Memorias de Juan Carlos I

El rey emérito reconoce una relación filial con Franco: «Nos llevábamos 46 años y él no tenía ningún hijo»

Juan Carlos I relata cómo Franco tenía "un sentimiento paternal" hacia él que "no ocultaba"

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Juan Carlos I. (EFE)
Paula M. Gonzálvez

La relación de Juan Carlos I con Francisco Franco es uno de los tantos temas que el Rey emérito ha abordado en sus memorias, que por el momento sólo se han publicado en Francia. En el libro Reconciliación, el monarca cuenta a Laurence Debray su primer encuentro con el dictador -y el consejo que le dio entonces- y, al hilo de ello, cómo fue estrechándose la relación que les unía.

El emérito conoció a Franco a los 10 años, en el palacio del Pardo, y a partir de entonces comenzaron a reunirse con cierta periodicidad. «El General hablaba poco», señala el Rey Juan Carlos, y subraya que mantenía esa actitud discreta -«tranquila y distante»- «incluso durante las comidas a las que asistía», en las que «parecía escuchar, pero rara vez daba su opinión».

Las comidas a las que se refiere el padre de Felipe VI eran previas, siempre, a reuniones en el despacho del caudillo, en el que mantenían «largos encuentros cara a cara», y en ellos se dedicaban a tener «verdaderas conversaciones».

Juan Carlos I reconoce que, mientras que nadie se atrevía a ser sincero con el general, él sí que «intentaba mantener la franqueza» cuando se dirigía a él. Y así, con la naturalidad a la que hace alusión, le planteaba preguntas como «¿por qué no concede la libertad de crear partidos políticos?». El emérito va más allá, y revela cuál fue la respuesta de Franco a esta cuestión: «Yo no puedo hacerlo, pero usted lo hará más adelante». Juan Carlos remarca que el dictador «tenía una visión clara del estado actual de España y de su futuro», lo que hacía que midiera «las relaciones de fuerza a su alrededor a largo plazo».

«Conversaciones de verdad» con Franco

La respuesta del entonces jefe de Estado pilló por sorpresa al Rey emérito, porque, habitualmente, «debía descifrar sus sutiles insinuaciones», pero «esta vez fue increíblemente explícito». Además, Franco utilizaba otros recursos, más allá de la ambigüedad, para no tener que contestar ciertas cosas. «A veces, cuando no deseaba responder a una de mis preguntas, fingía no haberla oído», algo que hacía «sonreír» a Juan Carlos.

A base de encuentros y «conversaciones de verdad», los dos tomaron confianza y estrecharon su relación. El emérito reconoce que, a pesar de la diferencia de edad, encontraron una muy buena sintonía, especialmente porque Franco «se tomaba el tiempo» de verlo «regularmente y de mantener un diálogo permanente», reconoce con un tono cariñoso hacia el caudillo. Así fue como surgió entre ellos una relación que se asemejaba a la de un padre y un hijo.

«¿Mantuve una relación filial con Franco? Nos llevábamos 46 años. Él no tenía ningún hijo», relata Juan Carlos, y entiende que por eso, «quizá», Franco «proyectaba» sobre él «un sentimiento paternal». «No ocultaba la simpatía que sentía hacia mí. Quizá incluso cierta ternura y benevolencia», matiza.

Franco no es el único personaje mencionado en las memorias de Juan Carlos I, que aborda también su relación con la Casa Real y el Gobierno, de los que dice ser «víctima». Todo lo contrario de lo que dice de Bárbara Rey: el nombre de la actriz ni aparece ni se intuye en ningún tipo de insinuación. Desmemoria absoluta en las memorias del emérito, que lamenta ser «el único español que no cobra pensión después de 40 años de servicios».

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