En la posguerra española era cocina de aprovechamiento: hoy no se encuentra ni en las panaderías gourmet
En la posguerra española, hacer un almuerzo no era ir a la compra, buscar recetarios y decidir qué preparar, sino que todo se complicaba por una gran escasez. Con tan poco en la despensa, la gente se las ingeniaba como podía para estirar cualquier bocado. De ahí salieron inventos como los boquerones sin boquerón, el chocolate sin cacao, un café sin café y otros platos que ayudaban a engañar al estómago.
Entre todos esos inventos destaca uno en especial que, si bien hoy en día no se encuentra en casi ningún lugar, en aquel entonces fue un salvavidas para cientos de familias.
Este es el pan que en la posguerra llenó muchos estómagos y hoy apenas se recuerda
Entre 1939 y comienzos de los 50, los llamados «años del hambre» se instalaron en España . El trigo escaseaba y las familias buscaban alternativas que no dependieran del Estado. En las zonas de dehesa, las bellotas eran como un regalo. No eran un manjar, pero sí un alimento sólido, energético y al alcance de cualquiera que tuviera fuerzas para recogerlas.
Las bellotas de encina, más dulces, se consumían frescas, tostadas o molidas para mezclarlas con lo que hubiera. Muchas casas preparaban un «pan negro» denso y oscuro. Su sabor no siempre convencía, y quien no hacía bien el desamargado se encontraba con un bocado muy áspero.
El pan de bellota no nació para gustar, sino para ayudar a familias que querían calmar el estómago con lo que tuvieran a mano, aunque no fuera lo más sabroso.
Cómo hacer el pan de bellota que se preparaba en la posguerra
Si hoy intentamos repetir aquel pan, no lo hacemos por necesidad, claro, sino por curiosidad histórica o por recuperar un sabor que casi ha desaparecido.
La base es la misma que entonces, aunque hoy contamos con más calma, mejores utensilios y un horno que no depende de la leña.
Ingredientes:
- 200 g de harina de bellota (bellotas crudas, peladas y desamargadas).
- 800 g de harina de trigo.
- 15 g de sal.
- 15 g de levadura fresca o masa madre.
- 500–550 ml de agua.
- Un chorrito de aceite de oliva (opcional, para suavizar la miga).
Cómo preparar la harina de bellota:
- Recolecta bellotas sanas o cómpralas ya limpias.
- Pélalas y tritúralas hasta obtener una harina gruesa.
- Cúbrela con agua fría y cámbiala varias veces al día hasta que desaparezca el amargor.
- Extiende la harina húmeda y déjala secar por completo.
- Cuando esté seca, muélela un poco más para que quede fina.
Proceso para hacer el pan de bellota:
- Mezcla la harina de bellota con la de trigo. Es lo que se hacía en la posguerra, pero aquí puedes ajustar la proporción a tu gusto; si subes mucho la cantidad de bellota, el pan quedará muy denso.
- Añade la sal, la levadura y el agua. Amasa hasta que la mezcla coja cuerpo.
- Deja reposar la masa una o dos horas, hasta que suba.
- Forma una hogaza sencilla y déjala levar de nuevo mientras calientas el horno.
- Hornea a unos 200 °C durante 40 o 45 minutos. Si quieres una corteza más crujiente, pon un recipiente con agua en el fondo del horno.
- El pan resultante mantiene el carácter rústico del de entonces, pero con una miga algo más suave y un sabor más equilibrado.
Lo que se conseguía por pura necesidad hoy se convierte en una manera de mirar atrás y entender cómo se resolvía el hambre cuando el trigo era un lujo y la encina.
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