Elecciones

Los columnistas de OKDIARIO dan su veredicto sobre quién ha ganado el debate entre Sánchez y Feijóo

Los columnistas de OKDIARIO siguieron atentamente el debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Ninguno ha dado el aprobado al actual presidente del Gobierno. También hay unanimidad en que el candidato del PP estuvo notable. Y este es su veredicto.

Rosa Díez

Lo de Sánchez no es de análisis, es de diagnóstico. En un país con memoria democrática y que se respete a sí mismo, el hecho de que el debate durante la campaña electoral coincida con el aniversario del secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco sería suficiente para desacreditar definitivamente al compareciente que ha llegado y permanecido en el Gobierno de España gracias al apoyo y a los pactos con los inductores y/o defensores de ese atroz crimen. Pero Sánchez se beneficia de que en España no se ha hecho pedagogía democrática, lo que junto con el sistema educativo que promueve el odio y la mentira han provocado que la inmensa mayoría de los jóvenes no sólo desconozcan la historia de ETA, sino que ni siquiera saben quién fue Miguel Ángel Blanco, ese joven de 26 años asesinado por la banda terrorista por ser un español que defendía desde tierra hostil la libertad de todos los españoles, también la de ellos.

Pero vayamos al debate, que se ha desarrollado tal y como era de esperar. Sánchez ha sido fiel a sí mismo: chulo, ególatra, déspota, maleducado… Y mentiroso hasta decir basta. Y a lo largo de sus diatribas ha aplicado con fidelidad los 11 principios de la propaganda de Goebbels, desde el principio de la exageración -convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en una amenaza grave (la extrema derecha, la derecha extrema….)-, hasta el principio de verosimilitud, que consiste en construir argumentos a partir de fuentes diversas no contrastables y/o de la suma de falsedades y mentiras, pasando por el principio del silenciamiento, que consiste en acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos para disimular las noticias que favorecen al adversario. O sea, hemos visto a un ser despótico y soberbio, en pleno desahogo, que se ha comportado de forma coherente con su propia historial de fulero.

Enfrente hemos visto a una persona normal, que teniendo enfrente a un tipo que atesora la personalidad de Sánchez es toda una heroicidad. Feijóo se ha mostrado templado y sincero, ha demostrado preparación, solvencia y rigor. Al abordar todos y cada uno de los temas, ha desgranado argumentos, ha mirado de frente en todo momento y, desde el respeto a la verdad e incluso a un oponente que ha hecho lo imposible para demostrar que no se lo merecía, ha utilizado su tiempo para intentar convencer a los españoles que hay otra forma posible de gobernar, que se puede hacer otra política y se puede hacer política de otra manera. Y, sobre todo, ha dejado claro un mensaje que apela a todos y cada uno de nosotros: no estamos condenados a que Pedro Sánchez y sus cómplices hundan nuestro país y nuestro futuro.

Creo que el debate, como las elecciones del 28M, lo ha ganado la ambición de país, lo hemos ganado quienes sabemos que hay muchas más cosas que nos unen a los españoles que aquéllas que nos diferencian, los que sabemos que las que nos diferencian no nos separan, simplemente son expresión de la España plural y democrática que tanto odia Pedro Sánchez, el gran perdedor, el gran traidor. Y lo han perdido los enemigos de la España plural y democrática liderados por Pedro Sánchez. Ha quedado una buena noche.

Jaime González

¡Y éste era el que quería seis debates! «No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme». La fábula del escorpión ilustra con meridiana claridad el papel de Pedro Sánchez en el debate con Núñez Feijóo: incapaz de contenerse, su naturaleza le ha llevado a perder la compostura -tal vez cuando comprobó que estaba empezando a perder su cruce dialéctico con el candidato del PP-. Escorpión Sánchez pereció políticamente cuando se clavó su propio aguijón. Nervioso e irascible, cometió el mayor error posible: permitir que Feijóo actuara como presidente de Gobierno mientras él aparecía como un desordenado aspirante.

