Pablo Iglesias considera «un mero problema burocrático» esto

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Prisioneros en el campo de concentración de Mauthausen, construido por el régimen nazi.

Ante un puñado de testigos, diez de los principales jerarcas del régimen nazi fueron ahorcados el 16 de octubre de 1949 en el gimnasio de la prisión de Nuremberg, tras ser condenados a muerte por el tribunal formado por las tres principales potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos, la URSS y el Reino Unido.

Entre los ajusticiados se encontraban el ministro de Asuntos Exteriores de Hitler, Joachim von Ribbentrop; el ministro de Interior que aprobó las Leyes raciales de Nuremberg, Wilhelm Frick; y el gobernador de la Polonia ocupada, Hans Frank.

Dos de los hombres de la máxima confianza de Hitler habían logrado eludir la pena capital: el presidente de Reichstag, Hermann Göring, se suicidó en su celda con una cápsula de cianuro pocas horas antes de que se iniciaran las ejecuciones, mientras que Rudolf Hess –que se había lanzado en paracaídas sobre el Reino Unido para intentar negociar un acuerdo con su gobierno– cumplió cadena perpetua en la prisión de Spandau hasta su muerte, en 1987.

Los 24 líderes nazis que se sentaron en el banquillo durante el juicio principal de Nuremberg (luego les seguirían numerosos mandos intermedios) no fueron procesados por cometer «un mero problema burocrático», como sostiene Pablo Iglesias, sino como responsables del plan sistemático puesto en marcha por Hitler para exterminar a seis millones de judíos.

Tampoco les sirvió de mucho alegar que eran simples «funcionarios que cumplían órdenes», como afirma el líder de Podemos: el tribunal internacional de Nuremberg determinó que este hecho en ningún caso les eximía de responsabilidad por haber participado en uno de los episodios más atroces de la historia del siglo XX.

Holocausto
Decenas de judíos confinados en los barracones de un campo de concentración.

«El Holocausto fue fundamentalmente una decisión administrativa, un mero problema burocrático», escribió Pablo Iglesias en febrero de 2009 en el blog que borró luego, al fundar Podemos. Esta fría afirmación, que ha sido recibida como un ultraje por la comunidad judía en España, no sólo elude cualquier juicio moral sobre uno de los mayores crímenes contra la humanidad de la Historia. Además oculta la principal clave del régimen nazi: la utilización del odio como instrumento político.

Ya en las páginas de Mein Kampf, que escribió en la prisión de Landsberg en la que cumplía condena por su participación en el fallido golpe de Estado de Munich, Adolf Hilter señaló a los judíos como el principal enemigo del pueblo alemán.

Una vez en el poder, se encargó de cumplir hasta las últimas consecuencias sus amenazas. Mediante las leyes raciales de Nuremberg, promulgadas en septiembre de 1935, Hitler prohibió a los judíos ejercer cualquier profesión en territorio alemán. Tampoco podían casarse o mantener relaciones sexuales con cualquier ciudadano de sangre alemana. Sus propiedades fueron requisadas.

Holocausto
Los prisioneros morían con frecuencia de inanición antes de ser conducidos a la cámara de gas.

La maquinaria del terror se puso en marcha en noviembre de 1938, tras la noche de los cristales rotos, instigada por el ministro de propaganda Joseph Goebbels. Pocos meses después, el régimen de Hitler inició las deportaciones masivas de judíos, que primero fueron confinados en guetos y luego trasladados a campos de concentración, donde se llevaría a cabo la llamada asépticamente Solución Final.

En Polonia, donde residían 3,3 millones de judíos, se construyeron algunos de los mayores campos de exterminio, como los de Auschwitz-Birkenau (hoy transformado en un auténtico museo de los horrores), Chelmno y Treblinka (donde fueron asesinadas al menos 800.000 personas). En el caso de Auschwitz, se alcanzó la cifra de 1,5 millones de víctimas.

Los trabajos forzados, la muerte por desnutrición o el destino final en la cámara de gas no eran los únicos horrores que esperaban a los judíos en estos campos de exterminio. En el campo de Dachau, los prisiones fueron utilizados como cobayas: los médicos nazis experimentaban con ellos inyectándoles el virus de la malaria y suministrándoles distintas drogas para estudiar sus efectos.

Holocausto
Cadáveres de judíos asesinados por las tropas nazis.

En Auschwitz, el médico de las SS Josef Mengele seleccionaba entre los prisioneros a parejas de niños gemelos, para realizar experimentos genéticos con ellos. En Buchenwald, las SS infectaban a los prisioneros con el tifus, para mantener viva la bacteria. Más del 90% de los pacientes murieron.

Pero los judíos no fueron las únicas víctimas de esta maquinaria del terror. Ya en 1939, Hitler había puesto en marcha un programa de eutanasia que se cobró cerca de 250.000 víctimas: fundamentalmente niños y adultos con discapacidad, anomalías físicas o enfermedades mentales. Gitanos, líderes católicos, homosexuales, socialistas y soldados soviéticos detenidos fueron igualmente confinados y asesinados en los campos de concentración.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, reduce este catálogo de atrocidades a «un mero problema burocrático» y alega que los jerarcas nazis eran simples «funcionarios» que se limitaban a cumplir órdenes.

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