POLÍTICA

Iglesias rabia contra el policía infiltrado pero recomendó hacer escuchas a la oposición en Venezuela

Pablo Iglesias
Pablo Iglesias. (Foto: EFE)
Luis Balcarce

El ex líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha puesto el grito en el cielo tras conocerse que cinco mujeres activistas se han querellado por abusos sexuales contra un policía infiltrado en movimientos sociales de Barcelona. Hasta el punto de ironizar, en su podcast La Base, con que, cuando era vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Asuntos Sociales y Agenda 2030, propuso al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, infiltrar a policías en el PP para que se «follen» a políticos como «Ayuso, Feijóo, Casado, Cospedal y Margallo» porque «estos corruptos de mierda cantan La Traviata en la cama». A Iglesias, la actuación de un policía infiltrado no debería escandalizarle ya que él mismo recomendó espiar a la oposición venezolana cuando cobraba de la dictadura chavista.

En un informe «táctico» de la Fundación CEPS con fecha de 26 de noviembre de 2011 -Iglesias era miembro del consejo directivo- se recomendaba «el uso de las escuchas telefónicas para obtener información de contrincantes políticos o monitorear a personas afines es sin ninguna duda necesario, dentro de la lógica de actuación en legítima defensa y construcción de redes de inteligencia de todo Estado, más si éste es un Estado como el venezolano, que cuenta con tantos enemigos interesados en subvertir el proceso revolucionario que se vive desde hace 12 años». Aunque no lleva firma, el informe fue redactado por Nuria Del Río, asesora de Chávez en espionaje a la oposición y que años después ficharía por Ahora Madrid para trabajar a las órdenes de Manuela Carmena con un sueldo de 60.000 euros al año.

Dicho informe recuerda que estas escuchas eran «acciones ilegales» y que pueden comportar «sentencias que perjudiquen al Estado y a la institución que las practica». Por este motivo, CEPS recomendaba «el uso de armas tan efectistas y efectivas como la retransmisión de conversaciones comprometedoras para la oposición deberían realizarse de manera menos usual y banalizada. Las respuestas políticas, mediáticas y judiciales a dicha práctica pudieran ser muy nocivas para el proceso». Así, «sería deseable actuar siguiendo la lógica de utilizar de manera dosificada estos mecanismos, apuntando a erosionar o no dejar en evidencia a grandes contrincantes».

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