Gentiloni, el cuarto primer ministro italiano que llega al poder sin haberse presentado a unas elecciones
Desde la caída de Silvio Berlusconi en noviembre de 2011, en plena vorágine de la crisis financiera mundial, con la prima de riesgo italiana superando los 600 puntos y el euro en riesgo de romperse o desaparecer, Italia ya ha tenido cuatro primeros ministros. Y ninguno de ellos llegó al poder por el voto popular. Paolo Gentiloni es ese cuarto jefe de Gobierno colocado a dedo tras haber logrado este miércoles la confianza del Senado.
Al ex cavaliere lo sucedió el prestigioso economista Mario Monti por imposición de Bruselas –o quizás habría que decir de la canciller alemana, Angela Merkel–; tras él, Enrico Letta fue el elegido por el Partido Democrático (PD) para tomar las riendas del Gobierno después de que su cabeza de cartel electoral en 2013, Pier Luigi Bersani, no lograra la confianza de las Cámaras; a Letta lo defenestró Matteo Renzi menos de un año después, en una operación interna para hacerse con el control del PD y, de paso, del Ejecutivo; y dos años y medio después, Renzi sucumbió a su fallido proyecto de reforma constitucional para ser sustituido por Paolo Gentiloni, su ministro de Exteriores.
El Gobierno Gentiloni será continuista, tras haber sido designado por el presidente Sergio Mattarella con el objetivo de sacar adelante la reforma electoral y, quién sabe, si convocar elecciones en junio de 2017… como desea Renzi.
Tras el respaldo del martes en la Cámara de los Diputados, donde obtuvo 368 votos a favor y 105 en contra, el ejecutivo conformado por Gentiloni, que juró el cargo el lunes en el Palacio del Quirinal, ha obtenido el sí definitivo de la Cámara Alta por un margen más estrecho: 169 votos de senadores a favor y 99 en contra.
Este jueves, Gentiloni podrá viajar, pues, como primer ministro a todos los efectos al último Consejo Europe del año, en Bruselas. La inestabilidad política en Italia es una constante desde la II Guerra Mundial. Ha acumulado ya 42 gobiernos desde entonces.
El único partido que negó su apoyo y que sí que sostenía a Renzi es el partido de centroderecha –fruto de una escisión de Forza Italia de Silvio Berlusconi– Alianza Liberalpopular y Autonomías (ALA), que se situó en la oposición al no obtener ninguna cartera en el nuevo Ejecutivo.
Del resto de fuerzas políticas cuenta con el apoyo del Partido Democrático (PD), y del Nuevo Centro Derecha, liderado por el actual ministro de Exteriores, Angelino Alfano, anterior ministro del Interior. En la oposición también se sitúan Forza Italia (FI), Fratelli d’Italia, de Giorgia Meloni, la Liga Norte y el populista Movimiento Cinco Estrellas.
Toda la oposición criticó en bloque que el actual Gobierno de Gentiloni –que confirmó a 12 de los 18 ministros que figuraban en el ejecutivo de Renzi– es una copia del anterior y reclamaron elecciones anticipadas.
«No enamorados de la continuidad»
Durante el discurso que ha pronunciado en el Palacio Madama, sede del Senado de Italia, Gentiloni ha querido defenderse de los que critican que el actual ejecutivo en un ‘Renzi-bis’ y ha alegado que no están «enamorados de la continuidad».
Así ha explicado que ha aceptado el encargo del presidente Mattarella solo por responsabilidad. «No estamos enamorados de la continuidad. Habíamos pedido una mayor convergencia, pero de las fuerzas políticas no ha habido disponibilidad. La toma de conciencia de esta situación ha empujado a las fuerzas que componen la mayoría a formar este Gobierno por responsabilidad», ha sentenciado.
Gentiloni ha reiterado que si el Gobierno se ha constituido en tan poco tiempo es sólo para «dar a Italia una institución estable y certeza ante el contexto actual». Muchos son los que critican que este sea el cuarto Gobierno en cinco años que no ha pasado por las urnas.
Sobre sus obligaciones en la agenda internacional de este jueves ha señalado que acudirá a Bruselas con la intención de discutir «la política de flujos migratorios y el número de acogida de los refugiados, pero también el drama continuo de Alepo, que es uno de los mayores compromisos y mayores fracasos de la diplomacia internacional».
Sin embargo, el mayor problema del nuevo ejecutivo está en el ámbito de la política nacional. Uno de los desafíos a los que tendrá que hacer frente es la ley electoral, para permitir la convocatoria de elecciones. En Italia rigen dos leyes electorales diversas para la Cámara de Diputados y para el Senado. Está previsto que el próximo 24 de enero el Tribunal Constitucional decida sobre la legitimidad de la ley aprobada por Renzi en abril, Italicum. Sin embargo, el Parlamento podría comenzar a trabajar en una nueva ley antes.
Gentiloni también deberá solucionar la crisis que está sufriendo el sistema bancario del país, especialmente la de Monte dei Paschi di Siena que podría llegar a la quiebra si no recibe ayuda estatal. El MPS deberá recibir con urgencia ayuda estatal si la entidad fracasa en su intento de captar en los mercados 5.000 millones de euros para su recapitalización.