La intervención de Turquía en Libia «enciende» el conflicto

Deniz Yücel
Angela Merkel y Recep Tayyip Erdogan (Foto: AFP)

La escalada militar que se abre con la intervención de Turquía en la guerra civil libia trae más  incertidumbre al tablero de la geopolítica mediterránea. Libia entra en un nuevo capítulo de caos tras hacerse oficial ayer la intervención militar de Turquía en el país en apoyo del Gobierno de Trípoli.  Con el envío de tropas a Libia, Ankara se posiciona junto al Gobierno de Faiez el Sarraj, establecido en la capital libia, y reconocido por las Naciones Unidas, frente al mariscal Jalifa Hafter, considerado el «hombre fuerte» de Libia, que lidera las fuerzas del Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés). Ambos controlan partes del país, donde lideran sus propios gobiernos, el primero desde el oeste, que lo hace desde Trípoli, con el apoyo de la ONU, y el segundo en el este.

La expansión geopolítica turca, a través de una escalada bélica de Turquía en Oriente Medio y en el norte de África, y las fuertes incertidumbres existentes en varios países de la región, lleva a una mayor inestabilidad en la zona. Con esta intervención Turquía afianza su dura política exterior en el mundo árabe, liderando operaciones tanto en Libia como en Siria. Para la Liga Árabe, que se había opuesto a de una posible intervención turca en Libia antes de la votación en el Parlamento turco, esta decisión supone «una amenaza a la seguridad árabe» y «enciende el conflicto» en el país norteafricano.  Un comunicado del organismo panárabe, que cita a una fuente anónima, considera que «dar la potestad al presidente turco para mandar tropas a Libia enciende el conflicto en curso» en este país miembro de la Liga, recoge Efe.

Además, introduce la pugna por los yacimientos de gas del Mediterráneo oriental como un elemento de tensión principal en la región ya que es un territorio rico en hidrocarburos que atrae múltiples intereses de las naciones costeras. Es así como Libia se convierte de manera más nítida en una guerra proxy, o guerra subsidiaria, con una variedad de actores externos escogiendo bandos y jugando con sus propias ambiciones regionales y con diversos intereses encontrados.

Por ahora parece que es poco probable que Ankara envíe tropas de inmediato, sino asesores y equipos militares. Las tropas turcas serán desplegadas aparentemente en un papel de «entrenamiento y asesoramiento», según la BBC, pero parece que el Parlamento ha concedido libertades para que gobierno decida el alcance, la cantidad y el momento de la misión. Lo que sí es seguro es que la moción aprobada ayer por el Parlamento turco tiene una vigencia de un año. Además, existen informaciones de que la pretensión de Ankara es desplegar combatientes sirios, detenidos en la intervención que en la actualidad lleva a cabo allí, en lugar de miembros de las fuerzas armadas.

Pese a que Ankara ya suministraba vehículos blindados al Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) la internacionalización del conflicto es evidente y afianzan los deseos de expansión turca en Oriente Medio. Además profundiza las alianzas existentes como parte del conflicto, uno de los puntos calientes del norte de África, y las divisiones existentes en la región, y más allá, dado que la guerra por el control de Libia tiene a los países de la Liga Árabe, e incluso a los de la Unión Europea, en posiciones encontrados. Turquía hace frente así al eje formado por Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos (EAU), que apoyan al general rebelde libio Hafter.

En noviembre pasado, Sarraj viajó a Ankara para firmar un acuerdo de cooperación militar y un pacto que delimita las zonas exclusivas económicas (EEZ) de ambos países en el Mediterráneo. Se trata solo de una treintena de kilómetros en el Mediterráneo, al sureste de Creta, pero ha servido para que Turquía formalmente declare sus aspiraciones, en detrimento de Grecia y Chipre. El acuerdo marítimo pone fin al aislamiento de Turquía en el mar, ya que aumenta la exploración de energía en alta mar, lo que ha alarmado a Grecia y otros vecinos.  Por una parte, Turquía busca garantizarse el acceso a parte de los yacimientos de gas natural en el mar de Chipre, por otra intenta obstaculizar el desarrollo de las infraestructuras para que el gas chipriota e israelí pueda llegar a Europa, ya que tiene en marcha importantes proyectos que competirían por el mismo mercado. La aprobación del Parlamento turco de la intervención en Libia tuvo lugar el mismo día de la firma para el tendido del gasoducto submarino EastMed (Mediterráneo oriental), que conectará las reservas de gas de Israel con Chipre, Grecia e Italia.

Erdogan busca mostrar músculo en su deseo de que Turquía tenga más influencia en la región, además de asegurar intereses energéticos y económicos. A la par, espera tener mayor capacidad de negociación en otras cuestiones que copan la política internacional, como las migraciones o el futuro de la OTAN. Pero también es consciente de que asume riesgos al arrancar una operación militar a más de 1.300 kilómetros de sus fronteras, en un estado fallido con numerosas milicias presentes y con el terrorismo yihadista con una presencia global importante.

Libia está en guerra desde 2011 cuando una intervención de la OTAN que trajo la muerte del dictador Muanmar Gadafi. El desarrollo de eventos desde entonces, tras años de guerra civil,  ha llevado a Libia a ser uno de los puntos calientes del norte de África y ha convertido al país en hervidero de grupos criminales desde donde operan rutas migratorias a Europa. La fragilidad del estado y sus fronteras porosas han ayudado a que se convierta en un  ha convertido a Libia en uno de los principales puntos de partida de la inmigración desde el norte de África a Italia por el Mediterráneo.

El deseo de expansión territorial de Turquía amenaza con crear aún más problemas en una región en el que están puestas muchas de las miradas internacionales y con actores globales – desde Estados Unidos a Rusia. El 8 de enero el presidente turco visitará a su homólogo ruso Vladimir Putin con el que mantiene una buena relación pero que se encuentran enfrentados en el noreste de Siria. La geopolítica mediterránea, que se adentra hasta el Oriente Medio, será uno de los principales asuntos encima de la mesa, tanto en la reunión de la próxima semana como de la actualidad regional el resto del año. Mientras, Libia, con la guerra civil adentrándose en su noveno año, se prepara para vivir una escalada militar que amenaza con profundizar el caos y violencia que devasta al estado fallido.

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