La investidura, el olor a marihuana, las hijas de Batet y el vestido de Ayuso, protagonistas de la Constitución
La Constitución cumple 41 años. Lo hace con una salud de hierro, pese a que algunas voces reclaman que se estudie su modificación. Aún sus cuatro décadas de vida, la Carta Magna, también está de plena actualidad por el desafío separatista. El futuro Gobierno socialcomunista depende de los separatistas que quieren romperla y, a cambio de una silla en La Moncloa, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias están dispuestos a negociar esa ruptura. La incertidumbre sobre la investidura y el futuro Gobierno han sido, hoy, el principal tema de conversación en el acto conmemorativo que se ha celebrado en el salón de pasos perdidos del Congreso.
Pero de lo que más se ha hablado ha sido del fuerte olor a marihuana que se respiraba en la carpa, presidida por todas las banderas autonómicas y desde donde los asistentes lanzaban sus mensajes, por donde tenían que pasar todos los invitados. Era tal la aglomeración de gente que esperaba para acceder al Palacio que, junto a el olor, más de uno decía sentirse un poco mareado.
La multitud de gente que ha ido hasta el Congreso ha tenido que hacer una importante cola para entrar, no como Gabriel Rufián, Aitor Esteban o Laura Borràs. Separatistas y nacionalistas vascos han vuelto a hacer campana este día, pese a que cobran del Estado. Tampoco ha hecho la cola Pedro Sánchez, que para evitar ser abucheado, ha rebajado la figura del presidente del Gobierno que encarna, accediendo por una puerta lateral y así no dejarse ver entre los ciudadanos que han esperado heroicamente durante horas.
El sincero abrazo de las hijas gemelas de la presidenta del Congreso Meritxell Batet a su madre o la ‘cobra’ de la ministra de Educación en funciones, Isabel Celaá, a una desconocida flamante presidenta del Senado, Pilar Llop, también han sido objeto de los corrillos entre mini bocadillos de rabo de toro, cuadrados de atún a la plancha o croquetas de queso azul. Los camareros iban y venían por la zona noble del Palacio sin poder respirar.
Tras marcharse Sánchez del acto, los ministros y su equipo más cercano se han convertido en los más buscados por los periodistas. Mientras el líder del PP Pablo Casado, conversaba con los informadores, a pocos metros Carmen Calvo reunía a los corresponsales de los medios catalanes. Los que cubren PSOE y Gobierno buscaban insistentemente a un Iván Redondo -jefe de gabinete de La Moncloa- que se limitaba a un «no voy a responder a nada». La vicesecretaria socialista, Adriana Lastra, con el pie impedido, era conducida en silla de ruedas por su jefe de gabinete Javier Aunión por los pasillos. En un rincón la ministra Lola Delgado arrinconaba a Fernando Grande-Marlaska para hablar intensamente durante varios minutos.
La sorpresa la han protagonizado los representantes de VOX, Unidas Podemos y Ciudadanos, Iván Espinosa de los Monteros, Pablo Iglesias e Inés Arrimadas, conversando distendidamente durante la recepción. También ha causado furor el conjunto completamente amarillo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la popular Isabel Díaz Ayuso, que bromeaba con «lo bonito que es el color», cuando se le advertía que los separatistas podían ver en ella una nueva aliada. Ayuso ha representado a las autonomías junto a nueve presidentes más, la mayoría del PP, excepto los socialistas María Chivite, Angel Víctor-Torres, Emiliano García Page y Guillermo Fernández-Vara y el incombustible Miguel Ángel Revilla.
Ni el separatista Quim Torra, ni el nacionalista Iñigo Urkullu, ni los presidentes autonómicos del PSOE que gobiernan con los populistas o nacionalistas como Javier Lambán y Francina Armengol con Podemos o Ximo Puig con Compromís, han declinado participar en el acto institucional. Tampoco estaba el socialista asturiano Adrián Barbón, que gobierna gracias a IU.
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