Un informe avisa de que el discurso de odio independentista ha calado en la opinión pública internacional
El Instituto de Seguridad y Cultura advierte que "el relato independentista ha penetrado con fuerza en la opinión pública internacional".
Miles de independentistas se congregaron el pasado 29 de febrero en la localidad francesa de Perpiñán para aclamar a su «president en el exilio», Carles Puigdemont, quien presumió de pisar por fin suelo catalán (la Cataluña del Norte, en el argot de los nacionalistas). Tan sólo dos semanas después de participar en aquel acto, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, anunció que había dado positivo en el test de coronavirus. Hoy Perpiñán constituye uno de los principales focos de contagio del coronavirus en territorio francés.
Pese a ello, durante las últimas semanas Torra ha mantenido la ficción de que el coronavirus llega a Cataluña desde Madrid, como el resto de males, por lo que llegó a anunciar la decisión de cerrar las «fronteras» de su región con el resto de España. Cientos de independentistas se han sumado a su discurso con mensajes como el siguiente: «España nos roba y ahora nos mata».
El mismo Quim Torra ofreció el pasado 19 de marzo una entrevista a la BBC para denunciar que «los expertos y científicos que nos asesoran nos dicen que la mejor forma de frenar el coronavirus es el confinamiento domiciliario, pero el Gobierno español se niega». Torra realizó estas declaraciones por skype, confinado en su casa, pues el estado de alarma llevaba ya varios días en vigor. Mentía a sabiendas, con el único objetivo de desacreditar a España.
Se trata sólo de dos ejemplos que muestran cómo los independentistas han aprovechado la epidemia del coronavirus para volcar su odio contra España, alimentar el victimismo, fabricar nuevos agravios y seguir avanzando en su proyecto totalitario. El Instituto de Seguridad y Cultura ha elaborado un informe que advierte de este fenómeno, firmado por Nicolás de Pedro y titulado «Crisis del coronavirus: la desinformación del separatismo catalán como desafío estratégico para España».
▶️ #President @QuimTorraiPla a @BBCWorld: “Els experts i científics que ens aconsellen diuen que la millor manera de frenar el #coronavirus és amb confinament domiciliari però el govern espanyol diu que no cal” pic.twitter.com/VD6QXddQlR
— Govern. Generalitat (@govern) March 19, 2020
L'única cosa de profit que podem treure d'aquesta catàstrofe del coronavirus és la independència de Catalunya. L'única.
— Jordi Galves (@jordigalves) April 4, 2020
«El nacionalismo catalán», señala el documento, «ha impulsado desde la transición democrática un proceso de construcción nacional con vocación omnicomprensiva. Cuarenta años después, como resultado, existe una hegemonía política y cultural arrolladora del nacionalismo en el conjunto del tejido institucional, mediático, educativo y cultural catalán». Una situación que se refleja en lemas como un sol poble, el afán por monopolizar el espacio público con lazos amarillos o la patrimonialización del concepto e identidad catalana.
«Esa hegemonía», añade Nicolás de Pedro, «se alimenta a sí misma promocionando y subvencionando a los afines y expulsando, progresivamente, al disidente. Se constituye así un sistema clientelar o ‘nebulosa economía social independentista’». Buen ejemplo de ello es el Institut Nova Història que, financiado por las instituciones públicas, se dedica a falsear la historia para sostener que Leonardo da Vinci, William Shakespeare, Miguel de Cervantes, Marco Polo, Lope de Vega, la mística Santa Teresa y Erasmo de Rótterdam eran catalanes. Todo sirve para alimentar el mito nacionalista.
Según explica Nicolás de Pedro, los medios públicos de la Generalitat, como TV3 y Catalunya Ràdio, juegan «un papel central en la articulación de esa narrativa nacionalista incontestada y trufada de agravio y victimismo permanente con relación a una España caracterizada siempre como autoritaria, zafia, agresiva y hostil. Y no se trata sólo de los espacios informativos o de análisis. Es un relato que permea los espacios de producción propia y resulta evidente en exitosos programas de humor como Polònia o APM. No se trata de una burda imposición de directrices desde arriba, sino del resultado natural y normalizado de esa hegemonía discursiva nacionalista. La relevancia de estos medios de comunicación admite poca discusión. Los propios nacionalistas suelen considerar a TV3 como una estructura de Estado. Y es frecuente el lamento público de columnistas y opinadores nacionalistas con respecto a quienes no consumen cultura y medios del país”.
Nicolás de Pedro también ha analizado en su informe las mentiras vertidas por Quim Torra para desacreditar a España en su entrevista a la BBC. A su juicio, los independentistas pretenden así «pasar de un conflicto interno entre catalanes a una cuestión entre Cataluña y España concebidas como dos entidades ajenas y que precisan de mediación internacional por unos supuestos déficits democráticos del Estado español. Obviamente, en plena pandemia, el impacto práctico que cabe esperar de esta entrevista o de las cartas enviadas por Torra a los miembros del Consejo Europeo es, sencillamente, ninguno. Incluso, puede que resulte contraproducente para él y los suyos y que, en línea con lo que apuntan algunos, una mayor exposición internacional es positiva por cuanto les hará retratarse frente a esas audiencias».
Para contrarrestar estas mentiras del independentismo, concluye el informe del Instituto de Seguridad y Cultura, «la eficacia de la diplomacia española hasta la fecha no debe invitar ni a bajar la guardia ni tampoco a infravalorar la relevancia de la opinión pública internacional, donde el relato independentista ha penetrado con fuerza».