POLÍTICA EXTERIOR DE SÁNCHEZ

La hipocresía de Sánchez: reclama para Palestina el Estado que le niega al Sáhara

Mientras Sánchez reclama "derecho internacional" para Palestina y apuesta por un estado independiente, le niega eso mismo al Sáhara

Sánchez Sáhara Palestina
Pedro Sánchez.
Pelayo Barro

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está dispuesto a reconocer de forma unilateral un Estado para Palestina al considerarlo un «territorio ocupado». Esa es la receta que trajo bajo el brazo de su última visita a Israel, a donde acudió para tratar de ayudar a frenar el conflicto provocado por los atentados terroristas de Hamás el pasado 7 de octubre. De allí volvió con una crisis diplomática sin precedentes con Tel Aviv y con una felicitación de los yihadistas. Pero de fondo, lo significativo es que Moncloa apuesta por una solución diametralmente opuesta para el otro territorio al que el PSOE consideraba «ocupado» hasta 2022: el Sáhara Occidental. Mientras se apuesta por una Palestina independiente, se reconoce la legitimidad de Marruecos para gobernar sobre el Sáhara.

Un salto masivo de 10.000 personas sobre Ceuta, una crisis diplomática sin precedentes que afectó a la lucha contra el terrorismo y una misteriosa intromisión digital en el teléfono móvil del presidente y de dos de sus ministros fueron suficientes para que España cambiase, de un plumazo, lo que había venido defendiendo durante décadas para el Sáhara. Y con ese cambio, el PSOE de Pedro Sánchez se ha sumido de lleno en la paradoja de reclamar para unos lo que le niega a otros.

«Ha llegado el momento para la comunidad internacional y para la Unión Europea de reconocer de una vez el Estado palestino. Es algo que merece la pena, que reviste la suficiente importancia y que la UE tenemos que hacer de forma conjunta, vale la pena y sería importante que lo hiciéramos juntos. Pero si este no es el caso, España tomará sus propias decisiones», sentenció Sánchez el pasado 24 de noviembre desde el paso fronterizo de Rafah, que une Egipto con Gaza. Lo hizo tras sentarse delante del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y espetarle una diatriba sobre el «derecho internacional» que contrarrestó el líder hebreo con toda una lección de realpolitk.

Sánchez está dispuesto a ir a por todas con ese Estado palestino, a pesar de que la Unión Europea ha buscado en todo momento el consenso en los pasos a seguir a partir de ahora para encauzar la situación en Oriente Medio. Pero igualmente unilateral fue la decisión que tomó el líder socialista en abril, con su histórica cesión ante Marruecos al reconocer su plan de soberanía para el Sáhara como el más «serio y creíble» para el territorio. Tan unilateral que Sánchez ni siquiera se lo comunicó a su propio Consejo de Ministros.

Esa decisión, que se tomó para aplacar a Marruecos, contraviene los mandatos de la ONU para buscar un arreglo al futuro de unos territorios que en su día estuvieron controlados por España, y que España se comprometió a llevar hacia un referéndum para que el pueblo saharaui eligiese. Esa promesa se mantuvo firme en Madrid hasta ese 18 de marzo en el que saltó por los aires. Y fue Marruecos, y no España, el encargado de anunciar el giro en la política exterior que había unido a la diplomacia de todos los gobiernos de la democracia.

En el ámbito diplomático no pasa desapercibida esta dicotomía en la que se ha sumido la política exterior española respecto a «territorios ocupados» que constan como tales en resoluciones de la ONU. Se advierte que esto pasará factura a la credibilidad de España en el futuro como actor internacional.

Informes contrarios en Defensa

La posición del Gobierno de Sánchez respecto al conflicto en Gaza, y la solución del Estado para palestina, choca incluso con lo que le apuntan los analistas que firman para el Ministerio de Defensa. Los líderes de Palestina, y más aún los del grupo terrorista Hamás, no se conformarán con la solución de dos Estados para Israel y Palestina. Estos últimos «apuestan por la resistencia armada y creen que los Acuerdos de Oslo fueron sólo un primer paso para la recuperación de una Palestina desde el río (Jordán) hasta el mar». Así lo indica la analista del IEEE Marta González en su informe Viabilidad de un futuro Estado palestino: victimización, incitación a la violencia y recompensa del terrorismo como forma de hacer política.

Las conclusiones de dicho informe, hecho público por Defensa el pasado mes de abril, son demoledoras respecto a dar alas -como está haciendo el Gobierno de Sánchez- a esa solución de los dos estados, especialmente del que reclama Palestina y en los términos en que lo hace: «El ciclo de la violencia se retroalimenta con unas aspiraciones nacionales inviables (derecho de retorno, absorción de refugiados o capitalidad en Jerusalén), una narrativa que incentiva la violencia y busca desconectar la historia y el legado judío de la Tierra de Israel y recompensa al terrorismo».

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