Balance olímpico

España: mismas medallas que en Río y sin Nadal, Carolina, Rahm, Orlando…

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Los Juegos Olímpicos ha dejado tres medallas de oro para España. (Getty)

España termina los Juegos Olímpicos de Tokio con una sonrisa después de lo complejos y complicados que han sido para la mayoría de nuestros atletas. Hemos conseguido alcanzar las 17 medallas cosechadas en Río de Janeiro apareciendo nuevas figuras emergentes en nuestro deporte, al tiempo que varias leyendas incrementaban su palmarés para hacer historia. En un evento sin Rafa Nadal, Carolina Marín, Jon Rahm u Orlando Ortega, España ha sabido sacar las castañas del fuego sin algunas de esas medallas que estaban prácticamente aseguradas.

“Hemos traído a 322 deportistas y nos vamos con 17 medallas y 42 diplomas, entre ellos ocho cuartos puestos. La valoración es que 115 deportistas de deporte de equipo han sido finalistas y 64 de deportes individuales, lo que da un total de 179 finalistas. El 55,59% de nuestros deportistas están entre los 8 mejores del mundo. Es un dato muy significativo”, explicó el presidente del COE, Alejandro Blanco en su balace.

El botín son tres metales dorados conseguidos por Fátima Gálvez y Alberto Fernández en tiro al plato por parejas, el logrado de Sandra Sánchez en karate y el sorprendente desparpajo de Alberto Gines para ganar en el debut de la escalada. Lo cierto es que de esas medallas, sólo la de la abanderada de la ceremonia de clausura era de esperar –y con reservas porque se jugaba su kata contra una japonesa–, tanto la pareja de tiro como la de escalada prometen una secuela en París 2024, mientras que el karate echó el cierre indefinido a su presencia olímpica para lamento de Damián Quintero. «Nosotros enseñamos a la gente un estilo de vida y unos valores», aseguraba el malagueño.

Quintero fue una de las ocho medallas de plata que acumuló España en esta edición. Las ha habido de todos los colores y sabores. Algunas fueron la culminación a unas gloriosas carreras como la de Maialen Chorraut en eslalon K-1, Teresa Portela en K-1 200 metros o Saúl Craviotto con su equipo en K-4 500 metros. Todos ellos recibieron el premio a una carrera deportiva ilustre con el catalán igualando a David Cal como el máximo medallista olímpico español de todos los tiempos con cinco metales. «Si me queda gasolina iré a París 2024. En mi deporte no habla la edad, habla el cronómetro», admitió Saúl, quien llegaría a los siguiente Juegos con 39 años.

Otras platas, sin embargo, fueron más amargas, concretamente por equipos, se prolongó la maldición que dura ya medio siglo habiendo sido incapaces de ganar una final olímpica. Ni waterpolo femenino ni fútbol masculino pudieron ganar sus respectivas finales a Estados Unidos y Brasil quedándose con una tristeza que se les marchará con paso del tiempo. Adriana Cerezo y Ray Zapata, por unas cosas u por otras, pagaron cara la inexperiencia y por meros detalles fueron desposeídos de un oro que buscarán con el cuchillo entre los dientes en la próxima edición. «Fui tonta, fui tonta. No volverá a ocurrir ese error», admitió la taekwondista de 17 años.

Las medallas de bronce tienen siempre un aroma más dulce que el resto. Son las que vienen como consecuencia de un último esfuerzo agónico que te eleva a la gloria y si no que le pregunten a Pablo Carreño, quien doblegó a Novak Djokovic para hacer historia en tenis individual. Lo mismo se puede decir de un David Valero, en ciclismo de montaña, que remontó desde el puesto 35 hasta el podio o de Ana Peleteiro, quien tuvo que batir el récord de España dos veces para meterse en el podio por tres centímetros.

En equipos, el balonmano masculino jubiló a los primeros Hispanos con un bronce que supo a oro. Bronces y más bronces bonitos como los logrados en vela a cargo de Joan Cardona en finn o el de Jordi Xammar y Nico Rodríguez en categoría 470. Lo cierto es que en el puerto de Enoshima se esperaba alguna medalla más que no llegó por milímetros siendo España una abonada al cuarto puesto en estos Juegos.

Especialmente dolorosos fueron los cuartos puestos en atletismo con los marchadores María Pérez y Marc Tur como víctimas de la decepción o el saltador Eusebio Cáceres quedándose a tres centímetros de la medalla en salto de longitud. Luego también hubo decisiones que trajeron cola y que nos dejaron sin medalla como los robos en boxeo a ‘El Profeta’ Reyes Pla o a Gabriel Escobar en los cuartos de final del torneo.

España tuvo opciones de batir el récord de 22 medallas de Barcelona 92, pero la suerte no se alineó de nuestro lado por estos motivos y también por las bajas. Jon Rahm estaba en la quiniela de todo el mundo para estar en las medallas y no pudo ser por un positivo por Covid. Orlando Ortega tenía en sus piernas la medalla en los 110 metros vallas y se lesionó también días antes de competir ya en Tokio.

Y ni que decir tiene que nos faltaron Rafa Nadal –doble medallista de oro– y Carolina Marín –oro en bádminton en Río 2016– para completar un equipo de ensueño que vio cómo los Gasol colgaban las botas dejando al baloncesto español sin medalla por primera vez desde 2004. Pero no hay que temer de cara al futuro: «Ha salido una generación de deportistas jóvenes que nos permite ser muy optimistas de cara a París», zanja Alejandro Blanco.

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