La imprevisión de Pedro Sánchez con el coronavirus torpedea ya a la industria española

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Marta Blázquez Faconauto
Concesionario de Faconauto
Carlos Cuesta

La OCDE habla ya de un desplome del crecimiento mundial a la mitad, pero Pedro Sánchez prefiere ni hablar del golpe en la economía nacional. El FMI pide acciones contundentes contra el coronavirus, pero el presidente del Gobierno se limita a desmigar medidas de bajo impacto. Y Bruselas exige a los Estados miembros que se anticipen al deterioro global, mientras Sánchez mira cómo los indicadores económicos nacionales se debilitan ante sus ojos sin hacer nada reseñable. Un deterioro que muestra ya en negativo los principales indicadores industriales. Todo ello, en medio de una inacción del Gobierno que ha provocado que el jefe del Ejecutivo haya retrasado el diseño de las medidas económicas hasta esta semana mientras las empresas critican la falta de iniciativa.

El Indicador de Producción Industrial muestra un deterioro en el último dato interanual conocido (del mes de enero) del -2,2%. El Indicador de Confianza Industrial del -4% (dato de febrero). El termómetro de la producción de la industria de la construcción refleja un desplome del -6,2% (dato de diciembre). La matriculación de automóviles se hunde un -6% (dato de febrero). El Indicador de Confianza del Consumidor refleja una caída del -7,9% (febrero). Y el Indicador de Financiación del Sector Privado deflactado refleja un nuevo golpe hasta el -2,0% (enero).

Todo un abanico de datos negativos que figuran ya en el panel de indicadores avanzados del Gobierno de Pedro Sánchez que confirman que las advertencias desoídas por el Gabinete socialcomunista han permitido que el daño en la economía española esté ya empezando a cuajar. Y de forma más seria de la que se puede apreciar a simple vista.

Los datos están todos extraídos de los paneles oficiales de datos avanzados que vigila el Ministerio de Economía. Y revelan un fuerte deterioro de la actividad.

Mensajes negativos a los mercados

Durante todo el tiempo en el que se ha fraguado esta tendencia, el Gobierno ha negado lo que ocurría y su gravedad. Es más, se ha dedicado a lanzar al mercado mensajes anunciando subidas de impuestos, trabas administrativas, destrozos en la reforma laboral, obstáculos a la subcontratación y toda una colección adicional de desincentivos a la captación y creación de empresas. Toda una carrera por torpedear las expectativas de la economía española y por demostrar que sólo pensaba en incrementar el gasto: Bruselas, de hecho, ha tenido que llamarnos la atención por presentar unos presupuestos con cuatro veces el ritmo de incremento de gasto permitido.

Y ello, pese a que la OCDE ha pedido en repetidas ocasiones ya a las economías que combatan este efecto por el riesgo de devolver la actividad productiva mundial a una situación que nadie desea: al de 2008, tal y como también ha avisado ya el FMI.

Los contactos mantenidos por los representantes de la OCDE con los distintos países han servido durante estas últimas semanas para que la institución insista en la necesidad de que se alivie la carga a las empresas en un momento como el actual. China es la gran fábrica mundial y su parón productivo por el virus provoca que las empresas no puedan facturar pese a contar con innumerables costes fijos. Por eso, la OCDE ha reclamado ayudas fiscales a las empresas para evitar la crisis económica provocada por el virus. Justo lo contrario de lo que ha impulsado Pedro Sánchez hasta ahora: subidas de impuestos a las empresas por valor de más de 3.000 millones de euros.

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