Rusia rompe su alianza con EEUU en Siria tras el ataque a la base de Assad que lanzó el ataque químico

Lavrov
Sergei Lavrov, ministro de Exteriores de Rusia.

Rusia ha anunciado este viernes la suspensión del acuerdo firmado con Washington para impedir incidentes entre aviones de los dos países en Siria, tras los bombardeos estadounidenses a una base de la fuerza aérea siria en la provincia de Homs. De hecho, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha dicho este mismo viernes que «el ataque de EEUU en Siria recuerda mucho a la intervención en Irak de 2003», insinuando que la guerra se recrudecerá y que Rusia no está en el bando de Washington.

«La parte rusa suspende el memorando con Estados Unidos sobre la prevención de los incidentes y la seguridad de los vuelos durante las operaciones en Siria» llevadas a cabo por la aviación rusa y la estadounidense, ha declarado la portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zakharova, en un comunicado.

El pasado martes, un ataque con armas químicas en la ciudad de Jan Shejun, en la provincia de Idlib —que permanece en manos rebeldes— causó la muerte de un centenar de personas, entre ellas al menos 27 niños. Las víctimas sufrieron vómitos, ahogos, mareos y una agonía terrible hasta perder la vida. Los agentes sanitarios tuvieron que desnudar a los más de 500 heridos y rociarlos con manguerazos de agua para tratar de limpiar sus cuerpos del agente tóxico.

Rusia señaló al día siguiente que el ataque de las fuerzas aéreas sirias contra un depósito de armas y cuartel de los rebeldes lleno de agentes químicos fue el causante del incidente, tratando de exculpar a su socio en el terreno, el régimen autoritario de Bashar al Assad. Sin embargo, ni EEUU ni sus aliados de la OTAN creyeron esta versión e impulsaron una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU para condenar al Gobierno de Siria por su «responsabilidad en el ataque». De hecho, EEUU amenazó con una acción unilateral si Naciones Unidas «seguía fracasando insistentemente» en actuar contra Assad.

Rusia y Estados Unidos habían firmado el protocolo de acuerdo entre ambos ejércitos —con reglas y restricciones para impedir incidentes entre aviones de los dos países en el espacio aéreo sirio— en octubre de 2015, pocas semanas después del inicio de la intervención rusa en Siria en apoyo al régimen sirio.

El pacto se basa en el único objetivo común de Moscú y Washington en el avispero sirio: Los aviones rusos y estadounidenses efectúan ataques aéreos contra el grupo yihadista Estado Islámico (ISIS) en Siria.

El acuerdo aconsejaba la utilización común de algunas frecuencias de radio y proponía la creación de una línea de comunicación terrestre adicional.

EEUU debía definirse

La posición de Estados Unidos en la guerra que se libra en Siria —que comenzó como unas revueltas pacíficas enfrentadas a sangre y fuego por el régimen y derivó en un inicio en una guerra civil entre rebeldes y la dictadura de Bashar al Assad— tenía que variar de manera indefectible tras el cambio de Administración en Washington. Donald Trump prometió en campaña tener un plan para acabar con el autodenominado Estado Islámico «en tres meses», pero las alianzas sobre el terreno lo ponían difícil.

La ‘amistad’ entre Vladimir Putin y el nuevo presidente de EEUU sólo incluía dentro del tablero sirio, el enemigo común de los terroristas liderados por Abu Bakr al Baghdadi, el ‘califa’ del ISIS. El resto de objetivos son contrapuestos, pues Rusia es aliada estratégica de la dictadura siria —le da su única salida al mar Mediterráneo por la base compartida de Tartús—.

Además, aún está por ver si Trump va a mantener la alianza que trabó Obama con los milicianos kurdos sobre el terreno, que choca directamente con las buenas relaciones que el nuevo presidente prefiere mantener con Turquía. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quiere laminar a los kurdos de Siria para que no alienten a los millones de ciudadanos de este pueblo que viven en el este de su país.

El pasado martes, la Casa Blanca señaló directamente a la «debilidad de Obama» como responsable de que «ataques químicos como éste» se pudieran dar en la guerra de Siria. Pero hay que recordar que Trump aún no había dado un solo paso, al menos públicamente, para definir su estrategia en el convulso Oriente Próximo. Quizá el bombardeo de esta madrugada haya sido el primero, aunque haya tenido que ser como reacción al «inaceptabe y odioso» bombardeo con gas tóxico del pasado martes.

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