Arturo Fernández: era de derechas, era un señor

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Un actorazo, un señor, un caballero español y un patriota sin complejos. Así era Arturo Fernández. Un español que en otro país, pongamos Reino Unido, tendría categoría de marqués.  Recuerdo muy bien la última entrevista que le hice en televisión, fue hace apenas un año y medio en un programa que se llamaba ‘El ojo clínico’ de TVE que, por supuesto, la televisión gubernamental y socialista se cargó nada más llegar al poder la soviética Rosa María Mateo. 

Aquella entrevista fue para hablar de su enfermedad. «¿De qué enfermedad?», me dijo. «Yo no tengo ninguna enfermedad, no me traigas la mala suerte», me espetó. La única enfermedad que tuvo, me contó, fue una vez una especie de lumbago que se le quitó nada más subir a los escenarios. Había rezado a la Virgen de Covadonga, como asturiano de pro, y se le pasó nada más subir a las tablas.

«A mí en las tablas», me contaba Fernández, «me cogerán casi casi para llevarme al pijama de madera». Y casi lo ha conseguido, prácticamente hasta el mes de octubre Arturo Fernández siguió trabajando y haciendo una vida muy normal. Comía extraordinariamente bien, charlaba con sus amigos, se tomaba un whisky y por la noche se tomaba una manzana. 

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