Bronca interna en la ANC: «Si no servimos para conseguir la República tendremos que disolvernos»

Jordi Sànchez
Jordi Sánchez, ex presidente de la ANC, a su llegada a la Audiencia Nacional. (Foto: EFE)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La Asamblea Nacional Catalana (ANC) celebra este sábado su VI Asamblea General, seguramente, la más tensa de su recorrido. La asociación independentista aprobará, entre otros documentos, su estrategia para los próximos meses, marcada por la incertidumbre sobre la formación de gobierno en Cataluña y los intentos de desarrollar la República catalana.

Entre los documentos que debatirán los socios se encuentra una enmienda a la totalidad a la ‘Ponencia de hoja de ruta 2018-2019’, muy crítica con la actual deriva de la organización, sus líderes y su línea política.

«La ANC no es una finalidad en sí misma, es una herramienta al servicio de las clases populares para conseguir la materialización de la República», advierten sus promotores.

En el texto se avisa de que «si la ANC deja de ser una herramienta útil, no hay que invertir esfuerzos en el mantenimiento de la organización». «Por eso, si la ANC no se convierte en la herramienta de cambio necesaria, con una estrategia y una táctica propia no supeditada a intereses ajenos al independentismo, pasaría a ser una organización garante del statu quo. Devendría inútil como organización de coordinación y canalización del movimiento independentista y se haría necesaria su disolución para formular nuevos planteamientos organizativos», concluye.

La enmienda desarrolla una crítica total a la Asamblea actual y se justifica, según sus impulsores, «en la incapacidad de la ANC de hacer un giro estratégico y una apuesta táctica concreta».

«Este nuevo camino a recorrer responde a la necesidad de ser consecuente con el cambio coyuntural provocado por los últimos acontecimientos y el agotamiento de la vía institucional, denominada el procés, como herramienta viable para conseguir la materialización de la República», censuran en otro momento.

Critican, además, que la asamblea de este domingo «se ha convertido en un acto publicitario más, así como la hoja de ruta que se aprueba». «Si bien se trazan unas líneas estratégicas generales, la poca concreción y la inconcreción constantes tanto en conceptos como en escenarios, hacen que la hoja de ruta quede desfasada y no se pueda desprender una acción táctica concreta, y que sea el secretariado nacional quien tenga que ir trazando el devenir de la acción de la ANC de forma bienintencionada, pero, a menudo, arbitraria».

«Esta falta de estrategia nos lleva a una pérdida de iniciativa, entendida como falta de capacidad para marcar los tempos políticos; cedida a las instituciones y partidos catalanes desde hace unos años y, actualmente, cedida a España. La iniciativa y una planificación estratégica unitaria que se concrete en una apuesta táctica específica son elementos claves para la victoria», añaden. 

«Seguidismo partidista»

El texto censura especialmente la dependencia de la asociación de los intereses políticos. «La apuesta estratégica de la ANC ha sido siempre la de la movilización social para ejercer presión sobre los partidos. Desde hace unos meses, los roles se han invertido y la ANC ha comenzado a hacer seguidismo del  discurso institucional y partidista. Volver al estadio inicial ya no es una opción, ya que la institución se ha visto imposibilitada para llevar a cabo el programa político republicano», se critica.

Al mismo tiempo, abundan también los reproches a los dirigentes independentistas. «El Gobierno de la Generalitat no fue capaz de materializar la República por incapacidad» y, en consecuencia, la ANC «no pudo dotar al Gobierno de todo lo necesario para poder implementar la República», se dice en otro momento.

«Es por ello que la apuesta estratégica de la ANC no debe quedar sólo en el hecho de presionar al Gobierno, sino que debe ser un agente con capacidad de tomar decisiones estratégicas que marquen el conjunto de los agentes (instituciones, partidos, sindicatos, etc.) y no delegar el liderazgo y la toma de decisiones a otros», observan. Esto es preciso, argumentan, porque «los partidos, también los independentistas, se mueven por una serie de intereses y están muy limitados en su praxis parlamentaria y de gobierno. También hay que remarcar que la toma de decisiones y las estrategias de partido rara vez son públicas y suelen responder a necesidades e intereses partidistas».

«Otro elemento a tener en cuenta es la afirmación de que no hay marco autonómico posible que capacite un gobierno autonómico materializar la República. La implementación de la República no es factible a través del despliegue autonómico, como ya hemos comprobado, sino que es tan sólo viable desde la plena soberanía de un nuevo gobierno republicano», concluye.

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