La política de inmigración de Trump dejará a más de 700.000 jóvenes sin permiso de trabajo
Los conocidos al otro lado del Atlántico como “dreamers”, jóvenes que ingresaron de manera ilegal en EEUU cuando eran niños, podrían quedar en tierra de nadie si Donald Trump lleva a cabo sus planes en política de inmigración. Este colectivo ha sido protegido de las fauces de la deportación gracias a un dictado presidencial de Barack Obama emitido al llegar a la Casa Blanca. Revocar las condiciones de estos jóvenes no significa necesariamente que vayan a ser expulsados, pero no podrán trabajar legalmente.
En 2012 el demócrata puso en marcha el Consideration of Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA), un proyecto al que están adheridos más de 700.000 jóvenes y gracias al cual muchos de ellos han podido estudiar y tener permiso de trabajo. Ahora, estos “soñadores” pueden ver cómo la protección gubernamental se hace añicos con la política de inmigración salvaje de Trump.
«Por parte de los republicanos hay un poco de postureo», dice Díaz-Cardiel
Jore Díaz-Cardiel, socio director de Advice Strategic Consultans explica que las intenciones del presidente electo “serán difícilmente parables”, porque lo que impedía la expulsión de los 5 millones de inmigrantes ilegales y de estos jóvenes fue “una ley ejecutiva presidencial dictada por Obama, no fue aprobada por el Congreso. Una orden que será fácilmente revocable con un nuevo dictamen de Trump”.
La participación en el DACA debe renovarse cada dos años, la pregunta que está ahora en el aire es si el magnate cumplirá con su compromiso de abolir de cuajo los privilegios del programa protector o dejar que los permisos expiren, sin más. Sin duda, la segunda decisión sería igual de nefasta pero políticamente más correcta, algo que a Trump nunca le ha importado demasiado.
Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. En los mítines para ganar votos Trump tomaba la valentía por bandera, pero tras ser elegido lo que toca no es vociferar sino tomar decisiones. Y la gestión que haga con los “dreamers” será un buen termómetro para saber hasta dónde está dispuesto a llegar para cumplir con su política de inmigración.
Tome el camino que tome le va a traer problemas dentro del seno del Partido Republicano. Algunos de ellos no están por la labor de cargarse el DACA, es el caso de Lindsey Graham, senador por Carolina del Norte, que prepara un proyecto de ley junto a miembros demócratas que extienda las protecciones legales a estos “soñadores”. Curiosamente Graham fue crítico con la medida de Obama y aunque cree que la constitucionalidad del programa es discutible, cree que sería un error que Trump acabara con la ley actual. También la senadora republicana Shelley Moore Capito ha expresado su disgusto y ha declarado que no se siente cómoda “con la idea de deportar y separar familias”.
“Si me permites”, comenta Díaz-cardiel, “por parte de los republicanos hay un poco de postureo, les afecta poco lo que les pase a estos “dreamers”, no les afecta a sus votos”. Explica que la lógica, como la de cualquier partido, es la de mantenerse en el poder porque hacía mucho tiempo que no estaba en manos republicanas. La política de inmigración será uno de los puntos cruciales de la agenda de Trump y tarde o temprano tendrá que tomar decisiones, y aquí, señala Díaz-Cardiel, es “donde podría tener problemas, los republicanos no querrán enfadar a sus votantes, sobre todo en las zonas de Texas y Arizona”.
Y tampoco se librará de las iras de sus votantes si no cumple con su palabra, Roy Beck, director de la organización Numbers USA consideraría “un puñal en la espalda” el que no se desmantele el DACA. “Lo que está haciendo Trump es totalmente coherente con lo que ha estado diciendo estos meses, está llevando a cabo la premisa de ‘Americans First’”, aclara Díaz-Cardiel. La promesa de suprimir el DACA ha levantado grandes protestas en el sector de la educación de EEUU, más de 500 presidentes de universidades han firmado un manifiesto para que se mantenga un programa que consideran “imperativo moral y necesidad nacional”.
Los «dreamers» estaban protegidos por una orden de Obama
Fue el proyecto de ley Dream Act el que abrió las aguas de la legalidad a estos jóvenes, un plan que fue aprobado por la Cámara de los Representantes controlada por los demócratas. Ahora las cosas cambian, las Cámaras legislativas están en manos de los republicanos y de Donald Trump como presidente. En una entrevista con la revista Time, el millonario declaraba que trabajará en “algo que hará que la gente esté feliz y orgullosa”. Respuesta encriptada con la que no ha aclarado qué es lo que pasará con los “dreamers”.
Ingresaron en EEUU de la mano de sus padres cuando eran niños, imaginando sin saberlo el “sueño americano”, un sueño que puede quedarse en tierra de nadie si Trump quiere contentar a sus votantes más extremistas.