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El efecto llamada de Sánchez colapsa la lucha contra la inmigración ilegal en el Estrecho

Sánchez dice que su gobierno ha reducido la llegada de pateras a España. Los datos y el testimonio de quienes luchan a diario contra el fenómeno de la inmigración irregular le desmienten. OKDIARIO viaja al sur de España para conocer el caos que han generado las políticas del PSOE y su 'efecto llamada'.

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Pelayo Barro

Lo dijo Sánchez en el debate de Atresmedia: “Hemos reducido la llegada de inmigrantes a nuestras costas”. El ‘fact-check’ del mundo real y los datos sobre el terreno le desmiente de forma tajante. OKDIARIO se ha trasladado al sur de España para ser testigo del colapso que han provocado las políticas del gobierno socialista en materia de inmigración. El ‘efecto llamada’ que provocó el ‘Aquarius’ se agravó hasta alcanzar una situación insostenible. Una saturación que dejó sin protección a los ciudadanos, y que amenaza con repetirse con la misma o mayor intensidad este 2019.

2 de junio de 2018. Pedro Sánchez promete el cargo ante Felipe VI en la Zarzuela y se convierte oficialmente en presidente del Gobierno. Solo nueve días después, Sánchez tomaría una decisión que marcaría la lucha contra la inmigración ilegal a partir de ese momento: el gobierno ordena establecer Valencia como “puerto seguro” para el ‘Aquarius’, el barco con 629 inmigrantes ilegales a bordo al que la Italia de Salvini le ha cerrado sus puertos.

Con aquel mensaje político de ‘puertas abiertas’ que lanzó el ejecutivo de Sánchez en sus primeros días en La Moncloa, las cifras de llegadas de inmigrantes ilegales por mar a las costas españolas se dispararon hasta números nunca antes vistos. El PSOE se apuntó un tanto político que tuvo graves consecuencias para las Fuerzas de Seguridad españolas. Las mafias de tráfico de personas captaron el mensaje: ahora la puerta de entrada es España.

El doble que en 2018

Según reflejan las cifras oficiales del Ministerio del Interior, las estadísticas son de récord. Superan, incluso, las de la denominada ‘Crisis de los cayucos’ de 2006 en Canarias.

Los números son demoledores. España había recibido en el primer semestre cerca de 10.000 llegadas de ‘sin papeles’ en patera a las costas. Un ritmo alto pero estable y en concordancia con las cifras del año anterior. Con la llegada de Sánchez al gobierno en junio, y hasta finales de año, las cifras se dispararon hasta alcanzar las 57.250 llegadas, tal y como reflejan documentos de la Organización Internacional para las Migraciones.

Es decir, en los seis primeros meses de Pedro Sánchez como presidente, España recibió más del doble de inmigrantes en patera de los que habían llegado en todo 2017. Seis veces más que en todo 2016.

No hay precedentes de una situación similar en los registros estadísticos oficiales del Ministerio del Interior. España recibió en 2018 la mitad de todas las pateras que llegaron a Europa por el Mediterráneo, y se convirtió sin paliativos ni discusión en la principal puerta de entrada de la inmigración ilegal en la Unión Europea.

2019, aún peor

Los datos de lo que va de 2019 son igualmente alarmantes. Solo en enero, febrero y marzo han llegado en patera a España 162 pateras con 5.491 inmigrantes a bordo. Un 94 por ciento más que en el mismo periodo de 2018. Y aún no ha llegado la temporada estival, donde el buen tiempo y el viento de poniente dispara las travesías rumbo a Europa en el Estrecho.

El nivel de imprevisión del gobierno para dotar de herramientas a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se hace patente al visitar algunos de los enclaves donde las pateras son una realidad diaria. Localidades como Algeciras, La Línea, Barbate o Tarifa que OKDIARIO ha recorrido en busca de testigos que acrediten las huellas que está dejando el fenómeno.

