Crítica implícita del Rey a la Memoria Histórica: «La convivencia es incompatible con el rencor»
En un año marcado por la crispación política de la situación en Cataluña y la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez al Gobierno, el Rey ha aprovechado este lunes el tradicional mensaje de Navidad para reivindicar el espíritu de concordia de la Constitución, instando a los dirigentes políticos a alcanzar grandes acuerdos.
En su intervención más personal del año, el monarca ha destacado una palabra sobre todas las demás:»Convivencia», un término que ha repetido hasta en siete ocasiones.
El Rey ha recordado que cuestiones como la cohesión social y territorial, el paro, la educación, la corrupción, el terrorismo o la violencia contra las mujeres -una violencia, ha dicho, «de tan triste actualidad y que merece siempre nuestra repulsa y condena más enérgica y el empeño de toda la sociedad para erradicarla de nuestra vida»- le siguen preocupando «muy seriamente».
Pero en esta ocasión ha querido centrarse especialmente en la convivencia de la sociedad española, gran legado de la Transición y simbolizada en la Carta Magna, que precisamente este año celebra su 40 aniversario.
Don Felipe ha invitado a no crear divisiones y ha ensalzado el esfuerzo por la unión que demostraron las generaciones precedentes. Y, en este contexto, ha incluido una crítica velada a la pretensión del Ejecutivo socialista de avivar las fracturas de la Guerra Civil con su ley de Memoria Histórica y la exhumación de Franco del Valle de los Caídos y una advertencia a los dirigentes independentistas y su desafío constitucional.
Así, ha recordado que la convivencia ha de basarse «en la consideración y en el respeto a las personas, a las ideas y a los derechos de los demás» y también que «es incompatible con el rencor y el resentimiento, porque estas actitudes forman parte de nuestra peor historia y no debemos permitir que renazcan».
«Una convivencia en la que la superación de los grandes problemas y de las injusticias nunca puede nacer de la división, ni mucho menos del enfrentamiento, sino del acuerdo y de la unión ante los desafíos y las dificultades», ha añadido.
La convivencia, ha dicho don Felipe, «es incompatible con el rencor y el resentimiento, porque estas actitudes forman parte de nuestra peor historia»
Desde el comienzo de su mensaje, don Felipe ha recordado los valores e ideales que unieron a los españoles en la Transición -reconciliación, concordia, diálogo y entendimiento, integración y solidaridad- y también «la voluntad de los líderes políticos, económicos y sociales de llegar a acuerdos, a pesar de estar muy distanciados por sus ideas y sentimientos».
«A todos les unía un objetivo muy claro: la democracia y la libertad
en España; definir unas reglas comunes que garantizaran nuestra
convivencia. Y lo lograron», ha seguido el Rey. Un éxito, ha dicho, «del que nos hemos beneficiado las siguientes generaciones».
El monarca ha llamado a perpetuar ese legado «para que esos principios no se pierdan ni se olviden, para que las reglas que son de todos sean respetadas por todos. Y de esa manera asegurar a los jóvenes, con mayor garantía, nuevas décadas de progreso y avance como las
que nosotros afortunadamente hemos conocido».
Preocupación por los jóvenes
Felipe VI siempre ha demostrado una sensibilidad especial hacia la juventud, a la que, esta vez, ha dedicado buena parte de su intervención. El Rey ha destacado el «deber» de hacer partícipes a los jóvenes del espíritu de aquel momento histórico «que permite entender por qué y cómo España ha conseguido el cambio más radical de su historia; por qué y cómo ha avanzado y prosperado tanto nuestra sociedad desde entonces».
No obstante, tras esa apreciación, ha advertido también de que esto «no es suficiente» y que, como sociedad, «tenemos una deuda pendiente con nuestros jóvenes». El monarca se ha revelado especialmente preocupado por las condiciones sociales y laborales de las nuevas generaciones, preparadas y comprometidas, pero sumidas, ha dicho, «en circunstancias que no son ni mucho menos las más fáciles», especialmente por la precariedad del empleo.
«Os tenemos que ayudar: a que podáis construir un proyecto de vida personal y profesional, con un trabajo y un salario dignos, a tener un lugar adecuado donde vivir y, si así lo queréis, a formar una familia y poder conciliar con la vida laboral», ha resuelto.
«La convivencia, en fin, exige el respeto a nuestra Constitución; que no es una realidad inerte, sino una realidad viva»
Generaciones imprescindibles para, como ha señalado el Rey, «seguir construyendo día a día un país mejor, más creativo, más dinámico y siempre en vanguardia; una España más cohesionada socialmente y más comprometida con la igualdad real entre hombres y mujeres».
Orgullo de ser español
En ese proceso, ha insistido de nuevo Felipe VI, es urgente salvaguardar la convivencia, asentada en los «cimientos sólidos» de la Carta Magna. Un punto en el que ha lanzado un mensaje velado a quienes, como PSOE y Podemos, propugnan su reforma. Y también, a los golpistas que la desafían: «La convivencia, en fin, exige el respeto a nuestra Constitución; que no es una realidad inerte, sino una realidad viva que ampara, protege y tutela nuestros derechos y libertades».
En un momento de grandes incertidumbres por la crisis territorial en Cataluña, la debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez y la volatilidad del escenario político, Felipe VI ha querido insuflar ánimo en el futuro de España. Un camino y un esfuerzo que nos implica a todos y ante el que el Rey reivindica el orgullo de ser y sentirse español.
«Debemos valorar con orgullo lo que somos, lo que hemos hecho y confiar en lo que podemos hacer entre todos, alejando el desencanto y el optimismo», ha animado. «Sumando todas nuestras fuerzas en el deseo de una España siempre mejor, porque los españoles lo merecemos», ha concluido.
El de esta Nochebuena ha sido el quinto mensaje navideño de Felipe VI, desde su llegada al trono en junio de 2014. La intervención del año pasado, estuvo especialmente centrada en la situación en Cataluña, comunidad que tres días antes había celebrado elecciones. Entonces, el monarca apeló a los dirigentes secesionistas a evitar «el enfrentamiento o la exclusión» que «sólo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico y -por supuesto- económico de toda una sociedad».