LA ENCRUCIJADA POLÍTICA

Guindos reclama estabilidad y consensos al Gobierno de Sánchez para ajustar la economía y dar confianza

El BCE desea estabilidad en los Gobiernos para afrontar la situación económica y geopolítica

Guindos advierte al Gobierno de Sánchez de que debe cumplir sin excusas las reglas fiscales de la UE

Sánchez Puigdemont
Pedro Sánchez y Carles Puigdemont.

El vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, reclama al Gobierno español de Pedro Sánchez, «así como a cualquier otro Ejecutivo de la zona euro», que gane en estabilidad para así poder tomar las decisiones oportunas a que está obligado en un momento crítico tanto en términos económicos como geopolíticos. En un pasaje de un encuentro mantenido esta semana en España, que ha pasado inadvertido, el número dos de la institución con sede en Fráncfort aprovechó para mostrar su deseo de que el equipo que dirige el país gane el mayor margen de maniobra posible, a fin de que sea capaz de tomar las decisiones que exigen los nuevos tiempos.

En lo que se refiere a la economía, Guindos se refirió a la reinstauración de las reglas fiscales de la UE, después de varios años de ‘barra libre’ en los que han estado suspendidas para poder afrontar el hundimiento provocado por la pandemia, así como la posterior crisis originada por la invasión de Ucrania a cargo de la Rusia de Putin. La concatenación de ambos sucesos provocó caídas considerables del PIB, un aumento del déficit -que en España alcanzó la cota más alta de la zona euro-, así como un incremento explosivo de la inflación.

En su opinión, ahora, y con el retorno de la vigencia de los parámetros fiscales en la UE, será necesario reducir «de forma prudente y cautelosa» el desequilibrio presupuestario, una circunstancia que, adicionalmente, tendrá la aportación positiva de convencer a los mercados de que esos planes fiscales ayudarán a la sostenibilidad de la deuda pública, que alcanza uno de los niveles más elevados de la Unión.

Durante 2020 y 2021, el BCE intervino masivamente en los mercados adquiriendo deuda de los países, hasta un nivel que en España alcanzó los 120.000 millones por ejercicio. Pero la institución ha cancelado definitivamente la compra de bonos públicos, de acuerdo con la progresiva normalización de las economías y a fin de reducir el abultado balance de la institución, que había llegado a alcanzar un punto crítico.

Este cambio total de paradigma obliga a los estados miembros, y sobre todo a aquellos más endeudados, como es el caso de España, a persuadir a los mercados de la nueva situación y ofrecer programas de ajuste que hagan confiable la compra de deuda pública por parte de los inversores, tanto nacionales como extranjeros, en ausencia del soporte de la autoridad monetaria europea.

A juicio del BCE, es preciso que los gobiernos reduzcan el déficit público para no presionar más alza la deuda, ya que los aumentos del precio del dinero a que se ha visto obligado para contener la inflación han disparado la carga de intereses en los presupuestos de los estados: los tipos de interés han subido en poco más de un año desde el 0% hasta el 4,5%.

Guindos y la estabilidad

Según Guindos, «cuanto más fuerte sea un Gobierno y mayor apoyo social tenga, más fácil será implementar los planes que hay que adoptar, y más eficaces y mayores efectos van a tener, porque, además de los actuales problemas económicos, marcados por un crecimiento muy exiguo, una inflación que todavía está lejos del objetivo del 2%, un crecimiento salarial elevado -por encima del 4%- y una productividad baja, incapaz de absorber el empuje de los costes laborales, la situación geopolítica se ha complicado.

La guerra de Ucrania sigue sin visos de solución y con una creciente debilidad del Gobierno de Kiev ante la intensificación de la ofensiva de Putin; por otro lado, la crisis de Oriente Próximo a cuenta de la guerra de Gaza y de la posible escalada del conflicto tampoco da signos de mejorar a corto plazo, con las repercusiones que ambos escenarios pueden tener sobre el comercio de las materias primas, el precio final de los bienes y servicios o el aumento del coste del crudo -el barril de Brent está por encima de los 80 dólares-.

El problema de las palabras del vicepresidente del BCE es que sus deseos no casan con la realidad, y particularmente en nuestro país. El Gobierno de Sánchez es el más inestable de la historia, y depende, para aprobar sus iniciativas legislativas, de los siete votos ineludibles del partido Junts per Cataluña del prófugo Puigdemont. Y tal respaldo sólo se activará si se aprueba una eventual ley de amnistía que elimine las responsabilidades penales de los participantes en el llamado Procés.

Adicionalmente, ha surgido una crisis inesperada dentro del propio Partido Socialista que dirige el Gobierno a cuenta del conocido como ‘caso Koldo’, que de momento ha provocado el pase al Grupo Mixto del anterior hombre de confianza de Sánchez, ex ministro de Fomento y ex secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, cuyo voto será crucial para sacar adelante cualquier iniciativa legislativa. Y el escándalo, que sigue en pleno apogeo, afecta a otros miembros socialistas importantes como Francina Armengol, la actual presidenta del Parlamento, ministros como Marlaska o Víctor Torres, así como al número tres del partido y hombre de confianza de Sánchez Santos Cerdán.

En estas condiciones, todos los puentes con la oposición que representa el Partido Popular están completamente rotos, y a años luz del escenario de estabilidad y de consenso que plantea Guindos.

Sánchez y Von der Leyen
Sánchez y Von der Leyen con las reglas fiscales de la UE como fondo del debate. (Foto: EP)

Este cúmulo de circunstancias dibuja un escenario endiablado para promover la estabilidad y suscitar los consensos que ha reclamado Guindos, y que serían trascendentales para aprobar unos presupuestos coherentes con las reglas fiscales, de modo que suscitaran la confianza del conjunto de los agentes económicos y de los mercados financieros.

Pero, aunque con una intensidad y un tono menor, la situación en muchos países de Europa está también lejos del clima de estabilidad política que exigen los nuevos desafíos económicos y políticos de los que habla Guindos. La popularidad del gobierno alemán del canciller Sholz retrocede aceleradamente, con un gabinete muy dividido entre socialistas, liberales y ecologistas incapaz de tomar medidas de calado y acosado en los sondeos por la progresión imparable de los partidos de extrema derecha.  Países Bajos lleva meses sin formar gobierno tras las últimas elecciones, y el Ejecutivo del francés Macron tampoco goza de buena salud, asediado por el conflicto de los agricultores, con el partido de Marine Le Pen pegado en las encuestas y problemas de interlocución con sus colegas comunitarios sobre el conflicto de Ucrania.

 

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