Te la encuentras dando un paseo por el campo, pero es una dañina especie invasora y se considera plaga en España

Las especies invasoras; llegan a un lugar, se instalan y ahí empiezan a adaptarse cueste lo que cueste. Entre ellas hay aves, mamíferos adorables e incluso reptiles que uno no esperaría encontrar fuera de su hábitat natural.
Pero también están los insectos, pequeños, aparentemente inofensivos… y que para cualquiera que no entienda del tema, podrían pasar por una curiosidad del paisaje. Ese es el caso de uno que se encuentra en los campos y que silenciosamente ya está presente en comunidades como Cataluña, Navarra, Castilla y León, así como en las Islas Baleares y Andalucía.
Este es el insecto invasor que daña los pinares en España
La especie invasora que está alterando los pinares es la chinche americana del pino (Leptoglossus occidentalis). A simple vista, no llama mucho la atención. Mide entre 16 y 20 milímetros, tiene el cuerpo pardo o rojizo, y luce una banda blanca en zigzag que cruza sus alas como si fuera un «4» invertido. Las hembras son algo más grandes que los machos, y sus patas traseras tienen forma de hoja, un detalle que facilita su identificación.
No pica, no muerde, no transmite enfermedades a humanos. Pero lo que hace es igual de preocupante: perfora las piñas de los pinos para extraer savia, lo que impide que las semillas se desarrollen. Afecta tanto a los árboles silvestres como a las plantaciones forestales y puede tener consecuencias directas sobre la producción de piñones para consumo.
Desde su detección en Barcelona en 2003, su expansión ha sido rápida. A partir de 2010 se volvió común en casi toda la península. Actualmente está asentada en comunidades como Aragón, Madrid, Castilla-La Mancha, Galicia y el País Vasco, y ha llegado incluso a Canarias, con citas recientes en Gran Canaria y La Gomera.
Qué amenaza supone esta especie invasora y cómo se está actuando
El problema principal no es que este insecto invasor aparezca de forma aislada, sino su capacidad para colonizar zonas enteras y causar daños persistentes. Al alimentarse de conos verdes y semillas en desarrollo, reduce la fertilidad de los árboles.
En los viveros forestales puede comprometer la regeneración natural del bosque. Y aunque en Europa aún no hay una estimación clara del impacto, en Estados Unidos, Canadá y también en España ya se considera una plaga relevante por los daños que provoca en las plantaciones de coníferas.
No sólo daña los árboles. Durante los meses fríos, busca refugio dentro de las casas. Entra por rendijas, marcos de puertas o bajo las tejas, y al encontrar un sitio favorable, emite una feromona que atrae a otros. El resultado puede ser la aparición repentina de decenas de chinches en el interior de una vivienda.
Para controlarla no existen trampas específicas. Las estrategias actuales se centran en la detección temprana, la sensibilización y el seguimiento. Se baraja utilizar un insecto depredador autóctono, el Oencyrtus pityocampae, para frenar su expansión. Y si alguien detecta su presencia, debe notificarlo a los servicios de sanidad forestal.
El insecto se ha adaptado al clima español, se ha expandido con rapidez y, por ahora, sigue ganando terreno.
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