JXCat romperá el pacto con el PSC en la Diputación de Barcelona para darle la presidencia a ERC

PSC
Nuria Marin en una imagen de archivo.
Joan Guirado

El pacto entre Junts per Catalunya y el PSC en la Diputación de Barcelona tiene los días contados. El papel de los socialistas tras la sentencia del Tribunal Supremo ha aumentado la desconfianza de los separatistas con sus socios de gobierno y las presiones internas, tanto en la órbita de Carles Puigdemont como del PDeCAT, hacen insostenible el acuerdo que hizo presidenta a la alcaldesa de L’Hospitalet y miembro del comité federal del PSOE Núria Marín.

El acuerdo, que subscribieron en los despachos dirigentes del Partit Demòcrata con los socialistas al margen de Junts per Catalunya, ya generó un profundo malestar en la coalición electoral. Horas antes de cerrarse el pacto el propio presidente de la Generalitat, Quim Torra, intervino para intentar evitar in extremis la coalición, propiciando un acuerdo con Esquerra Republicana, aunque su esfuerzo no fructificó.

Ahora, por eso, esa suma permitirá un gobierno netamente independentista en el ente supramunicipal, la institución tras la Generalitat que más dinero reparte entre los municipios y las entidades afines, con una situación económica cómoda que facilitaría sustentar algunas de las organizaciones separatistas con abundantes ayudas en forma de subvenciones.

El reparto de sillones en base a los resultados electorales del 26 de mayo dejó en empate a los grupos del PSC y Esquerra Republica: 16 escaños cada uno. Junts-PDeCAT era el único grupo que tenía la llave de la institución, gobernada hasta entonces por ellos. De hecho la Diputación de Barcelona es una de esas administraciones que sólo han gobernado socialistas y convergentes, por lo que el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, prefirió blindar esa hegemonía facilitando la investidura de Marín y quedándose con áreas de gobierno.

Pero Bonvehí ahora se verá obligado a rectificar, fruto de las presiones internas, y la posibilidad de que ERC salga del gobierno de la Generalitat obligando a Torra a convocar unas elecciones anticipadas que no desean en su formación, ante las malas previsiones. El miércoles Puigdemont ha convocado a todos los cargos electos para poner en marcha una asamblea paralela al Parlament, que ha recibido el beneplácito de Esquerra pese a que trabajaban en otro foro, una cita clave para el futuro de la institución provincial.

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