Aquí tiene la mía, Sr. Ministro

«Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo», decía Groucho Marx. Y, ya, si además admiten a alguien como Zapatero, decididamente me borro de la lista, añado yo.
Las Condecoraciones de la Orden de la Cruz de San Raimundo de Peñafort, dice la web del Ministerio de Justicia, premian los méritos contraídos por cuantos intervienen en la Administración de Justicia y en el cultivo y aplicación del estudio del Derecho en todas sus ramas, así como los servicios prestados en las actividades jurídicas dependientes del Ministerio.
Por este último motivo, aunque creo que con más ligereza que reflexión por quien la concedió y más ilusión que merito por quien la recibió, me otorgaron en 1996 la Cruz distinguida de primera clase de San Raimundo de Peñafort, tras haber formado parte del equipo del Ministerio durante la presidencia española de la UE.
Por considerarla inmerecida y por respeto a los grandes juristas que ennoblecen el galardón con su posesión, pensé como Groucho, y no he hecho gala de ella ni he sabido para qué podía servirme. Es verdad que lo importante de los galardones no es el para qué sino el por qué, y por ello nunca pensé que tuviera que servir de algo tenerla. Hasta hoy. Ya le he encontrado una utilidad a su concesión: el poder devolverla.
Hoy, gracias a Bolaños puedo devolverla como protesta por su uso ideológico y partidista. Y es que hoy, con más intención política que consideración jurídica, han condecorado a Zapatero por, según dice la prensa, habernos traído el «matrimonio igualitario». Aunque sus méritos jurídicos seguro que no se quedan en eso.
Así, por ejemplo, en el ámbito del Derecho autonómico debemos a Zapatero la doctrina de la nación de naciones y la bendición de un Estatuto de Autonomía (con más de 100 artículos declarados inconstitucionales) con el que dio alas a los indepes. También le debemos la introducción de la desigualdad por razón de sexo y, en coautoría con ese hombre de paz llamado Otegui, su nueva visión de la moral y el Derecho en el blanqueamiento del terrorismo de ETA. Y si la finalidad del Derecho es normalizar las relaciones jurídicas para evitar conflictos, qué mejor que el revisionismo histórico de su ley de memoria.
Pero sus méritos trascienden fronteras, y nuestra deuda en el campo del Derecho y las relaciones internacionales es impagable, especialmente como observador electoral y su defensa de las elecciones de Venezuela en contra de los informes de la misión de observación de la Unión Europea, o por sus tesis de que «en Venezuela hay más democracia que en muchos países del mundo» o de que «occidente no puede dar lecciones a China en derechos humanos».
Precursor y fan del sanchismo, cómplice de la destrucción del Estado de Derecho, Zapatero es hoy premiado al otro lado del muro que Sánchez se esfuerza en levantar entre los españoles. Y en los cimientos de ese muro está la mayor aportación de Zapatero: «Nos conviene que haya tensión…Y a partir de este fin de semana yo voy a dramatizar» le decía en privado a Iñaki Gabilondo mientras en público ponía cara de Bambi, condenaba la crispación y se erigía en el defensor del diálogo, el respeto y la tolerancia. Así seguimos y encima lo premiamos. Y si para ello hemos de usar la Cruz de San Raimundo, se usa.
Pues aquí tiene la mía.