2025 en Koldistán: los begoñas, los pumpido… ¡y Franco!
En la escena internacional es Donald Trump quien, a priori, está llamado a ser el protagonista del próximo año. Las expectativas que se están generando, para después de su toma de posesión el día 20 de enero, alcanzan a muchos aspectos de la política internacional y de la economía mundial, y podrían terminar afectando a muchos países y a mucha gente. Aunque no se sabe si son siempre para bien, sus tareas (o sus `to do´ que diría él) se asemejan a los trabajos de Hércules: terminar con la guerra en Ucrania sin cargarse el Tratado Atlántico; auspiciar un acuerdo de paz en Oriente Próximo; estabilizar la economía interna controlando definitivamente la inflación e impulsar la balanza exterior sin desvencijar el comercio mundial; o reordenar los convulsos movimientos migratorios, y no solo en el continente americano, segando la hierba bajo los pies a los regímenes que los provocan. Y todo esto sin contribuir demasiado a la polarización política y sociológica que tiene desencontrado a la mitad del mundo occidental con la otra mitad.
A nuestro país el nuevo año le pilla en la mitad del proceso de autodestrucción que llevan a cabo los enemigos internos de la nación (golpistas y filo-terroristas) a través de la mano interpuesta del sanchismo. Por ahí nada nuevo, solo que, por desgracia, el 2025 será peor que el 2024 y mejor que el 2026.
Aquí van a repetir los personajes estelares del año pasado, que, lamentablemente, no es Rafa Nadal en su retirada, ni los exitosos deportistas olímpicos o los futbolistas que ganaron para España la Eurocopa o para el Real Madrid su enésima Champions; ni siquiera los heroicos valencianos de la Huerta Sur que se han enfrentado a la terrible riada que provocó la dana del 28 de octubre.
Por el contrario, los verdaderos protagonistas del año son los begoñas de la corrupción que, aunque llevan años germinando en la Moncloa, en el Gobierno o en el partido, han eclosionado en este año bisiesto en que el líder cumple años. Y para el 2025 van a seguir haciendo trabajar a destajo a todo ese plantel de jueces y fiscales `fascistas y prevaricadores´ que se empeñan en decir que hay un caso donde el régimen solo ve bulos.
También volverá a ser el año de Puigdemont, solo que esta vez el que en su nombre va a tener el protagonismo será Conde Pumpido. El astuto Cándido tiene que pastorear convenientemente a su mayoría (más sanchista que progresista) del Tribunal Constitucional para que, más o menos hacia el final de la primavera, nos digan que la amnistía alcanza donde todos los jueces del Tribunal Supremo y del Tribunal de Justicia de la Unión Europea creen que no puede alcanzar. ¡Y pensar que hasta julio de 2023 Puigdemont estaba consumiéndose y abocado a aprender flamenco y a perder sus batallitas en Waterloo!
Pero Pedro va a lo suyo, y para que lo suyo saliera adelante requería comprar unos votos viciados en origen y bastardos en los fines. El primer pago de esa compra era la aprobación de la Ley de amnistía, pero en el próximo año le van a pasar al cobro las siguientes letras, que son una aplicación efectiva, aunque ilegal, de la misma y volver a reabrir las posibilidades de sacar provecho de la habitual deslealtad y el estomagante supremacismo. Sobrepasar, en definitiva, el escenario de final real del procés, que era el que se había conseguido con el 155 y la sentencia del Supremo.
Y un último e inesperado protagonista del 2025 va a ser Franco. Desde el Gobierno y desde el PSOE tienen previstos centenares de actos para conmemorar la tromboflebitis terminal del dictador. Inicialmente, puede resultar casi cómico que Sánchez esté dispuesto a utilizar esta argucia como cortina de humo, pero lo que resulta patético es que le pueda dar fruto.
Bien mirado, puede ser que el subconsciente le esté traicionando, y que la denigración del régimen franquista esconda, en realidad, emulación y aspiración: desde la apropiación y utilización institucional hasta el ensalzamiento personal y familiar, pasando por las purgas por desafección o tibieza.
La familia real toda la vida yendo a esquiar a los Pirineos y a nadie se le ocurrió vaciar para ellos una pista de esquí; y ahora hemos visto ojear a los esquiadores de Cerler como a las perdices a Franco en las encomiendas de La Mancha. Es más, a Carmen Polo la sentaban cargada de joyas en la mesa de la Cruz Roja, pero no llegaron a sentarla en una cátedra universitaria. ¡Uf, que grima da!
Mis mejores deseos para el nuevo año.