Corinna creó una sociedad con el hoy preso Díaz Ferran, el ‘black’ Arturo Fernández y Plácido Arango
Corinna Zu Say-Wittgenstein, amiga íntima del Rey Juan Carlos, creó en 2006 una compañía para vender bombones de lujo en el Reino Unido llamada Sir Hans Sloane and Chocolate and Champagne House Ltd., asumiendo el cargo de directora de la misma. Como socios tuvo a dos presuntos defraudadores fiscales españoles, beneficiarios asimismo de tarjetas black, como Gerardo Díaz Ferrán y Arturo Fernández.
El negocio, caso de existir como tal en realidad, terminó por ser ruinoso. El modelo se basaba en convertir en lujosamente exclusivo un producto de consumo masivo. Y, pese a contar con socios de tan altas influencias y contactos con empresas multinacionales, la compañía quebró en 2012.
Las relaciones personales se confundieron con las empresariales en aquellos años de intimidad entre el Rey Juan Carlos y la princesa Corinna, socia en esta empresa de chocolates con aroma a tapadera de quienes presidieron las patronales empresariales a nivel nacional, Díaz Ferrán, y la madrileña, Fernández.
Un socio hoy entre rejas
La presencia de Díaz Ferrán en Sir Hans Sloane and Chocolate and Champagne House Ltd. da comienzo en junio de 2007, cuando figura ya como accionista de esta firma británica Inversiones Grudisan. Díaz Ferrán invertía en la firma chocolatera desde su sociedad patrimonial familiar, cuando el entonces presidente de la CEOE ya estaba tratando de frenar ante la banca la deuda mortal de su entramado empresarial. Pese a ello, en 2008 sufrió ya un embargo bancario sobre unas fincas en Mallorca por valor de 24 millones de euros, mismo año en que una empresa canaria le embargó también una docena de locales.
Díaz Ferrán fue detenido el 3 de diciembre de 2012 en Madrid por presunto alzamiento de bienes, ingresando en la prisión de Soto del Real bajo una fianza de 10 millones de euros que no pudo pagar, siendo rebajada a 5 millones en junio de 2013. El 17 de junio de ese año fue condenado por la Audiencia Nacional a dos años y dos meses de prisión, y a pagar una multa de 99 millones de euros por fraude a la Hacienda española en la compra de Aerolíneas Argentinas.
El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco prorrogó, ya en noviembre de 2014, dos años más la estancia en prisión del ex presidente de la CEOE en la causa que investiga el vaciamiento patrimonial del Grupo Marsans para eludir el pago a sus acreedores, puesto que podría aprovechar para fugarse dada la “disponibilidad económica que podría tener en el extranjero”.
Ya el 2 de julio de 2015 Díaz Ferrán se declaraba culpable ante la Audiencia Nacional por dicho ‘caso Viajes Marsans’ de los delitos de vaciamiento patrimonial, alzamiento de bienes continuado, concurso fraudulento, blanqueo de capitales e integración en organización criminal, aceptando una condena de cinco años y medio de cárcel y una multa de 1,2 millones de euros.
La huella de Arturo Fernández
En la sociedad chocolatera de Corinna también actuaba como consejero y accionista otro empresario español tan moroso y poco ejemplar como el anterior: Arturo Fernández, quien adeuda casi 20 millones de euros al fisco. Esta deuda se reparte entre Grupo Cantoblanco Alimentación, que debe 7.461.084 euros, Grupo Cantoblanco Colectividades, 6.749.055 euros, Arturo Grupo Cantoblanco, 3.323.755 euros, y Arturo Servicios Generales, cuya deuda con el erario público es de 2.018.959 euros.
Entre los extraños compañeros en este negocio chocolatero figura una sociedad de Jerónimo Páez, abogado fiscalista experto en el asesoramiento de empresas y en la implantación en el continente africano, especialmente en los países musulmanes. Esta labor la ha prestado para firmas como Acciona, Comet o la constructora San José.
En la sociedad también figura el nombre de Plácido Arango, dueño de la exitosa cadena de restaurantes Vips y empresario mexicano-español con residencia en nuestro país. Sin tacha en el expediente, es conocido en el ámbito del arte como coleccionista y mecenas del Museo del Prado.
El fracaso del presunto negocio
Esta empresa, en la que varios amigos del Rey siguieron los pasos de Corinna, cerró en 2012. Ese año se creó otra empresa de nombre similar, pero en la que no es evidente la presencia de Corinna.
La compañía Sir Hans Sloane Chocolate and Champagne House of London, a pesar de su fiasco económico, llegó a ser uno de los fabricantes de chocolate más distinguidos y exclusivos del mundo bajo la batuta del chef y maestro chocolatero Bill McCarrick. Su producto estrella era el chocolate a medida: el chef McCarrick se ponía en contacto con el cliente para conocer sus preferencias y después lo invitaba a las instalaciones de Sir Hans Sloane en Surrey (Inglaterra).
Allí, de la mano de McCarrick, comenzaban las sesiones de degustación en las que el cliente decidía sabores, ingredientes y mezclas para dar con su chocolate ideal. Entre los ingredientes se contaban cacao de Panamá con olor a tabaco, cacao floral traído de Madagascar, cacao de Venezuela mezclado con bayas rojas y pasas, especias selectas, los mejores vinos, y así hasta un sinfín de sabores y texturas. Tras la elección, se hacía una producción limitada y exclusiva, no repitiéndose nunca la fórmula.
El producto se enviaba en una lujosa caja de madera de arce con 60 bombones personalizados, a un precio de 1.500 euros. Cada vez que un bombón se deshacía en la boca, la factura ascendía a 25 euros. La clientela tan exquisita y selecta que buscaban Corinna y sus socios llevó a la empresa a la insolvencia.