Investidura de Pedro Sánchez

Sánchez nos conduce a elecciones tras negarse a gobernar con un Iglesias más aislado que nunca

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Foto: Francisco Toledo
Agustín de Grado
  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

Pedro Sánchez se vuelve a La Moncloa con el ‘no’ del Congreso. Sólo 124 de los 350 diputados (los del PSOE más el del PRC de Revilla) han votado a favor de su investidura. En contra lo han hecho 155 (PP, Cs, Vox, CC, JxCAT). Se han abstenido la mayoría de los socios que el año pasado le convirtieron en presidente.

El resultado empuja a España a unas nuevas elecciones si PSOE y Podemos no alcanzan en los próximos dos meses el acuerdo que ha saltado por los aires en las últimas horas… o si Ciudadanos no cede a la presión que volverá sobre Albert Rivera a la vuelta del verano.

El líder socialista ha constatado este jueves dos cosas. La primera, que el rechazo a Rajoy que le convirtió en presidente era más sólido que el ánimo para levantar un Gobierno de izquierdas. La segunda, que su triunfo el pasado 28-A no fue tan brillante como los socialistas jalearon.

En cualquier caso, el candidato hoy derrotado tiene ya un lugar reservado en la historia de la democracia española. Entró en ella al ser el primero en convertirse en presidente del Gobierno gracias a una moción de censura y desde este jueves es el único que ha perdido cuatro votaciones para ser investido por la mayoría del Congreso. Ni siquiera ha sido capaz de conseguirlo en las segundas oportunidades, esas en las que, como la de hoy, le bastaba con cosechar más votos a favor que en contra.

En ambas oportunidades, 2016 y 2019, Pablo Iglesias, líder de Podemos, se ha encargado de cerrarle el paso. Hace tres años, por el veto de los morados a Ciudadanos. Hoy en desacuerdo con el reparto del Consejo de Ministros que Sánchez ofrecía a sus socios. Podemos exigió más de lo que estuvo dispuesto a conceder el PSOE a unos neocomunistas inexpertos en la gestión, si es que en algún momento Sánchez contempló algo distinto a volver a las urnas para reforzar su posición.

Una coalición inédita

El candidato socialista intentó primero algo insólito: gobernar en solitario con apenas 123 de los 350 diputados de la Cámara baja. Creyó que apelando a la «responsabilidad» de PP y Ciudadanos, los Pablo Casado y Rivera le despejarían el camino con su abstención.

Sin esa vía de escape, Sánchez probó después algo aún más inédito: gobernar apoyándose en el partido a la izquierda de la izquierda que representa el PSOE. En ninguna democracia occidental se ha dado nunca un Gobierno de coalición en el que el gran partido del centroizquierda lo comparta junto a la formación que se sitúa a su izquierda. Ni siquiera en 1993 un Felipe González en minoría consideró sumar mayoría absoluta con la IU de Julio Anguita.

Fractura en la izquierda

La negociación saltó por los aires de una manera abrupta en vísperas de la votación decisiva. Podemos ha acusado a los negociadores de Pedro Sánchez de actuar «como una banda de trileros». Los socialistas a los podemitas de haber exigido «literalmente el Gobierno». La izquierda en llamas cuando, según Sánchez, «entre fuerzas de izquierdas la investidura debería haber estado garantizada desde el primer día».

El enfrentamiento entre las dos partidos de izquierdas ha alcanzado cotas nunca vistas desde 1975. Deslealtad, insultos, filtraciones… ¿Cicatrizarán estas heridas a lo largo del verano? Sánchez ha repetido hasta la saciedad que la investidura de julio era la única oportunidad que estaba sobre la mesa. Ahora comienza a correr el plazo de dos meses antes de que se vuelvan a convocar elecciones si el PSOE no logra articular una mayoría suficiente para investir a su candidato.

La encrucijada de Iglesias

Volver a las urnas. Quizá ese fue siempre el objetivo de Sánchez, animado por unas encuestas que le pronostican más escaños y un declive de Podemos. Porque ahora Iglesias deberá explicar por qué, de nuevo, tumbó un Gobierno de izquierdas que Irene Montero iba a vicepresidir. «¿De qué sirve una izquierda que pierde incluso cuando gana?», le ha preguntado Sánchez antes de abandonar el estrado del hemiciclo como candidato derrotado, una vez más.

La investidura fallida de Sánchez deja a Iglesias en situación comprometida dentro de Podemos, donde algunas corrientes eran partidarias de alcanzar un pacto con el PSOE. La IU de Alberto Garzón y los Comunes de Ada Colau han funcionado hoy por libre anunciando su abstención antes de que los morados decidieran su voto. Ya son muchos los que miran a Íñigo Errejón, que sin levantar la voz, aguarda en la sombra.

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