La batalla cultural: sin Ayuso ni Cayetana no es creíble

La batalla cultural: sin Ayuso ni Cayetana no es creíble
La batalla cultural: sin Ayuso ni Cayetana no es creíble

Ayer se publicó una entrevista con Cayetana Álvarez de Toledo que fue replicada en este mismo medio, dado su interés ante la situación por la que atraviesa el Partido Popular, encharcado en una guerra fratricida tan absurda como suicida. Más allá de opiniones sobre otras cuestiones de actualidad o de la presentación de su libro —que diría Umbral— dice cosas que, dada la destacada posición que tuvo como portavoz del grupo parlamentario del Congreso, merecen ser analizadas para interpretar correctamente lo que sucede entre Génova y Ayuso. No hay dudas acerca de la cuestión de fondo de ese enfrentamiento, que no es otro que el temor a que el liderazgo social y político alcanzado  por  la presidenta, unido al control orgánico de la organización territorial del partido en la CAM, sea un riesgo para la actual dirección de Génova en la hipótesis de una derrota electoral ante Sánchez en los próximos comicios generales.

Siendo eso así, Cayetana ve similitudes entre los ataques que le dirigieron a ella en preparación artillera previa a su destitución, y lo que le sucede ahora a Ayuso. La cuestión a reflexionar es cómo es posible que la actual dirección de Génova esté enfrentada con quienes tiene a su derecha —con los que rompió Casado en circunstancias lamentables— y que lo esté también con las ruinas de Cs, y encima con el activo electoral más valioso que posee en estos momentos. Esa realidad llevaría a concluir que lo importante no es derrotar a Sánchez pensando en el interés general de España y los españoles, poniendo para ello «toda la carne en el asador», sino en patrimonializar esa eventual y necesaria victoria. El temor a que si no gobierna Casado —a la tercera va la vencida— Ayuso sea una alternativa de recambio, se esconde tras esta penosa batalla por el control del partido en Madrid.

Además de esta cuestión, destaca en la entrevista la opinión de Cayetana de que el problema de fondo es no querer plantear sin complejos la batalla cultural que la derecha necesita afrontar para ser alternativa y no mera sucesión de las actuales políticas.  La evidencia de que las leyes que transforman la sociedad son todas socialistas, exige un compromiso rotundo de derogarlas si se obtiene la mayoría que el caso requiere. No puede ser que el PP sea quien arregla la economía, mientras la izquierda regula —transforma— la sociedad a su imagen y semejanza. Todas las leyes —insistimos, todas— las que han producido una triple brecha moral, ideológica y territorial entre los españoles, son socialistas. El derecho de los padres a elegir la educación que desean para sus hijos; el derecho al aborto; el derecho al suicidio asistido; la familia con la ideología de género, son leyes que afectan a cuestiones de conciencia, con graves implicaciones éticas, morales y sociales. La Memoria Histórica y ahora además «democrática» es una enmienda de totalidad al consenso constitucional que superó los bandos entre las dos españas de rojos y azules que nos precipitaron a la Guerra Civil. Por si todo eso no fuera suficiente, Sánchez, con sus pactos con el separatismo catalán y los bildus, ha llevado a la «dirección del Estado» a los que quieren arrasar España. Para la transformación social, económica y moral Sánchez va de la mano de los comunistas, y para la brecha ideológica y nacional, con los otros además.

Tanto Cayetana como  Ayuso han acreditado su voluntad de dar esa batalla que debe hacer reconocible a España en su identidad histórica, cultural y nacional. La España plurinacional, confederal y multinivel lleva inexorablemente a su autodestrucción, objetivo que no ocultan los aliados de Sánchez. Precisamente, por y para ello, le auparon al Gobierno con aquella moción de censura y ahora le mantienen en él. No se trata sólo de asegurar la recuperación económica que será una urgente necesidad, sino de revertir políticas divisivas como las enunciadas, entre otras.

Que sean ellas dos las sometidas a persecución política, es más que un síntoma. Es toda una preocupante declaración de principios para el futuro.

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