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En la posguerra española era la única forma de celebrar la Navidad: hoy es difícil incluso encontrar la receta

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Recreación de unos polvorones.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

Desde 1939 hasta mediados o finales de los años 50, España era como una nación en plena reconstrucción y búsqueda de identidades. Con la posguerra, el hambre era el sentimiento generalizado que abrazaba a la sociedad, y productos sencillos como la harina, el huevo, la carne o la leche eran un lujo.

Ante esta realidad, surgían opciones que buscaban crear nuevas formas de seguir comiendo, pero con ingenio. Es ahí cuando el café no se hacía con café, ni la tortilla llevaba huevo. Cuando llegaba Navidad, también había que ingeniárselas, y destacaba un postre que traía algo de felicidad, aunque hoy esa receta apenas se encuentra.

Esta es la receta que ayudó a mantener viva la Navidad en la posguerra

Lo que se comía en la época de la posguerra para dar un poco de alegría en Navidad eran los polvorones de bellota. Una adaptación de los polvorones de toda la vida, que llevan azúcar y harina, pero que en tiempos de escasez eran prácticamente imposibles de hacer.

La receta que recoge el libro Pan Negro, de la colección Hacer Memoria, lo resume bien:

«Se cuecen las bellotas. Una vez cocidas y blandas, se espachurran y se aplastan con el machote. Se amasa con aceite y azúcar o miel para que estén algo dulces. Se obtiene una masa, se le da forma de polvorón.»

No lleva horno ni moldes, sólo la suerte de que haya azúcar o miel, y las ganas de comer un dulce en época de escasez.

Un polvorón normal lleva harina, manteca, azúcar, canela y, casi siempre, almendra molida. A veces se le añade coco o sésamo, según el gusto. Pero con menos también se puede hacer.

En la posguerra la bellota se usaba sobre todo para hacer pan, secándola y moliéndola hasta conseguir una harina oscura, pero útil. Era un alimento que servía para sustituir las harinas de trigo o cebada, casi imposibles de conseguir.

La historia de los polvorones en Navidad

El origen de los polvorones se remonta al siglo XVI, en Estepa (Sevilla). Allí, la manteca de cerdo era abundante, igual que la harina, y se empezaron a elaborar de forma artesanal. No eran navideños en un principio, pero con el tiempo se asociaron a esas fechas.

En el siglo XIX, la receta mejoró gracias a Micaela Ruiz Téllez, La Colchona, que fue quien tostó la harina por primera vez. Así ganó consistencia, duraba más y aguantaba mejor el transporte. Desde entonces, se empezó a vender fuera del pueblo, y la tradición creció.

A mediados del siglo XX, los polvorones ya estaban presentes en muchas casas durante las fiestas. Pero no en todas. La autarquía, la escasez y los precios alejaban cualquier posibilidad de comprarlos.

Hoy en día, el polvorón es parte de la tradición navideña y se encuentra en una gran variedad de sabores. El de almendra sigue siendo el clásico, con su toque de canela, pero también los hay de chocolate, con cacao en la masa; de limón, con ralladura cítrica; de coco, más tropical; de espelta, como opción más saludable; o con aceite de oliva.

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