CRISIS DEL GAS

Sánchez busca apoyos europeos para viajar a Argelia y recomponer las relaciones en plena crisis del gas

Argelia Pedro Sánchez
Pedro Sánchez y el canciller alemán, Olaf Scholz.
Joan Guirado

Pedro Sánchez ha hecho un guiño a Argelia. El último mandatario en viajar al país magrebí fue, hace unos días, el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron. Antes lo había hecho el primer ministro italiano, Mario Draghi, en cuyo viaje logró arrebatar a España parte del gas que este país manda a Europa. Y entre medias, en secreto, varios miembros del Gobierno español, entre ellos algún ministro, han realizado viajes relámpago para intentar reconducir las relaciones, rotas por la decisión unilateral de Pedro Sánchez de reconocer que el Sáhara es parte de Marruecos. Ahora, el presidente español quiere viajar a Argelia. Y busca respaldo a nivel comunitario para hacerlo. Más que nada porque, con las tensiones que generó él mismo, sabe que no es bien recibido en el país.

El jefe del Ejecutivo, que este martes se ha reunido en Berlín con el canciller Olaf Scholz, trata de convencer a su homólogo alemán para realizar un viaje conjunto a uno de los países más importantes del mundo en cuanto a exportación de gas. Alemania atraviesa una situación muy compleja por su enorme dependencia del gas ruso, por lo que un gesto de esas características reviste un enorme simbolismo. Un aviso en toda regla a Vladimir Putin en un contexto en que la voluntad de la mayoría de países europeos es reducir la dependencia de sus exportaciones.

Para Sánchez, sin embargo, constituye un desafío al Gobierno de Argelia, que ha venido manifestando que no quería ningún tipo de relación con él. Con el hecho de ir acompañado de Scholz, e incluso de algún otro líder europeo como la presidenta de la Comisión Úrsula von der Leyen, más allá de asegurarse la recepción protocolaria en el país, Sánchez quiere hacer ver a Argelia que si rebajan la hostilidad hacia su persona podrán exportar más gas hacia Europa. Y convertirse en la alternativa real a Rusia.

En la rueda de prensa conjunta entre ambos mandatarios, preguntados por si tenían intención de viajar al país norteafricano, Pedro Sánchez no ha ocultado que le «encantaría» ir a Argelia. Cabe recordar que el país rompió las relaciones diplomáticas por la rendición del presidente español a Marruecos, reconociendo la vía autonomista de Rabat sobre el Sáhara Occidental. A principios de junio, Argel suspendió el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España y además, retiró a su embajador. El Gobierno de este país carga toda la responsabilidad de la mala relación diplomática sobre la persona del presidente.

Pese a ello, Pedro Sánchez quiere aprovechar para convertir a España en un enclave estratégico para el suministro de gas a Europa, mientras Argelia ha reforzado sus relaciones con Italia. «Para responder a la llamada de nuestros países hermanos que están siendo chantajeados» por Putin, según el presidente socialista. Y de paso, aprovechando el pool de distribución en el que se convertiría nuestro país, hacer negocio.

Así pues, con un objetivo compartido, y varios intereses distintos, Sánchez y Scholz quieren unir fuerzas para lograr cuánto antes unas interconexiones gasísticas que permitan a la península ibérica compartir con Europa todo el rendimiento que su infraestructura puede ofrecer. La opción más económica y fácil es que un gran gasoducto cruce Europa a través de Francia. El presidente francés, que se había opuesto hasta ahora al proyecto del MidCat, se ha abierto, tras la reunión de los dirigentes español y alemán, a explorar esta posibilidad.

«Desde el momento en que el presidente del Gobierno español y el canciller alemán lo piden, desde que los amigos lo piden, examinamos la demanda de nuestros amigos, de nuestros socios», ha asegurado el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire.

El interés del jefe del Ejecutivo en que se pueda realizar esta obra que le obligaría a reconducir las relaciones con Argelia. Y no parece que sean fáciles de reconducir, a juzgar por las manifestaciones del gobierno argelino. Muy molestos por la posición española en el Sáhara, dan por hecho que con este Gobierno va a ser imposible normalizar la situación

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