GUERRA UCRANIA

Casi 300 ucranianos refugiados de la guerra ya están trabajando en la Comunidad de Madrid

ucranianos Madrid
Un grupo de refugiados ucranianos en la Comunidad de Madrid.
Paula Baena

Un total de 281 refugiados ucranianos, huidos de su país por la invasión rusa, ya están trabajando en la Comunidad de Madrid, de acuerdo con los últimos datos del Comité de Crisis, formado por todo el Consejo de Gobierno liderado por Isabel Díaz Ayuso.

La presidenta madrileña puso en marcha el pasado 15 de marzo este organismo para coordinar la llegada de estos ucranianos y facilitarles las gestiones necesarias para asentarse en la región.

En este tiempo, la Comunidad de Madrid ha atendido a 13.508 personas, ha prestado 49.997 servicios, ha atendido 20.114 peticiones de información y ayuda, ha expedido 12.454 tarjetas sanitarias, ha escolarizado a 3.211 niños y jóvenes, ha prestado 1.928 servicios de empleo, ha dado 847 alojamientos y ha distribuido 778 toneladas de ayuda humanitaria en Ucrania o sus fronteras desde el almacén central habilitado en el Hospital Enfermera Isabel Zendal.

Por otra parte, la presidenta de la Comunidad presentó la semana pasada una acción solidaria de un mes de duración que aglutina una serie de iniciativas con 2.000 puntos de asistencia dirigidas a estudiantes, trabajadores del sector público, empresarios o entidades de toda índole que permita organizar, canalizar y garantizar donaciones y que lleguen rápidamente a su destino.

Teniendo en cuenta las necesidades que han trasladado las autoridades ucranianas y los propios habitantes de este país ante la crisis humanitaria, la iniciativa persigue recolectar un material muy concreto: alimentos no perecederos, productos de higiene personal, infantiles y sanitarios. Además, se puede también aportar donaciones a través de una cuenta habilitada con este objetivo en el Banco Nacional de Ucrania.

Según la Embajada de Ucrania en España, lo más demandado por sus compatriotas son alimentos no perecederos (incluyendo productos procesados y no procesados que no requieran de refrigeración para su conservación como galletas, leche, conservas, pasta o arroz); alimentación infantil; artículos de higiene personal y sanitario (botiquines, vendajes, gasas), así como todo lo que pueda servir de apoyo logístico para resistir en los búnkeres o sótanos (como sacos de dormir, linternas, pilas…).

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