OKDIARIO en el frente de Lérida donde luchó con Franco el abuelo de Sánchez: «Cayeron 1.300 republicanos»
Algunos escenarios de la batalla del Segre donde combatió Mateo Pérez-Castejón se mantienen casi intactos
El abuelo de Sánchez declaró que se pasó al Ejército de Franco para «servir a la auténtica España»
El asustadizo Blanc, el perro que cuida las cabras de Luis, payés de Comiols (Lérida), se ha encumbrado al techo de un fortín de cemento para defenderse de nuestra presencia. Desde allí, Blanc vigila nuestros pasos mientras hablamos con su dueño, guardián de las sombras y los ecos de la Guerra Civil en el antiguo campo fortificado de Los Corrales.
OKDIARIO ha visitado junto a Pedro Corral, periodista e historiador especializado en la Guerra Civil, las antiguas posiciones de la contienda en las sierras leridanas de Campanetas, del Cucú y de Comiols donde Mateo Pérez-Castejón Díaz, el abuelo materno de Pedro Sánchez, combatió como legionario de la XV Bandera, en la 150.ª División franquista.
Mateo se alistó voluntario en la Legión en julio de 1938, después de desertar del Ejército Popular de la República en el frente de Teruel, como ha venido contando OKDIARIO esta semana, de la mano de Segundo Sanz. El abuelo de Pedro Sánchez declaró que se alistó voluntario en el bando nacional «con la idea de servir a la auténtica España».
Nochebuena de 1938
Comenzamos este viaje a la decisiva batalla del Segre, clave para la toma posterior de toda Cataluña y de Barcelona, al pie de La Campaneta, la posición donde el abuelo legionario del líder del PSOE pasó la Nochebuena de 1938. Mateo estaba a apenas dos kilómetros de los que serían objetivos militares de su XV Bandera a partir del 26 de diciembre de 1938. Aquella fue una auténtica noche de paz entre los españoles de uno y otro bando. «Sin novedad», rezaron todos los partes.
Al clarear el día de Navidad, amaneció de nuevo la guerra. Mateo asistió como espectador desde La Campaneta a los durísimos combates que la 150.ª División sostendría contra las posiciones de la 26.ª División republicana en el entorno de la ermita de Bonrepós.
La XV Bandera de la Legión acudirá a la línea de fuego el día 28 para envolver desde el Vértice San Miguel las posiciones fortificadas republicanas de Los Corrales y la Central Eléctrica de Cap de la Serra. Para nuestra sorpresa, encontramos la central en pie, aunque sin techumbre, a apenas doscientos metros de la carretera de Isona a Artesa de Segre.
Central eléctrica y bunkers
Sus paredes están acribilladas a balazos. La maleza cubre sus estancias. En la fachada quedan restos del tendido eléctrico. «Mateo, el abuelo legionario de Pedro Sánchez, luchó aquí», cuenta Pedro Corral.
Seguimos en busca del bastión de Los Corrales. Es un topónimo que aparece en los mapas antiguos, como el de 1932, que debió de usarse en la contienda, pero no en los actuales. Apenas unos minutos de desorientación después, nos encontramos con una planta de energía solar y una granja entre la niebla.
Es de Luis, el payés de Comiols, con su perro Blanc. Nos confirma que estamos en Los Corrales. Se ofrece amablemente a enseñarnos los fortines de cemento que se conservan de la antigua posición republicana, asaltada a bayoneta calada por Mateo Pérez-Castejón con su XV Bandera el 28 de diciembre de 1938.
El padre de Luis estableció su hogar en Los Corrales al acabar la guerra. La cota formaba parte de las defensas republicanas de la línea del río Segre con medio centenar de fortines, rodeados de trincheras y alambradas. En esta posición resistió la 26.ª División republicana durante tres días los ataques del enemigo al comienzo de la ofensiva de Franco sobre Cataluña.
El abuelo herido de Sánchez
El historiador militar José Manuel Martínez Bande dice en su libro sobre esta ofensiva que este sector fue uno de los escenarios donde más duramente se combatió en la campaña de Franco por la conquista de Cataluña. Y fue exactamente el lugar donde el legionario Mateo Pérez-Castejón, abuelo de Pedro Sánchez, cayó herido el 29 de diciembre de 1938 «en acción de guerra frente al enemigo», según reza su hoja de servicios.
