La visión de España en la City: rechaza a Vox, no entiende el referéndum y ve posible una gran coalición
La City de Londres sigue canalizando el grueso de la inversión internacional hacia Europa a pesar del Brexit. Y esta semana los analistas y brokers afincados allí han mostrado una visión de la política española muy alejada de la realidad. Así, los informes y los comentarios entre inversores sobre el resultado electoral dan como más probable la opción de una gran coalición PP-PSOE, se congratulan de que Vox no sea decisivo y también ven positivo que haya bajado el voto independentista, sin ser conscientes de que estos partidos van a tener más fuerza que nunca en el Congreso.
Así lo aseguran fuentes de firmas de la City. En descargo de estos análisis, hay que tener en cuenta que estas firmas deciden la distribución de sus inversiones entre muchos países y no conocen las peculiaridades del sistema político de cada uno. Y, de hecho, España no es precisamente el país que más les importa ni que más les preocupa. Por lo cual, aplican a nuestro país las asunciones generales de los Estados más grandes de Europa.
El ejemplo claro es la gran coalición, una fórmula que gobernó en Alemania entre 2018 y 2021. «Los analistas de los bancos de inversión se plantean: si eso funcionó en Alemania, ¿por qué no va a funcionar en España?», explica una de las fuentes. «Evidentemente, no entienden que en España es prácticamente imposible un acuerdo de los dos grandes partidos y tampoco conocen a Pedro Sánchez, que va a intentar alcanzar acuerdos con todo el mundo menos con el PP», añade otra.
Otro elemento que se extrapola directamente desde Europa sin tener en cuenta las peculiaridades españolas es el de Vox. Estas firmas conciben a los partidos ultranacionalistas o de derecha populista en todos los países como un peligro para la estabilidad en Europa y, por tanto, consideran positivo que obtengan malos resultados electorales por principio.
Pero no tienen en cuenta que, en estas elecciones concretas en España, la única forma para que el PP alcanzara la presidencia del Gobierno era sumar suficientes escaños con Vox y conseguir su apoyo, bien desde fuera, bien dentro del Gobierno. Por tanto, los analistas de la City caen en la paradoja de alegrarse de que no vaya a haber un Gobierno pro empresa y pro mercado en España y que vaya a continuar la coalición socialista-comunista (o que tengamos repetición electoral con la incertidumbre que supone) por el hecho de que Vox haya perdido apoyos.
Riesgo independentista
Pero lo que menos entienden es la cuestión independentista, ya que es una peculiaridad puramente española que no se da en ninguna otra parte de Europa (ni siquiera Escocia). Y eso se combina con el desconocimiento de nuestro sistema político. Así, muchos inversores y analistas consideran positivo que el PSOE haya subido en Cataluña y País Vasco porque ha quitado votos a los independentistas.
Aunque eso es cierto, lo relevante es la aritmética parlamentaria; es decir, que Sánchez necesita el apoyo de estos partidos (ERC, Junts y Bildu) para gobernar, por mucha fuerza que hayan perdido. Y que ese apoyo en España no se da gratis, sino que van a exigir a Sánchez la convocatoria de un referéndum de independencia en Cataluña y País Vasco -de hecho, quieren que se celebren en la misma fecha en las dos comunidades-.
Como sabemos bien aquí, eso puede suponer un terremoto de consecuencias imprevisibles, incluyendo una vulneración o modificación de la Constitución. En la City sí recuerdan los sucesos de octubre de 2017, pero como al final el intento de golpe no llegó a nada, piensan que esta vez pasaría lo mismo.
Es cierto que algunos bancos de inversión sí son más conscientes de las peculiaridades españolas: Bank of America reconocía en un informe del lunes que «Spain is different». En todo caso, como informó OKDIARIO, los grandes bancos de inversión están resignados a un nuevo Gobierno de Sánchez, porque el mercado ya está acostumbrado a sus políticas. Precisamente, eso es lo que ha hecho que el Ibex 35 sea uno de los peores índices en los últimos años y que España no sea precisamente el principal polo de atracción de la inversión internacional.