Berlusconi cumple 80 años: el ocaso de un líder indeseable

Berlusconi cumple 80 años: el ocaso de un líder indeseable

Con el primer debate cara a cara entre Hillary Clinton y Donald Trump aún caliente, a la luz de las mentiras, los titubeos y la inapelable derrota del tímido e histriónico candidato, muchos siguen preguntándose cómo tal indeseable puede estar a punto de culminar su sueño de ser elegido presidente de la primera economía mundial. Sin embargo, Trump no es el primero ni el último líder, aparentemente despreciable, que puede saborear las mieles del poder. ¿O acaso habíamos olvidado a Silvio Berlusconi?

‘Il Cavaliere’ cumple 80 años y continúa siendo una de las figuras más odiadas, más desconcertantes y que más pasiones desata en la política italiana y en la de todo el mundo. Ocho décadas que deberían conducirle al ocaso, si no fuera porque de él un día, su propio médico, llegó a decir que era «técnicamente inmortal».

Un histrión llamado Silvio

Todos lo hemos odiado en algún momento. Sus comentarios machistas, su misoginia, su conducta de payaso egocéntrico me han avergonzado como italiano. A pesar de todo, dominó durante años un país en el que, curiosamente, casi nadie reconocía haberle votado. Absurdo ejemplo de potentado que consiguió proyectar los sueños de un pueblo. Su dinero, su fama y su poder, constituían un imán para los italianos que querían llegar a lo más alto y que esperaban de él que solucionase sus vidas.

Pero el otoño llega. Hasta para los árboles más altos. Berlusconi ha tenido que someterse durante este último año a un operación de corazón, ha visto cómo el apoyo a su criatura política, el partido conservador Forza Italia, se ha reducido a mínimos históricos y se ha visto obligado a vender el club de fútbol AC Milan, su más preciado triunfo, a un grupo de inversores chinos, probablemente su peor derrota.

Una vida al límite

Los últimos años han ido marcando el declive del personaje. Tras haber evitado la cárcel en numerosas ocasiones, el Rey del ‘Bunga Bunga’ fue condenado por fraude fiscal en 2013, expulsado del Parlamento e inhabilitado para concurrir en unos comicios hasta 2019. A pesar de sus escándalos, el que fuera tres veces primer ministro de la séptima economía mundial  sigue siendo un referente para una formación política hundida.

En su última gran victoria en las generales de 2008, Berlusconi cosechó un 46% de los votos. Ocho años después, su partido cuenta apenas con entre el 10-12% de los apoyos en las encuestas y sus aliados, los partidos de centro-derecha como la Liga Norte triunfa el ideario anti UE, xenófobo, antieuro difícil de conciliar con el conservadurismo dominante.

Sus incondicionales albergan esperanzas de la retirada de su inhabilitación en la Corte Europea de Derechos Humanos. Y de que pase el testigo a su hija Marina, creando una dinastía política. Lo increíble es la legión de seguidores que conserva. Lejos de implosionar, un partido sin una agenda clara conserva un inquebrantable grupo de fieles a Berlusconi.

Marco Damilano, escritor y vicedirector del semanario L’Espresso, considera que Berlusconi está en horas bajas, pero que aún no está descartado: «Se irá cuando alguien de su propio campo rompa filas y le desafíe abiertamente. Todos los que lo han intentado hasta ahora han fracasado». Lo único claro es que, en pleno desbarajuste conservador, el máximo beneficiado es el primer ministro de centro-izquierda Matteo Renzi. Él ocupa el centro político mientras que sus principales opositores, como Salvini, y el movimiento radical Cinco Estrellas operan en los extremos.

Un ‘cadáver político’ muy vivo

Considerando su edad, nadie en su sano juicio considera verosímil la idea de que pueda seguir liderando al centro-derecha italiano. Su exagerada hambre de poder ha llegado a su fin. Le gustaría seguir luchando contra su odiado Renzi, pero se acabó. Ahora la gloria es para otros. ‘Il Cavaliere’ debe conformarse con designar un sucesor: Stefano Parisi, candidato a la alcaldía de Milán.

Para muchos sigue siendo el padre fundador, el ‘entrenador’ y el único capaz de mantener unido el centro-derecha frente a una izquierda, dividida sí, pero que ha conseguido un poder, siquiera renqueante, en medio de las luchas entre el Movimiento Cinco Estrellas y el Partido Democrático. Sabe que no puede volver a ser candidato a primer ministro pero es quien mantiene las riendas. Rodeado de inútiles y ‘pelotas’ sin carisma, incapaces de diseñar una sucesión ordenada y embaucados por el derroche de carisma y la sensación de inmortalidad del ‘Duce de Arcore’. Y es que, su liderazgo autocrático siempre bordeó el perfil dictatorial entre el histrionismo y una pasión inimitable. Algo que no ha facilitado el relevo.

Parisi: ‘the quiet man’

A lo largo de su carrera, Berlusconi se ha impuesto con mano de hierro a los más alborotadores. Está por ver si su heredero, Parisi, será capaz de meter en cintura a un notable sector de Forza Italia, que no quiere verse relegado, así como al líder de la Liga Norte, Matteo Silvina, que alberga aspiraciones a nivel nacional y considera que el sucesor de Berlusconi es demasiado débil.

Parisi parece honesto y serio, pero nada carismático. Aburrido y en apariencia incapaz de ilusionar a un cuerpo electoral, el de la derecha italiana, siempre en busca de personajes populistas, apasionados y chillones. Es sabido que en Italia, triunfar políticamente sin pasión y derroche de testosterona es casi impensable. Tengo para mí que Berlusconi observa atentamente cómo funciona el experimento Parisi y mientras tanto, ha anunciado ya un congreso de Forza Italia para el mes que viene. En él dará más pistas sobre su hoja de ruta sucesoria.

Renzi tampoco lo tiene fácil

Aunque Renzi tal vez no pueda seguir mucho tiempo en esa posición, su próximo reto es un difícil referéndum sobre las reformas constitucionales que tendrá lugar antes de fin de año. Tratando de forzar un resultado favorable y sabiendo lo que se juega en el envite, Renzi amagó con renunciar si eran rechazadas sus reformas. Algo que podría reavivar a todas las fuerzas políticas.

Ignoramos si mañana en Ancore habrá una gran fiesta de cumpleaños. Pero sí sabemos que muchos apasionados de la ‘derechona’ más liberal le echan mucho de menos. ¡Yo no! Renzi no me apasiona y tampoco veo líderes que me inspiren en un inmediato horizonte. Pero sí sé que Italia se ha liberado de una de sus peores pesadillas. Por eso, y a pesar de todo, le deseo al Cavaliere un feliz cumpleaños rodeado de los suyos, los que le queden… ¡pero sin poder!

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