Memoria Histórica

El Gobierno exhuma a Primo de Rivera en período electoral como hizo con Franco

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Agustín de Grado
  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

Los restos de José Antonio Primero de Rivera, fundador de la Falange e hijo del dictador Miguel Primo de Rivera, del que fuera consejero el socialista Largo Caballero, ya no descansan en el Valle de los Caídos. El Gobierno, en coordinación con la familia, los ha trasladado al cementerio de San Isidro. Del centro del altar de la basílica han desaparecido en menos de cuatro años los dos personajes que ocupaban lugar tan destacado: Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera, ambos exhumados en período preelectoral.

«Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas cualidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia», dejó escrito José Antonio antes de ser fusilado por un pelotón de ocho anarquistas en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936. Había sido detenido en marzo, antes de la sublevación militar del 18 de julio, por un delito de tenencia ilícita de armas. Fue juzgado cuatro meses después por rebelión militar contra el Gobierno de la Segunda República.

Paradojas de la historia: José Antonio fue condenado a muerte durante el mandato de un Gobierno presidido por el socialista Largo Caballero (que años antes no había tenido reparos en formar parte del Consejo de Estado de su padre, el dictador Miguel Primo de Rivera) y ha sido desenterrado ahora con otro presidente socialista. Las siglas del PSOE estuvieron presentes en la hora de su fusilamiento y lo están ahora en la de su exhumación.

Aportando documentos inéditos, el periodista José María Zabala narró en Las últimas horas de José Antonio cómo esa ejecución no vino precedida de la orden de «fuego» y los disparos se efectuaron «a capricho» y a apenas tres metros de distancia. El fundador de la Falange tenía 33 años.

A puerta cerrada y sin presencia de autoridades ni de prensa. Así han sido los trabajos para la exhumación de los restos de José Antonio Primo de Rivera, que se han desarrollado desde primera hora de este lunes en la basílica del Valle de los Caídos.

La operación se ha llevado a cabo con la máxima discreción desde las seis de la mañana y se ha centrado en la retirada de la lápida de granito de 3.500 kilos que cubría la fosa donde han descansado sus restos desde 1959, coincidiendo con la inauguración del recinto ordenado construir por Francisco Franco.

Tras la recuperación del féretro, el prior de la abadía benedictina, Santiago Cantera, ha rezado un responso antes del traslado al cementerio de San Isidro, elegido por la familia puesto que allí están enterrados otros familiares del fundador de la Falange, como sus hermanos Miguel y Pilar.

En la memoria

Según la autodenominada ley de Memoria Democrática, «en el Valle de los Caídos sólo podrán yacer los restos mortales de personas fallecidas a consecuencia de la Guerra, como lugar de reconocimiento, conmemoración, recuerdo y homenaje a las víctimas allí inhumadas» y añade que «se procederá a la reubicación de cualquier resto mortal que ocupe un lugar preeminente en el recinto».

Tras el espectáculo que el Gobierno montó en torno a la exhumación del dictador Franco, la familia de José Antonio solicitó el traslado de sus restos en un proceso que no debía «convertirse en una exhibición pública propensa a confrontaciones de ninguna clase entre españoles».

Y en un comunicado, añadió: «José Antonio seguirá manteniendo el sitio preeminente que le corresponde en la memoria de muchos españoles y no podrá ser objeto de más humillaciones. Como mucha gente sabe, este traslado será el cuarto que se produce tras su muerte y su nuevo enterramiento sería el quinto de su mal llamado eterno descanso. Pocos restos humanos han viajado tanto como los de José Antonio. Pero, conociendo sus ideas, esta sería probablemente la última de sus preocupaciones».

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