Autoridades europeas alertan por este parásito: aún no es una plaga, pero ya amenaza zonas limítrofes con España
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En medio del bosque, escondido entre ramas, hay un parásito del que apenas se habla pero que ya está en zonas limítrofes con España. Su presencia no es una alarma, pero sí un aviso.
Conocido como nematodo del pino, o por su nombre científico Bursaphelenchus xylophilus, es tan pequeño que cuesta creer el impacto que provoca. No llega al milímetro, pero deja árboles enteros secos en poco tiempo.
El parásito que se aproxima a la frontera con España
Este organismo es un gusano cilíndrico, transparente y casi invisible sin microscopio. Mide entre 0,4 y 1,5 milímetros, pero el tamaño engaña. El nematodo del pino, nativo de América del Norte, penetra en los canales resiníferos del árbol y se multiplica a una velocidad que complica cualquier intento para frenarlo. En días cálidos completa un ciclo de vida entero, lo que abre la puerta a una reproducción masiva antes de que el árbol muestre señales de alarma.
La presencia del parásito en los bosques de Nouvelle-Aquitaine preocupa por el riesgo que supone para uno de los mayores ecosistemas forestales de Europa.
El Ministerio de Agricultura francés ha confirmado la detección del nematodo del pino en esta región limítrofe con España, donde se extiende «La Pinhada», el mayor bosque continuo del país, con unas 955.000 hectáreas. Aun no ha llegado a España, pero su cercanía obliga a vigilar cada nuevo foco.
Cómo avanza este parásito y por qué se extiende con tanta rapidez
El nematodo no viaja solo, sino que necesita escarabajos del género Monochamus, habituales en bosques de coníferas. Cuando estos insectos se alimentan de un árbol debilitado o depositan huevos en madera muerta, trasladan al parásito a un huésped nuevo. Ese pequeño gesto, casi imperceptible, basta para que un pino sano empiece a perder fuerza.
Los primeros síntomas son discretos. El árbol emite menos resina y transpira peor. Sólo después de semanas aparecen las acículas amarillas, que terminan en un tono pardo inconfundible.
El deterioro es rápido y, si las temperaturas son altas, la muerte llega rápido. Portugal lo comprobó en 1999, cuando el nematodo entró por primera vez en Europa. Desde entonces su control se convirtió en prioridad continental.
Las consecuencias van más allá del árbol concreto. La muerte repentina de grandes superficies de pinar altera el ecosistema, abre huecos que otros organismos ocupan sin dificultad y provoca un impacto económico evidente.
La madera de zonas afectadas queda sujeta a controles estrictos, lo que ralentiza trabajos forestales y obliga a replantear rutas de transporte. Asimismo, cualquier movimiento de troncos sin tratar dentro o fuera de áreas demarcadas dispara el riesgo de dispersión.
Qué hace España frente a la amenaza del nematodo del pino
España mantiene un sistema de vigilancia constante. Equipos especializados inspeccionan pinares, muestrean madera en aserraderos, revisan puertos y carreteras y analizan cualquier indicio sospechoso en laboratorio.
Cuando aparece un positivo, se delimita una zona demarcada con restricciones estrictas al movimiento de madera. Sólo la que pasa por tratamiento térmico puede salir.
El trabajo coordinado con Portugal resulta clave. Ambos países comparten información, ajustan protocolos y revisan la frontera con detalle para evitar que el nematodo avance hacia el interior peninsular.
A día de hoy no existe un tratamiento curativo para un árbol infectado. Todo se basa en detectar rápido, actuar y mantener la vigilancia.
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