¿Se cobraba jubilación en la antigua Roma?
En la antigua Roma existían distintas leyes sociales que contemplaban el pago de pensiones para los soldados veteranos. ¿Sabías que ellos inventaron la jubilación?
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En busca de lograr un retiro digno, los antiguos romanos crearon leyes de carácter social, siendo una de las más importantes, la Lex cionaria (ley de la cigüeña). La misma dictaminaba que los hijos estaban obligados a cuidar a sus mayores, tal como lo hacen las cigüeñas que, aun estando jóvenes, le proporcionan cuidados y comida sus progenitores o ascendientes mayores. Esta ley dio pie al pago de “servicios prestados”, es decir, beneficios de jubilación a los soldados que terminaban el servicio.
Las primeras pensiones de jubilación
Tras adoptar la reforma propuesta por Cayo Mario, el imperio romano concedió a los soldados, que habían permanecido activos durante más de 25 años en ejército, beneficios de jubilación en forma de tierras. Los veteranos (eméritos) recibían una parcela de tierra o una cantidad de dinero equivalente a la paga de 12 años de la época, en tiempos de Octavio Augusto (27 A.C a 14 D.C).
Una que el mandato de Augusto llegó a su fin, la pensión era el equivalente 20.000 sestercios para un pretoriano y 12.000 sestercios para un legionario. Todos los soldados obtenían un praemium, es decir, una única prestación justo después de haber culminado sus servicios militares. Los años de servicios de los pretorianos (escoltas de los emperadores) eran de 16 años; el de los legionarios (soldados de infantería) de 20 años; el de los auxilia (soldados auxiliares que no eran ciudadanos romanos) de 25 años y el de las flotas del imperio 26 años.
Pese a que muchos soldados morían antes de recibir el pago de su jubilación, hubo momentos en el que el imperio romano tuvo problemas para cumplir con el pago de las pensiones de sus soldados. Esto sucedía sobre todo después de una guerra, porque la mayoría de los soldados decidían retirarse.
Ciudades para jubilados
Las tierras que eran otorgadas a los veteranos como pago de su jubilación eran, en su mayoría, de alguna zona conquistada a donde podían retirarse. De hecho, se fundaron varias ciudades para asentar los militares jubilados, como, por ejemplo, la ciudad de Emérita Augusta (hoy en día Mérida), que fue fundada por el emperador Augusto para los legionarios V y X después de la guerra de las cántabras.
En ocasiones, eran los propios campamentos de las legiones los que se convertían en el centro de poblaciones estables. Un buen ejemplo de ello es la localidad de León, que fue fundada sobre el campamento de la Legión VII.
Instituciones privadas que protegían a los desfavorecidos
En esa época también existía los collegia, una mezcla entre sindicatos y gremios privados a los que se afiliaban ciudadanos de todos los estratos sociales, pertenecientes a una comunidad, profesión o ritual de culto, cuyo propósito estaba relacionado con cuestiones religiosas y sociales.
Estas instituciones cubrían las carencias del Estado, pues beneficiaban a los más pobres empleando las contribuciones de los miembros más ricos, como un entierro digno, comida, etc. Incluso, se les permitían elegir a los que estarían al frente de los diferentes cargos dentro del collegium. No obstante, los miembros con mayor poder se aprovechaban de los collegia para dar el salto a la política, controlar los barrios, crear mafias e imponer sus propios impuestos.
Para impedirlo, Octavio Augusto disolvió, mediante la Lex Iulia de collegiis, todas las asociaciones, exceptuando las de mayor antigüedad y prestigio.
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