El Papa Francisco reclama acción en las Naciones Unidas
En uno de los puntos clave de su visita a los Estados Unidos, el Papa Francisco ha comparecido en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde ha reclamado al mundo más acciones que declaraciones ante los conflictos, el medio ambiente o la lucha contra la pobreza.
Por primera vez en la historia se ha izado la bandera de la Santa Sede en la ONU. Francisco es el quinto pointífice que visita la cede central, y eligió el idioma español para dar su discurso. Lo hizo ante 150 jefes de Estado o Gobierno, incluyendo al Rey Felipe VI, Angela Merkel o el presidente de Cuba Raúl Castro. Es el primer viaje a EE UU del hermano menor de los Castro desde que es el líder cubano y ya coincidió con Francisco en una etapa anterior de su gira en Cuba donde, por otro lado, no se reunió con la oposición, como tampoco hicieron los anteriores pontífices.
El Papa reclamó un “examen de conciencia” ante los conflictos graves que ocurren en el mundo, pidiendo que no se caiga en “un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias: hay que tomar decisiones críticas y globales”. Francisco repasó las grandes crisis que asolan al mundo, tanto contiendas religiosas como políticas o étnicas. “Hay rostros concretos antes que intereses de parte, por legítimos que sean”. “Seres humanos que se convierten en material de descarte cuando solo la actividad consiste en enumerar problemas, estrategias y discusiones” insisitó, asegurando que “las intervenciones políticas y militares no coordinadas” entre miembros de la comunidad internacional traen “consecuencias negativas”.
Insistió en que “no bastan los compromisos asumidos solemnemente, aun cuando constituyen un paso necesario para las soluciones” en su alocución para que las soluciones tomadas por los líderes no se queden en declaraciones.
El Papa reclamó a estos líderes trabajar para dar el mínimo absoluto a los pueblos, “que tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra, y un nombre en lo espiritual: libertad del espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y los demás derechos cívicos”.
Crítico también con fuerza la “corrupción que ha penetrado en los distintos niveles de la vida social, política, militar, artística y religiosa, generando, en muchos casos, una estructura paralela que pone en riesgo la credibilidad de nuestras instituciones”, señalando especialmente que “el narcotráfico es una guerra pobremente combatida”.
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