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El agente jubilado por la brutal agresión tras la sentencia del 1-O: “Buscaban un policía muerto”

OKDIARIO entrevista en exclusiva a uno de los miembros de la UIP que dejará el cuerpo por las secuelas de las heridas sufridas en Barcelona.

A sus 42 años, camino de perder la visión del ojo izquierdo y con graves taras psicológicas le proponen retirarse por “enfermedad común”.

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Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

Hay que llamarlo Luis y hay que proteger su imagen. Así ha cambiado la vida de un agente de la Unidad de Intervención Policial (UIP) que lleva casi 20 años viviendo en Barcelona y que por primera vez accede a grabar una entrevista en exclusiva para OKDIARIO. La desesperación que le ha provocado lo que ha sabido en las últimas horas le ha llevado a hacer un llamamiento público. Hace unos días supo que le proponen convertirse en policía jubilado como consecuencia de las heridas que sufrió durante los disturbios que se produjeron en Barcelona tras conocerse la sentencia contra los políticos separatistas que impulsaron el referéndum ilegal del 1 de octubre.

Pero para llegar hasta la antesala de ser policía jubilado, Luis ha pasado lo que él mismo define como la peor época de su vida. Ya han pasado 18 meses desde aquellos disturbios y ahora los rememora como si hubiera ocurrido ayer: “Yo me encontraba en la Segunda Unidad de la UIP de Cataluña y aquella semana la tensión en la ciudad iba creciendo a causa de la sentencia del ‘procés’. Todo empeoró aquel fatídico viernes y ya estábamos avisados. La situación sería peor conforme se acercara el fin de semana”.

El Ministerio del Interior había organizado el que sin duda sería el mayor dispositivo policial de la historia de la democracia después del que montó para impedir el referéndum ilegal. La condena o la absolución por el golpe de Estado del 1-O iba a provocar una onda expansiva en Barcelona, sí o sí, y desde las 5 de la mañana, policías y mossos estaban preparados.

“La situación en las calles fue de menos a más en una escala brutal. Detectamos un nivel de preparación, de ganas de querer hacer daño, que no habíamos visto antes. La sensación que tuvimos es que venían a buscar un muerto, un policía muerto. A Eso de las 11.30 empezó a llegar la gente porque se había convocado una manifestación en Vía Laietana, cerca de Jefatura. Lo primero fueron los insultos del tipo ‘si tienes un hijo subnormal, que se haga policía nacional’, y como ese podría enumerarte mil”, rememora Luis.

La situación adquiría temperatura con el paso de los minutos y Luis recuerda que la multitud pasó de los insultos al lanzamiento de objetos: “Recuerdo perfectamente que a partir de las 12 de la mañana comenzó el lanzamiento de objetos: litronas, latas de cerveza llenas, hasta excrementos. Y así pasamos una hora hasta que detectamos los movimientos de los que estaban realmente organizados”. Luis se refiere a un grupo de encapuchados que agredían a los agentes lanzando objetos, pero que lo hacían desde una estrategia callejera aprendida al detalle y extremadamente peligrosa. La violencia se desató y allí estaba la UIP de Luis, aguantando.

«Era como el tiro al pato»

“Le dije al jefe de la unidad que no podíamos aguantar más. Llevábamos tres horas soportando de todo y teníamos que cargar para aligerar la situación. Aquello era como el tiro al pato. Al final cómo sería la situación que por fin autorizó una pequeña carga para ganar terreno y pudimos practicar varias detenciones”.

Y precisamente en aquellas detenciones comprendieron qué era lo que tenían enfrente. Violentos con cascos de moto, gafas y en algunos casos máscaras antigás. Algunos llevaban protecciones de motorista en el pecho y en las articulaciones. Preparados para enfrentarse a la Policía.

De hecho, sobre las seis de la tarde, tras 13 horas ininterrumpidas de servicio, Luis resultó herido. “Me hirieron en una mano por la que empecé a sangrar. Me retiré del lugar y me hicieron una cura en Jefatura. Me volví a poner el guante como pude y pedí regresar con mis compañeros porque sabía que me necesitaban”.

Cuando Luis regresó con sus compañeros consiguieron llegar hasta la calle Urquinaona, el lugar en el que los violentos habían instalado la mayor de las barricadas. Los agentes ya estaban sin munición y recogían proyectiles de goma del suelo para volver a usarlos. No les quedaban proyectiles de gases y los violentos no dejaban de arrojar adoquines que arrancaban de las aceras de Barcelona. “Aquello parecía Alepo, una ciudad en guerra”, recuerda Luis.

“Tuvimos que retroceder al descubrir que el grueso de los violentos estaba al otro lado de la barricada y ahí fue cuando recibí un fuerte impacto en la cabeza. Perdí el conocimiento y mis compañeros tuvieron que sacarme en volandas porque estaba inconsciente. Desde Jefatura me evacuaron al hospital”.

Lo anterior es sólo parte del relato que Luis, futuro policía jubilado, ha hecho para OKDIARIO. Los médicos le han dicho que con el tiempo puede perder la visión por completo en el ojo izquierdo. El impacto en el lateral de la cabeza afectó a los nervios ópticos. Para entender las otras secuelas, las psicológicas, sólo hay que escuchar como se le quiebra la voz, sobre todo cuando asegura que la propuesta de ser policía jubilado por “enfermedad común” es algo que, simplemente, no puede comprender.

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