El error del Aquarius

“Lo del Aquarius fue una equivocación. Así lo entendimos en nuestro círculo profesional”. José Encinas lleva décadas de servicio en la Guardia Civil en Cádiz y no recuerda un verano y un otoño como el vivido en 2018 en la provincia. La oleada de pateras se sintió con fuerza en todo el litoral del sur de España, pero se cebó especialmente con Cádiz. La zona cero de la inmigración ilegal.

“Lo de julio y agosto fue tremendo” recuerda. Jornadas de 24 horas de trabajo ininterrumpido, sin relevos. Sin dar a basto. Muelles y comisarías atestados de inmigrantes recién llegados. Agentes que se ocupan diariamente de luchar contra las mafias del tráfico de estupefacientes dedicados en exclusiva a trasladar inmigrantes.

Las estadísticas oficiales son de récord. Superan, incluso, las de la denominada ‘Crisis de los cayucos’ de 2006 en Canarias

Una situación de colapso soñada por los narcotraficantes que –valga la redundancia- hicieron “su agosto” durante los momentos más duros de la oleada. Mientras la provincia se enfrentaba a un aluvión de pateras inabarcable, las ‘gomas’, como llaman en el argot policial a las embarcaciones rápidas que transportan los fardos de hachís, los traficantes aprovechaban el desconcierto y caos generalizado para cruzar los apenas 15 kilómetros de distancia que separan el norte de África de la costa sur de España. En diez minutos y sin apenas oposición dejaban la droga en las playas españolas. Alcanzar las costas gaditanas nunca fue tan fácil como ahora.

“Si destinamos a la mayoría de la plantilla, como ocurrió en el mes de agosto y septiembre, a la lucha contra la inmigración, obviamente la seguridad ciudadana y la lucha contra el narcotráfico se ve mermada” explica al agente Encinas. “No había embarcaciones del Servicio Marítimo para luchar contra el narcotráfico” recuerda.

Un Aquarius al día

Hasta 138 medios de comunicación internacionales y 600 periodistas se acreditaron para seguir in situ la recepción del Aquarius en el puerto de Valencia. El dispositivo de ayuda, la primera medalla social que se puso Sánchez, contó con 2.320 personas entre sanitarios, agentes de Policía y Guardia Civil, militares y asistentes sociales. Unos medios con los que en otros puntos de la geografía española, asfixiados por el fenómeno, ni sueñan.

“Nosotros estamos recibiendo Aquarius todos los días” se lamenta Encinas, pero “los medios son escasos, claramente insuficientes” advierte Encinas.

El análisis de la situación es similar entre los agentes de la Policía Nacional. Para Carmen Velayos, secretaria provincial del Sindicato Unificado de Policía, “nosotros en Cádiz tenemos un Aquarius todos los días. Si ese mismo tratamiento que se hizo en Valencia lo hubieran hecho en Cádiz, seguramente no habríamos estado en esa situación y en la que posiblemente este verano volvamos a estar. Ese despliegue hacía falta aquí” insiste Velayos, con décadas de servicio a sus espaldas.

Repercusión en la calle

Las oleadas de inmigración ilegal están “repercutiendo en el aspecto policial, porque debido a esas llegadas masivas se tiene que derivar esos efectivos policiales al tratamiento de la burocracia” advierte Carmen Velayos. “Si se está haciendo una cosa no se puede hacer la otra. Es evidente. Si estoy dedicada a la llegada de pateras no se puede hacer un servicio como debería hacerse” en otras áreas.

Un dato significativo del este fenómeno: Según la memoria anual de la Fiscalía Antidroga, presentada en 2018, las pequeñas incautaciones de droga han descendido considerablemente. Lo que los policías llaman el menudeo. Cada vez hay menos operaciones contra el trapicheo de hachís, éxtasis o cocaína. El informe de la fiscalía lo relaciona abiertamente con la deriva constante de medios técnicos y humanos para atender la llegada de pateras. “Cuando los guardias civiles están en la playa rescatando o custodiando inmigrantes, no están patrullando las calles” sentencia Encinas.

“Tememos a la época estival, que está próxima, y todavía no tenemos un incremento de personal y de medios idóneo para combatir la inmigración y el narcotráfico sin dejar de lado la seguridad ciudadana” insiste.