Vapuleado a las primeras de cambio en economía, fue dando tumbos hasta el final invadiendo los turnos de palabra de su rival, que aprovechó los alocados ataques del presidente para ir colocando contras, una tras otra, sobre la nerviosa figura del líder socialista. En la fábula, el escorpión muere matando, pero Feijóo salió tan vivo del debate que todavía tuvo tiempo de comprobar cómo el escorpión sucumbió a su naturaleza por la sencilla razón de que Sánchez se convirtió ante los ojos de los españoles en el peor enemigo de sí mismo. Por momentos pareció que Feijóo no quiso hacer más sangre porque tampoco está en su naturaleza cebarse con la desgracia ajena. O porque comprobó que, después de todo, Sánchez no tiene media torta. En suma, que si el debate fuera boxeo, la paliza de Feijóo habría obligado a parar el combate. ¡Y éste era el que quería seis debates!

Liberal Enfurruñada

El soso y aburrido gris gestor venció al guapo y seductor embustero. Sánchez empezó mal y luego tuvo dos horas para empeorar. Desde el primer minuto se mostró incómodo, agresivo, soberbio, interrumpiendo a Feijóo cada vez que estaba en el uso de la palabra hasta el punto de que éste tuvo que recordarle que no estaban en el Senado, donde el reglamento le permite abusar de los tiempos. Los moderadores han consentido que prácticamente haya sido imposible escuchar la voz de Feijóo sin oír detrás la de Sánchez interrumpiéndole constantemente. Y en la primera ocasión que el gallego ha intentado hacer lo mismo, ha sido reprendido duramente con una Ana Pastor que se ha pasado todo el debate con la cara agriada viendo como su favorito era vapuleado.

Pero el protagonista de hoy no ha estado en el plató, porque al presidente del Gobierno sólo le ha interesado hablar de Vox y de su líder, Santiago Abascal. En cada una de las cuatro fases en las que se ha dividido el cara a cara, Feijóo ha apabullado a Sánchez con los datos reales de su nefasta gestión económica, la ley suelta violadores, los indultos a los golpistas, los pactos con los herederos de los etarras, las cesiones ante Marruecos, los viajes privados en Falcon y sus continuos «cambios de opinión». Y para todo ello, Sánchez sólo tenía como respuesta los pactos con Vox, acuerdos que el candidato del Partido Popular no ha sabido defender y sólo ha contestado ofreciendo un acuerdo antidemocrático para que gobierne la lista más votada, incluso en el caso de que el bloque de centro y derecha obtenga mayoría absoluta, como si Feijóo asumiera que es lo mismo pactar con sus asesinos que con el partido de las víctimas de ETA.

Carlos Dávila

Sánchez, desencajado, Feijóo, eficaz y fiable. En los tres conceptos básicos: tono, fondo y forma, el candidato Feijóo trituró al aún presidente Sánchez. Éste, arrebatado durante todo el debate, sólo se ocupó de repetir su gran monserga electoralista: el PP y Vox son la misma cosa. Se mostró Sánchez con su arrogancia de fábrica contra un adversario al que le costó siempre hablar sin interrupciones, otra lacra de Sánchez ya mostrada en su periplo televisivo. En síntesis, Sánchez difícilmente superó el suspenso, un 4 con generosidad; Feijóo triunfó con un justo notable: un 7.

Agustín García

Vi un Sánchez incómodo, muy nervioso, interrumpiendo constantemente, sin improvisaciones ingeniosas y visiblemente , enfadado. Y el que se enfada, pierde. Con un discurso abstracto, repetitivo y más irascible que ilusionado.

Feijóo, más tranquilo, dominó en todos los bloques y supo contraatacar con mejores improvisaciones. Descolocó a un Sánchez sorprendido y ha colocado mejor sus mensajes a pesar de la permanente voz de Sánchez en segundo plano. Claramente, Feijóo ganó. Y no hay partido de vuelta. Sánchez no ha dormido bien, y no por haber pactado con Podemos como dijo hace años, sino por el cara a cara de esta noche.

Además, un debate es sobre todo, la ocasión para ganar dudosos y abstencionistas. Ambos hablaron para su parroquia, pero creo que Feijóo abrió más que Sánchez la opción que representa. Y para lo que hicieron los moderadores, podrían habérselos ahorrado.