Los policías espías de Bárcenas fueron avisados 2 semanas antes que un falso cura iba a asaltar la casa

Interior pagó a un falso cura con fondos reservados para secuestrar a la familia Bárcenas

Un total de 80 agentes de Policía siguieron los movimientos de los Bárcenas para rescatar y destruir documentos sensibles

Willy Bárcenas
Guillermo 'Willy' Bárcenas, hijo del extesorero del PP Luis Bárcenas, conversa con Marta Giménez-Cassina, abogada de su madre Rosalía Iglesias, a las puertas de la prisión de Soto del Real, donde se espera que Rosalía Iglesias, condenada a 15 años por Gürtel, salga en libertad. Foto: EFE

Los agentes de campo del Área Especial de Seguimiento recibieron órdenes de sus superiores para que el 23 de octubre de 2013 desplegaran un dispositivo específico de seguridad en las inmediaciones del domicilio de la familia Bárcenas. Y es que los agentes sabían desde dos semanas antes que habría una operación de entrada en la casa de la familia del ex tesorero. Eso, sí, la información que se les dio se limitó a señalar que iba a “producirse un robo ficticio».

La realidad, sin embargo, fue más allá de un «robo ficticio»: más que un saqueo figurado lo que se planeaba ese día desde la cúpula de Interior era el secuestro de la familia Bárcenas para recuperar tres pendrives con información sensible que afectaba a Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Javier Arenas. La cúpula de Interior estaba convencida de que todo ese material estaba en poder del ex tesorero del PP, que en aquellas fechas se encontraba recluido en la cárcel de Soto del Real.

Y la persona elegida para llevar a cabo el operativo era Enrique Olivares, un delincuente común, con antecedentes en los archivos policiales, que se hizo pasar por un sacerdote de Instituciones Penitenciarias. El mercenario se presentó en el domicilio vestido de cura –con alzacuellos– para que los familiares de Luis Bárcenas –su esposa Rosalía y su hijo Guillermo– se confiaran y le abrieran la puerta.

Más tarde, los policías de seguimiento se enteraron de que lo que les comunicaron como un «robo ficticio» llevado a cabo por un profesional, era un asalto en toda regla llevado a cabo por un delincuente, vestido de sacerdote, que fue detenido en el inmueble de los Bárcenas, en la calle Príncipe de Vergara, por secuestrar durante una hora a punta de pistola a la familia del ex tesorero del PP.

«Todo está controlado»

Fue una enorme sorpresa descubrir la realidad de la operación porque uno de sus superiores- un inspector jefe de la Comisaría General de Información que ascendió a comisario en 2016- les había asegurado que la persona que iba a perpetrar “el robo ficticio” era “todo un profesional con experiencia en ese tipo de acciones”. Según las palabras del jefe policial, estaba todo controlado porque se había buscado al mejor: “Un experto que había realizado ese tipo de acciones en el extranjero”.

El 23 de octubre, como en días anteriores, los operativos del Área Especial de Seguimiento, perteneciente a la Comisaría General de Información y con sede en el complejo policial de Canillas de Madrid, vigilaban el inmueble de la vivienda de Luis Bárcenas por orden de sus superiores para recuperar la documentación que afectaba a su partido. Los agentes sabían que se trataba de un operativo “extrajudicial” y que el objetivo final era destruir los documentos que, según sus jefes, «ponían en peligro la integridad de España y los políticos que la gobernaban».

El operativo policial, que ese día además de vigilar a los Bárcenas debía dar cobertura al falso cura, estaba integrado por dos grupos de diez agentes cada uno de ellos. Como ya adelantó OKDIARIO, la misión llegó a contar durante dos años con una dotación de 80 policías del Área Especial de Seguimiento. El dispositivo de seguridad estaba formado por 20 mandos y 60 agentes que estaban divididos en 6 grupos de 10 agentes. Para efectuar los controles se relevaban cada tres días en dos turnos de mañana y tarde-noche.

Los agentes de seguimiento también estaban al tanto de que Sergio Ríos, el chófer de Bárcenas, había sido captado como topo para investigar desde dentro a la familia del ex tesorero del PP. Los controladores del conductor habían confeccionado un croquis de la residencia familiar de los Bárcenas y recibían información directa de los movimientos de Rosalía Iglesias y de Guillermo Bárcenas.

Secuestro frustrado

Según ha podido saber OKDIARIO de fuentes de Interior, los equipos del Área Especial de Seguimiento (AES) hicieron una labor de contra vigilancia para “cerrar la zona”, en el argot policial. Ese día mantuvieron una exhaustiva vigilancia desde la cinco de la madrugada hasta las 9 de la noche. Tuvieron controlado en todo momento el escenario operativo porque conocían de antemano las líneas básicas de la operación y «estaba todo organizado».

La misión fracasó porque el hijo de Bárcenas se enfrentó físicamente al falso cura y logró derribarlo. En un descuido del secuestrador, el cantante y fundador del grupo Taburete se libró de las bridas y se lanzó contra el sicario policial consiguiendo reducirlo. Del empujón el revólver cayó al suelo, momento que también aprovechó la asistenta para hacerse con el arma. Llamó a gritos a la Policía desde el balcón que da a la calle Príncipe de Vergara y salió corriendo de la vivienda hacia la cafetería Perfil 34 donde dejó el revólver. Otra vecina que escuchó las voces también avisó a la fuerzas del orden.

El mercenario, finalmente, fue detenido por agentes de la Policía Municipal que, por supuesto, desconocían los planes secretos del secuestrador y, por tanto, que éste fuera colaborador del Cuerpo Nacional de Policía (CNP).

Tras el fracaso de la operación los agentes de AES recibieron la orden de permanecer en la zona, principalmente, para controlar si “se acercaban muchos periodistas” o se producía “algún incidente”.

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