El PSOE homenajea a los generales que consintieron Paracuellos mientras exhuma a Primo de Rivera
Los socialistas rinden tributo a José Miaja y Vicente Rojo, responsables de la Junta de Defensa de Madrid
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El PSOE de Pedro Sánchez que ha exhumado este lunes a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange fusilado en noviembre de 1936 por «rebelión militar» contra la II República, es capaz de quitarle la condición de «víctima» de la Guerra Civil -así le consideró la vicepresidenta Carmen Calvo en 2019- y homenajear a los victimarios del bando republicano. Por ejemplo, los socialistas han rendido tributo a los generales republicanos que estaban al frente de la Junta de Defensa de Madrid cuando se produjo la matanza de Paracuellos: José Miaja y Vicente Rojo.
El primero, José Miaja Menant, cuenta con un busto en el Archivo de Indianos-Museo de la Emigración, ubicado en la localidad de Colombres (Ribadedeva) y subvencionado por el Gobierno regional de Adrián Barbón, candidato del PSOE a la reelección en el Principado de Asturias el próximo 28 de mayo. Miaja murió en México, donde se exilió. Detrás del busto puede leer la inscripción: «El pueblo de Madrid a su ilustre y heroico defensor general Miaja». El letrero agrega que la obra fue realizada «durante el asedio de Madrid por el escultor valenciano Mariano Benlliure».
Por su parte, el segundo, Vicente Rojo Luch, tiene otro busto y un paseo en su localidad natal, el municipio valenciano de Fuente la Higuera. Allí, el 25 de mayo de 2013, hace diez años, el pleno del Ayuntamiento gobernado entonces por el socialista Vicente Belda, otorgó el título de Hijo Predilecto al que fuera jefe del ejército republicano durante la Guerra Civil. Está enterrado en el cementerio de San Justo, en Madrid.
El propio Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática cita al general Miaja en su informe sobre la Fosa: 1608/2010 Madrid, conocida como la fosa de Paracuellos, «el máximo exponente de la represión republicana». Aquí se dice que durante la batalla de Madrid, varios miles de prisioneros considerados opuestos al bando republicano fueron asesinados en los parajes del Arroyo de San José, en Paracuellos de Jarama, y en Soto de Aldovea, en el término de Torrejón de Ardoz.
«Las matanzas -prosigue el texto- se realizaron con motivo de los traslados de presos, conocidos como sacas, desde diversas cárceles de Madrid entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936». En este punto, apunta que el Gobierno republicano decidió abandonar la capital y trasladarse a Valencia, «encargando la defensa de la ciudad a la Junta de Defensa presidida por el general Miaja». Y añade que en una «reunión de constitución» de la Junta, se decidió «evacuar a los presos», entre los que se encontraban numerosos militares, a prisiones alejadas de Madrid, ante la «preocupación de que pudieran ser liberados y aumentar el potencial ofensivo de los sublevados». El informe de Presidencia evita aquí tratar si se acordó también la «eliminación» de estos presos.
Con todo, dice que «según los estudios realizados, entre esas fechas, se llevaron a cabo 33 traslados de presos, de los cuales 23 terminaron con asesinatos». Por su parte, el jefe de la Consejería de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid era en ese momento Santiago Carrillo, secretario general de la Federación de Juventudes Socialistas y posteriormente líder del Partido Comunista.
Omisión
Si bien la historiografía de izquierdas siempre ha achacado esta masacre a desaprensivos milicianos, la responsabilidad de Miaja y de Vicente Rojo por omisión, está ahí y es incontestable, en un grado de jerarquía superior al de Carillo. En octubre de 1936, el general Rojo había sido nombrado jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa, estando a las órdenes directas del general Miaja en la Junta de Madrid.
El hispanista Paul Preston escribe en El Holocausto español (2011) que «se sabe de la existencia de reuniones en las que casi con toda seguridad se discutió sobre la evacuación y la eliminación de los presos, y casi con toda seguridad se autorizó el procedimiento. Se trata de las reuniones que tuvieron lugar el 6 de noviembre entre José Miaja, Pedro Checa y Antonio Mije (los jefes del Partido Comunista); Mijaíl Koltsov (corresponsal de Pravda) y Checa; y Mije, Vladmir Gorev (agente de la GRU, el servicio de inteligencia militar soviético) y Vicente Rojo», precisa Preston, siendo aquí Miaja y Rojo los dos máximos responsables de la Junta de Defensa de Madrid cuando tuvo lugar la matanza de Paracuellos.
Asimismo, en la publicación Diplomático en el Madrid rojo (2021), Felix Schlayer, cónsul de Noruega en 1936, relata que él mismo pidió explicaciones a Carrillo y que éste se desentendió. Lo que llamó especialmente la atención a Schlayer fue que Carrillo siguiera poniéndose de perfil cuando hubo más muertes después de la conversación entre ambos: «Incluso en esa noche y al día siguiente, se continuó con la deportación desde las prisiones, sin que (el general) Miaja o Carrillo se esforzaran por hacer algo. Y esta vez no tenían la excusa de no saber nada, pues ya habían sido informados por nosotros», subraya el cónsul.