El emblemático mercado navideño de Bruselas abre blindado y con horario reducido
No se salva nadie. Grupos de abuelas, parejas jóvenes con su hijo en carrito o familias de turismo de todo tipo de origen; todos al entrar en la plaza de Santa Catherine en Bruselas pasan por el control policial. Nada especialmente exhaustivo. Una pareja de policías revisan por encima bolsos y mochilas. Se empieza a crear cola de gente que quiere entrar y la mala noticia es que siendo las siete y media de la tarde sólo queda menos de una hora antes que los comercios echen el cierre.
Se cumple el calendario previsto, Les Plaisirs d’hiver, “los placeres del invierno” en su traducción literal o, lo que es lo mismo, el mercado navideño de Bruselas abre sus puertas este viernes a las doce de la mañana. La presencia policial y militar es palpable en el ambiente pero eso no ha evitado que la gente se haya animado a dar una vuelta por las muchas calles que están abarrotadas de casetas navideñas. De venta de chucherías a mantas, de crêpes a velas aromáticas.
En la Grand Place, el árbol de Navidad que se montaba durante esta semana a pesar de la amenaza terrorista ya se ha terminado y luce en todos su esplendor sus 21 metros de altura. El portal de Belén a tamaño real está listo y en las fachadas que encontramos en todas las postales bruselenses relumbran juegos de luces de colores y sonidos en perfecta coreografía.
También en la plaza de la Bolsa hay multitud de puestos para tomar algo al calor de las estufas. En la plaza de Monnaie hay una pista de hielo que hace las delicias de los más pequeños. O en la plaza de Santa Catherine encontramos una imponente noria al final de centenares de puestos y otras atracciones. Desde la organización apuntan a que se trata de más de 2 kilómetros y medio de pura diversión pero a cada 20 metros vemos a fuerzas del orden vigilantes.
Los bruselenses se muestran confundidos, según a qué estamento escuchen pueden recibir recomendaciones contrarias. El alcalde de Bruselas, Yavn Mayeur, lo tiene claro: hacer vida completamente normal. Tal es así que se aplica el cuento y le hemos podido ver en la plaza de la Bolsa disfrutando con su familia mientras no le molestan sus conciudadanos.
Además de la alta presencia de cuerpos de seguridad, todavía asoman en las calles secundarias tanquetas y coches patrulla. Pero el ánimo de los militares y policías es completamente diferente. De la tensión y nerviosismo de los primeros días a la completa tranquilidad e incluso compadreo entre ellos mientras disfrutan también de un merecido café caliente.
El horario se reducirá mínimamente durante este primer fin de semana. A partir del lunes, si todo sigue según lo previsto, se ampliará la hora de cierre de las ocho a las diez. Un evento que se prolongará hasta el tres de enero y atraerá hasta un millón y medio de personas a 250 casetas que rebosan en el centro de la ciudad.
Llegará la visita de Nöel, las espectaculares proyecciones mapping 3D sobre las iglesias o las divertidas bajadas por el interior del monstruo del hielo. Pero mientras tanto bruselenses y turistas no son ajenos a que la amenaza yihadista continúa latente.