neuropatía acelerada indisimulable. Ella, que es médico, lo sabe, sabe que la cosa va a más.

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