Crónica del día

Sánchez fabrica «tontos útiles» en el PP

Pedro Sánchez Pablo Casado
Pablo Casado y Pedro Sánchez antes de su reunión en el Congreso

Esa es su tarea confesa. Un socialista, especialmente indiscreto, la revela. Pablo Casado ya se puede ir atando los machos. Desde la Moncloa se ha dispuesto un objetivo: magnificar cualquier disidencia interna en el PP para frenar el asentamiento político del líder popular y, al tiempo, engordar las perspectivas electorales de VOX. Claro está que esta última maniobra les puede estallar en las manos a los fontaneros de Iván Redondo, quizá les pase como a Soraya Sáenz de Santamaría (¿se acuerdan ustedes de la ilustre prócer?) que alimentó a los chicos de Pablo Iglesias para desgastar al PSOE y los chicos ya están en el Gobierno. Pero al caso: el lunes, Alberto Núñez Feijóo acudió en Madrid al cónclave de su partido convocado por Pablo Casado, se manifestó a favor de una oposición «contundente, pero moderada» y, como en las viejas comedias de enredo: «fuese y no hubo nada». Veinticuatro horas después Feijóo se desayunaba con una declaración, atribuida a su persona, en la que advertía a la dirección del PP que, más o menos, hará lo que quiera en Galicia y, literalmente que si eso no le gustaba a la ambigua «Génova» se tomara una tila, que a él le importaba un rábano.

Pues bien: Feijóo niega absolutamente tal declaración y la enmarca en esa estrategia de abrir grietas en el PP, de intentar la confrontación entre los dirigentes regionales, singularmente él, y Pablo Casado. Sus gentes se preguntan: dónde se cuece esta maniobra y, aunque no descartan el siempre «popular» fuego amigo (en el PP la revuelta interna es una tradición inveterada), la sitúan en la estrategia de Pedro Sánchez de arrasar las posibilidades electorales del centroderecha. A este respecto, van a menudear las tentaciones para que Feijóo se desmarque del oficialismo conservador, pero él tiene claro que, una vez más, su autonomía política no se verá afectada por este tipo de maniobras. En principio, antes del próximo 31 de marzo se pronunciará sobre su candidatura de nuevo a la Presidencia de la Xunta de Galicia. Sus colaboradores, como es costumbre, afirman no saber nada de sus intenciones y es probable que así sea, entre otras cosas porque se duda de que él mismo haya tomado una decisión u otra. Él es un hombre abonado a las sorpresas. Fíjense: quince minutos de aquel rememorado discurso en el que anunció que declinaba la oportunidad de intentar su opción como presidente del PP, una significada dirigente del partido, creyó, tras hablar con él, que su postura era radicalmente diferente; que se presentaba. Así se las gasta Feijoo.

Va a ser sin duda alguna uno de los peones del Gobierno de Frente Popular para agitar la discordia en la oposición. Hay que constatar con qué eficacia y unanimidad la red mediática de Moncloa ha glorificado las posiciones apócrifas de Feijóo, o, con que profusión han hecho de la salida de Borja Sémper un acontecimiento político de raigambre universal. Lo cierto es que Sémper hace tiempo que navegaba fuera de las aguas jurisdiccionales del PP. En su última campaña en Guipúzcoa hizo desaparecer absolutamente las siglas del partido no ya de sus carteles de propaganda, sino, incluso, de sus actos electorales. Oficiosamente se presentaba siempre como un político moderno alejado de la caspa intrínseca al conservadurismo, tenía un cierto apego a acercarse al nacionalismo (en su provincia el PNV está dirigido por un individuo como Eguibar que se confunde con Bildu) y no ha dejado de prestarse a los juegos publicitarios de Jonan Fernández, el antiguo jefe de Elkarri, hoy alto ejecutivo del Gobierno vasco, encargado de juntar todas las víctimas de una sola causa. Ahora, Borja Sémper se va y no deja su territorio muy propicio para la suerte próximo del PP; es más, su exigua minoría actual puede reducirse incluso en los comicios de otoño.

Todo vale para agitar el supermercado del Partido Popular que, en todo caso, tiene pendientes muchas aclaraciones. Por ejemplo, éstas: ¿en qué consiste esa «Agenda Nacional para la Nueva Mayoría»? pergeñada por Casado en su discurso del lunes? o ¿la «Reagrupación Nacional de Constitucionalistas» es un embrión de lo que hasta ahora se ha llamado «España Suma»? No puede tardar demasiado el presidente del PP en llenar de contenido estos conceptos. En estos momentos, la «factoría del mal» que dirige en Moncloa el gurucillo Iván Redondo, continúa con su estrategia de aumentar las discrepancias en el seno del centroderecha desde todos sus vehículos rodantes. Feijóo y Sémper, son los más actuales ejemplos de una táctica modelada hasta en sus menores detalles para agrietar a la oposición mayoritaria. Pedro Sánchez se va a dedicar a ello en cuerpo y alma.  Con evidente exageración dice un diputado socialista: «Cualquier tonto útil nos vale». Y en eso están: en fabricarlos.

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