Sánchez vuelve de Marruecos sin las aduanas de Ceuta y Melilla que supondrían reconocer su españolidad
Sánchez no consigue arrancar la medida que supondría despejar las dudas de la aspiración marroquí sobre Ceuta y Melilla
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vuelve a España tras su visita a Marruecos sin cerrar un asunto que Moncloa lleva años persiguiendo: la apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla. Un proyecto que supuestamente lleva mucho tiempo listo, pero para el que Mohamed VI ha pedido más tiempo. De entrada, no se pondrán en servicio antes de acabar 2024. Así lo confirman fuentes de la diplomacia marroquí, consultadas este miércoles por OKDIARIO. No es un asunto menor: las aduanas supondrían oficializar el comercio entre Ceuta y Melilla y otras ciudades marroquíes, lo que en la práctica supondría un reconocimiento de facto de la españolidad de ambas ciudades por parte de Rabat.
La delegación española, encabezada por Sánchez, compareció ante los medios con gestos destemplados tras el encuentro con Mohamed VI. A nivel interno, se considera que no se han cumplido las expectativas con las que viajó Sánchez y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares. Aunque Exteriores asegura tenerlo todo preparado, incluso con las pruebas pertinentes ya superadas, Rabat bloquea el cumplimiento del acuerdo.
Uno de los asuntos que Sánchez llevaba bajo el brazo para esta visita, marcado como prioritario por su Gobierno desde hace años, era el de la apertura de las aduanas en Ceuta y Melilla. Una cuestión que tampoco ha quedado resuelta tras el encuentro con Mohamed VI, aunque la previsión del Ejecutivo pasaba por que este viaje fuese clave e incluso pudiese permitir el anuncio de esa apertura tan esperada en Moncloa y Exteriores.
Se trata de una cuestión cuya importancia no reside en el hecho, sino en su significado. La apertura de aduanas supone establecer una vía de comercio oficial entre Ceuta y Melilla y el mercado marroquí. A nivel económico no supone gran cosa -si para las ciudades autónomas-, pero a nivel nacional y estratégico es determinante: supone que Marruecos acepta a ambos territorios como españoles. Una españolidad basada en hechos consumados y una prueba irrefutable en un hipotético litigio futuro por la soberanía de Ceuta y Melilla. El simbolismo podría asemejarse al de una embajada.
Aunque supuestamente ambos gobiernos pactaron hace dos años la apertura de esos puestos fronterizos, coincidiendo con las paces con Rabat y el reconocimiento del plan marroquí para el Sáhara, ahora Marruecos asegura que necesitan «completar pruebas» antes de su puesta en funcionamiento. Todas esas pruebas piloto ya se han realizado hasta en tres ocasiones, pero el Gobierno marroquí lleva meses torpedeando el acuerdo.
«Todo listo»
Este miércoles, en Rabat, el presidente ha manifestado que «por nuestra parte está todo listo». No obstante, Pedro Sánchez ha trasladado la posición de Rabat, que requiere más tiempo para no se sabe bien qué. Lo constatable es que dos años después del supuesto acuerdo entre el jefe del Ejecutivo y el Rey Mohamed VI, no hay ninguna fecha para su apertura.
Marruecos también pidió más tiempo en junio del año pasado, cuando todo estaba listo ya para abrir las aduanas. Las pruebas habían sido exitosas, pero Rabat calificó los resultados de «no concluyentes». Tras más de medio año, la situación sigue igual de empantanada.
Gas al margen de Argelia
Una de las cuestiones en las que Mohamed VI y Sánchez acercaron posiciones, es en la «alianza estratégica» de ambos países de cara a que Marruecos pueda convertirse en el nuevo suministrador de gas de España y Europa. Entre las «estrechas relaciones» a las que se refieren ambos países, inciden fuentes diplomáticas, hay una asociación estratégica por grandes proyectos que acercan a los dos países como puertas continentales. Una colaboración que dejaría al margen del suministro gasístico a Algeria, enemistada con España por las nuevas relaciones entabladas por parte del Gobierno de Pedro Sánchez con Marruecos.
El principal es el proyecto de gasoducto Marruecos-Nigeria. Se trata de una infraestructura de gran envergadura, de la que Moncloa espera que en su construcción puedan participar empresas españolas, y que recorrerá hasta catorce países africanos. Con este proyecto, explican en Rabat, pretenden reforzar el papel de los dos países en la consecución de la seguridad energética en la región y el proyecto de enlace intercontinental.