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La aterradora predicción de Newton: el mundo podría terminar en 2060

Issac Newton y el fin del mundo
Issac Newton y el fin del mundo.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

A lo largo de la historia, las predicciones sobre el fin del mundo han sido numerosas, pero nunca se ha acertado con la fecha. Desde Nostradamus hasta los mayas, todas han fallado. Sin embargo, ahora es Isaac Newton, conocido como «el padre de la gravedad», quien ha hecho su propia profecía: en 2060, el mundo tal como lo conocemos llegará a su fin. Su razonamiento se basa en una combinación de teología y matemáticas, hallado en uno de sus diarios de 1704. En sus escritos, Newton presenta siete puntos que fundamentan su predicción, basada principalmente en el Libro de Daniel, que aborda el tema del apocalipsis y el destino de la humanidad.

A pesar de que sus cálculos fueron realizados hace siglos, la predicción aún resuena y genera una gran inquietud. Newton creía firmemente que Cristo regresaría en 2060 para instaurar un Reino de paz en la Tierra. En su análisis, establece que «los tiempos y el medio tiempo» no concluirán antes de 1960 ni después de 2344. Es importante destacar que, para Newton, el «fin del mundo» no se refiere a un desastre inminente, sino a la llegada de Jesús, quien traería armonía a la Tierra. En sus palabras, intentaba frenar las especulaciones de quienes, con frecuencia, hacen predicciones erróneas sobre el apocalipsis, desacreditando así las sagradas profecías.

El fin del mundo según Newton

Los discursos sobre el fin del mundo han sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Aunque hoy en día muchas de estas teorías han sido desmentidas por la ciencia, su relevancia a nivel antropológico es innegable. Nombres como «apocalipsis», «cataclismo» o «juicio final» reflejan la inquietud que siente el ser humano sobre su existencia y fomentan un mayor entendimiento de nuestra naturaleza.

Un hito notable en este ámbito tuvo lugar en febrero de 2003, cuando varios medios de comunicación informaron sobre la predicción de que «el mundo se acabaría en 2060». Lo curioso de esta afirmación era su autor: Isaac Newton. Este icónico científico, conocido por su enfoque racional y su dedicación a la ciencia, parece un improbable profeta. Sin embargo, su legado va más allá de sus contribuciones científicas; Newton fue un personaje complejo que también exploró la alquimia y mostró interés por teorías conspirativas.

La percepción común de que la ciencia y la religión son opuestas se desmorona al analizar la vida de Newton. A pesar de su enfoque científico, Newton dedicó tanto tiempo a la teología como a sus célebres leyes de la mecánica. En sus escritos, como el «Escolio general» en el segundo volumen de «Principia Mathematica», intentó ofrecer una interpretación racional de la existencia de Dios. Esto refleja su deseo de unir el conocimiento científico con la espiritualidad, un enfoque característico del contexto histórico del siglo XVII en el que vivió.

Los manuscritos que contenían su predicción de 2060 fueron descubiertos en 1930 y posteriormente trasladados a Israel. Aunque mencionaban el año 2060, Newton también criticaba a quienes establecían fechas para el apocalipsis. Al ver cómo su predicción se popularizó en el siglo XXI, seguramente se habría sentido perturbado.

La revelación de 2003 resonó en un mundo lleno de incertidumbre, marcado por la guerra en Irak, el auge del terrorismo y epidemias como el SARS, lo que generó un clima propicio para la difusión de tales profecías. Sin embargo, como muchas predicciones a lo largo de la historia, es probable que Newton estuviera equivocado en este caso.

Método

Isaac Newton, en sus investigaciones, utilizó una interpretación bíblica fundamentada en eventos históricos, como la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. y el surgimiento de la supremacía papal en el siglo IX. A través de una compleja combinación de textos sagrados y su destreza matemática, llegó a la conclusión de que el año 2060 podría significar el fin de un ciclo, aunque no necesariamente un cataclismo global. Más bien, imaginaba un periodo de paz y el regreso de Cristo para reinar en la Tierra.

Los parámetros que Isaac Newton utilizó para sus cálculos sobre el fin del mundo revelan una interpretación única y no necesariamente apocalíptica. En su análisis, Newton sostiene que los «2300 días proféticos» no comenzaron antes de eventos clave, como el surgimiento del cuerno pequeño del Caballo o la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. Asimismo, destaca que estos días no iniciaron después de la supremacía papal, establecida en el año 800, cuando Carlomagno fue coronado.

Su conclusión sobre el año 2060 se basa en la creencia de que representa el final de una era y la llegada del Mesías, en lugar de un desastre cataclísmico. Estos razonamientos, aunque basados en la Biblia, carecen de fundamentos científicos. Snobelen señala que la percepción pública de Newton como un científico «racional» oculta su interés en la alquimia y la profecía, sugiriendo que la religión y la ciencia, aunque a veces en conflicto, también han impulsado el desarrollo del conocimiento.

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