Interior niega el colapso

El pasado 28 de julio, en plena oleada de pateras, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska acudió a Algeciras a comprobar sobre el terreno la situación. “Colapso es una palabra que no se adapta a la realidad, porque un colapso es algo que uno no puede controlar, y tenemos una situación controlada y controlable” advirtió Marlaska. Ese mismo día fueron rescatadas 17 pateras con 334 inmigrantes a bordo en todo el Estrecho.

Las palabras del ministro contrastan con la visión de los propios agentes. Según Velayos, desde el gobierno central “aseguraban que estábamos alarmando a la sociedad, que no estaba la situación así. Pero nosotros hablábamos todos los días con nuestros compañeros y nos decían lo contrario. La situación fue muy complicada, a pesar de que se intentaba dar un aspecto de normalidad”.

Durante los meses más duros del fenómeno, policías y guardias civiles desempeñaron su labor en medio del colapso total. Recuerdan que durante el segundo semestre de 2018 “los calabozos han estado hasta arriba. En la comisaría de Algeciras hemos tenido el patio lleno de inmigrantes porque no había sitio material, no tenía más capacidad el calabozo”. “Hemos visto a inmigrantes que han tenido que dormir en los barcos de Salvamento Marítimo de la Guardia Civil” advierte Velayos.

Mención aparte merece el asunto de los denominados ‘menas’, iniciales para designar a los menores extranjeros no acompañados que llegan a bordo de las pateras y a quienes no se repatría a sus países. “Es un gran problema. Los centros de acogida están saturadísimos. Los niños se escapan de los centros. Son centros abiertos, se pueden escapar, se van a la calle y se buscan la vida. El año pasado aquí en Cádiz se llegaron a los 9.000 ‘menas. Es una barbaridad” afirma Velayos.

Sin medios

A la falta de medios humanos para hacer frente a las avalanchas se une la escasez de medios técnicos. Una circunstancia que ha provocado escenas surrealistas en algunos arenales del sur de España. Los todoterrenos del Guardia Civil, por ejemplo, no están adaptados para operar en las playas. “No es la primera vez que unos compañeros han tenido que ser rescatados porque se han quedado atrapados en la playa” mientras acudían a interceptar la llegada de una patera.

Desde la Guardia Civil destacan también la obsolescencia de medios en los sistemas para la detección en aguas del Estrecho de las pateras que se dirigen hacia la costa española. El denominado Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, cuyas cámaras de largo alcance permiten localizar en el mar a las embarcaciones de inmigrantes ilegales y las lanchas de narcotraficantes.

“Son nuestros ojos, pero no tenemos gente suficiente para controlar esas cámaras. Difícilmente podemos advertir a las patrullas territoriales que se encargan de interceptar a las pateras” explica Encinas.

El narcotráfico

Por otra parte, recuerdan a OKDIARIO algunas de las fuentes consultadas para la realización de este reportaje, existe una línea muy fina que separa a las mafias del tráfico de personas que operan en el Estrecho de las redes de narcotráfico con las que comparten escenario.

“Este verano la hemos visto (la relación): embarcaciones dedicadas al narcotráfico trasladando a inmigrantes. Eso no se había visto hasta ahora” explican desde la Guardia Civil.

El coste para los inmigrantes que recurren a estas pateras es mayor, ya que pueden plantarse en la costa española “en apenas 10 minutos”. Cruzar en una ‘goma’ los escasos 15 kilómetros que separan el norte de África de la punta más meridional de Cádiz cuesta en torno a 4.000 euros. Hacerlo en una patera convencional entraña un mayor riesgo y requiere mucho más tiempo, por lo que las opciones de éxito son menores. Y también el coste, unos 1.500 euros por inmigrante. Un precio que sin garantías ni devoluciones, que muchos vuelven a pagar tras ser devueltos a Marruecos. Algunos, explican las fuentes consultadas por OKDIARIO, “ya han cruzado hasta siete veces”. Y no tienen ninguna duda de que seguirán intentándolo.

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