Cómo evitar que el secesionismo nos liquide
Las cosas en Cataluña están cambiando. Aparentemente para bien, pero un plan más siniestro se está urdiendo, y lo hemos de tener claro. Poco a poco, la tensión de los lazos amarillos y la ocupación del espacio y los edificios públicos va remitiendo, al menos en las áreas más pobladas, la Cataluña ‘tabarnesa’ que resiste heroicamente al supremacismo nacionalista y se niega a aceptar sus postulados y sus mantras.
Los secesionistas se pelean entre ellos de manera descarnada por la hegemonía, y parece que eso va en beneficio de la Cataluña no nacionalista. Pero no, porque la alta tensión irá disminuyendo, pero para volver a la gota malaya que hemos sufrido en los últimos cuarenta años. No será como en la etapa de Jordi Pujol, un chirimiri que te cala sin que te des cuenta, la gota será más gruesa, no llegará al chorreo de insultos, ofensas y ataques a las libertades que hemos sufrido en los últimos cinco años, pero al final, si no lo paramos, el resultado será el mismo, aunque a más largo plazo.
Su objetivo es que media Cataluña, la que se siente española, quede anulada y millones de ciudadanos libres de nacionalismo seamos poco menos que siervos de la casta secesionista que aspira a seguir saqueando los presupuestos públicos de la Generalitat, y del resto de España si nadie lo impide. Van a aprender de los errores que han cometido en los últimos años y al final conseguirán su objetivo.
Seguirán regando con dinero público a los catedráticos que hagan los estudios que defiendan las tesis ‘adecuadas’ y al resto los ahogarán económicamente. Seguirán fortaleciendo el tejido social que controlan e ignorando al rebelde. Seguirán gastando millones para vender que el castellano es una lengua ajena a Cataluña, y que solo se ha de utilizar el catalán, la auténtica “lengua franca” y “lengua propia” de lo que ellos llaman “su país”. O, mejor dicho, “països”, porque Valencia y Baleares, y parte de Aragón, ya van por el mismo camino. Masacrarán a expedientes a los funcionarios discrepantes, como le pasó al jefe de servicio de la prisión de Lledoners que se negó a dar un trato de favor a los líderes secesionistas.
Se está preparando el terreno para un nuevo tripartito ‘de facto’. Seguramente el PSC no entrará en el Govern, dado que han pasado demasiadas cosas en Cataluña para que una decisión así se tomara sin un grave coste en el futuro para los socialistas, pero un apoyo externo a un pacto ERC-‘comunes’ es más que probable. Y los de Junqueras no paran de hacer gestos para facilitar las cosas a los de Iceta.
Lo ideal para que el PSC no gobierne con el secesionismo, y repita los errores que se cometió durante los tripartitos de Maragall y Montilla, sería que Ciudadanos volviera a sus orígenes, cuando era una formación de centro-izquierda que competía con los socialistas captando el voto de izquierdas no nacionalista. Vamos, lo que representaba Jordi Cañas, y que le valió para crecer electoralmente en ‘Tabarnia’ a costa de los socialistas. Con la reinvención del partido que se ha de producir tras la dimisión de Albert Rivera, tienen la oportunidad de seguir este camino.
Es imprescindible fortalecer el tejido social no nacionalista. La tendencia de las entidades constitucionalistas a la división, la disputa interna y a la competencia de unas contra otras ha evitado crear un frente común eficaz, una red influyente y con fuerza. Cada uno hace la guerra por su cuenta, y no hay un plan consensuado para recuperar la presencia de España en Cataluña. Pero no basta con que se pongan de acuerdo para elaborar un “plan”, ya que este necesita recursos, y que se mojen las administraciones. Los ayuntamientos, comunidades autónomas y otro tipo de organismos que estén regidas por políticos que crean que vivimos una emergencia nacional han de hacer algo más que declaraciones contra Quim Torra o Gabriel Rufián y buscar las vías legales para poder apoyar. Si los separatistas catalanes se han hinchado de gastar dinero público en Valencia, Baleares y hasta en Francia (lo que ellos llaman ‘Cataluña Norte’), también lo pueden hacer los partidos que quieren defender la unidad del país. Si quieren asesoramiento, que me llamen y les explico, pero que de una vez por todas hagan algo.
Tercero, que el resto de españoles se impliquen de verdad en la lucha contra el separatismo. Está muy bien poner una rojigualda en el balcón como protesta contra el golpe de Estado secesionista, pero no basta. Hagan donaciones a las entidades y colectivos constitucionalistas en los que confíen. Apoyen a medios de comunicación como OKDIARIO que ha demostrado su compromiso en la defensa de la unidad nacional. Sean activistas en redes sociales difundiendo las opiniones y las acciones de aquellos que están dando la cara en Cataluña para defender a nuestro país.
Si nos ponemos a ello, ganaremos seguro y evitaremos que el separatismo liquide a nuestro país. Pero si les dejamos campo libre, la victoria será suya. De nosotros depende.