La niebla asciende en oleadas a Los Corrales desde las barrancadas, dejando rasgaduras de tristeza en el paisaje, entre la fronda. Aquí los combates fueron brutales, cuerpo a cuerpo, a bayonetazos y cuchilladas, a puñetazos y patadas.
Luis se conmueve recordando cómo hablaba su padre de aquellos soldados republicanos de la «quinta del biberón» que pasaban por Comiols de camino a la primera línea: «Habría que hacer un monumento a aquellos chavales, que eran casi niños. Mi padre me contaba que podían pasarse un día entero en las trincheras sin echarse nada a la boca porque ya no había casi nada para comer en la zona republicana. Aquí murieron muchísimos cuando atacó Franco».
1.300 cadáveres republicanos
En sólo cuatro días, del 25 al 28 de diciembre de 1938, las fuerzas franquistas con las que luchaba Mateo Pérez-Castejón en este sector infligieron graves pérdidas al enemigo. La 150.ª División recogió en este campo de batalla 1.300 cadáveres de combatientes republicanos, según los informes que envió al cuartel general de Franco el futuro jefe de la División Azul en Rusia, el general Agustín Muñoz Grandes, que comandaba entonces el Cuerpo de Ejército de Urgel, al que pertenecía la unidad de Mateo.
En este escenario de la Guerra Civil rezuma el vaho invisible de la sangre antigua, como en todos los parajes que fueron campos de batalla. Ni himnos, ni estandartes ni consignas: sólo flamean entre la niebla los jirones del recuerdo de la muerte.
Entre las blasfemias y palabrotas de aquellos chavales españoles que se mataron entre ellos en Los Corrales debieron de ascender también las llamadas agónicas a las madres. Llamadas que mudamente se enroscaban en el alma angustiada de las mujeres en la retaguardia, muchas veces para siempre. «Aquellos chavales españoles tenían la misma edad que Mateo», dice Pedro Corral.
«A punta de cuchillo»
De la dureza de los choques que tuvieron lugar aquí son prueba los partes de la 150.ª División franquista en la que luchaba el abuelo de Pedro Sánchez. «En el sector de la 150 División la lucha ha seguido muy encarnizada en los alrededores de la Central Eléctrica y de Los Corrales. El enemigo reforzado continuamente ha defendido con tesón fortificaciones muy perfeccionadas que han sido conquistadas a punta de cuchillo por nuestras tropas», reza el borrador del parte divisionario del día 28 de diciembre.
Cuando en el puesto de mando del Cuerpo de Ejército de Urgel se recibe aquel parte tan descriptivo de los brutales combates en Los Corrales y la Central Eléctrica de Cap de la Serra, se decide cambiar la cruda realidad por la soflama: se elimina la expresión «a punta de cuchillo» y se sustituye por “brillantemente”. Se deja, no obstante, el origen de la mayor parte de las bajas: «Unas 300, muchas de ellas de arma blanca».
Las pérdidas de la 150.ª División con la que luchó el abuelo de Pedro Sánchez no tienen comparación con las de los republicanos. Los nacionales tienen 11 muertos y 38 heridos entre los oficiales, incluido entre los heridos el jefe de la XV Bandera, Ricardo Suárez Roselló. Las bajas de tropa son 61 muertos y 562 heridos, uno de estos últimos, Mateo Pérez-Castejón.
El abuelo de Sánchez convalecerá tres meses a causa de las heridas recibidas en Los Corrales y volverá pronto al frente a luchar. En marzo de 1939 se une a la Ofensiva de la Victoria en tierras de Guadalajara, donde las fuerzas republicanas se rinden a su unidad con bandera blanca.
Condecorado
Después de la guerra, Franco le recompensará con la Medalla de la Campaña y con dos Cruces Rojas del Mérito Militar. Se entregaban a «aquellos que se distingan en las operaciones de guerra». Había sido el caso de Mateo Pérez-Castejón luchando en el bando nacional.
Nada de esto está escrito en el paisaje de niebla y bosque que nos rodea en Los Corrales. Los escenarios enmudecen con el paso del tiempo, salvo por algunos vestigios, como los fortines de cemento. Contra ellos se lanza de nuevo la sombra de un espectro, el legionario Mateo Pérez-Castejón, el chapiri ajustado con el barbuquejo y la bayoneta calada, para vencer la condena al olvido que le ha impuesto su nieto Pedro, el memorioso.