España sigue a la cola del gasto militar en defensa en la OTAN tras tres años de guerra en Ucrania
El PSOE podría verse obligado a pactar con el PP esta semana para alcanzar el 2% antes de 2029

España, rezagada tanto de la Unión Europea (UE) como en la OTAN en cuanto al gasto en Defensa, busca tirar de todas las vías para acelerar su presupuesto y cumplir con el nuevo plan de rearme de Bruselas, que fija como objetivo 800.000 millones.
El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, reveló la semana pasada su nuevo compromiso de gastar en Defensa el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) antes de 2029, lejos aún del 5% que demanda Donald Trump. No obstante, el Ejecutivo, que se encuentra a la deriva del límite presupuestario, aún no ha adelantado cantidad alguna de lo que puede suponer esa inversión ni las plazas para llegar al mínimo que exige la Alianza Atlántica. En cambio, Bélgica, otro miembro que aportó tan sólo el 1,3% del PIB a este esfuerzo militar en 2024, sí ha detallado una hoja de ruta ante la Comisión Europea, y ha fijado el verano como fecha límite para cumplir con ese 2%.
El Gobierno, a diferencia tanto de sus homólogos comunitarios como sus socios de la OTAN, es el país que menos gasta en defensa. La inversión en los recursos militares históricamente ha caído por debajo del objetivo del 2%. En el último año, el Gobierno sólo destinó un 1,28% del crecimiento económico al gasto en material militar, lo que equivale a 17.523 millones de euros.
Además, el Gobierno adelantó a finales de febrero que sólo previa incrementar ese presupuesto hasta el 1,32% (21.198 millones de euros) de cara a 2025, muy lejos de ese objetivo. Para 2026, esa cifra sube al 1,49% (24.685 millones) y en 2027 al 1,66% (28.503 millones), hasta tocar el 2%, lo que equivaldría a 36.560 millones destinados a la industria militar para 2029, según datos del Ministerio de Defensa.
Aunque el PP ha asegurado al PSOE que no repartirá un «cheque en blanco» para acelerar el rearme español, han dejado claro su compromiso de elevar el gasto, incluso por encima del 2% hasta el 3%.
Mientras España busca cumplir con ese codiciado 2% los próximos cuatro años, otros países han empezado a apostar muy por encima de ese objetivo para apoyar el rearme del Viejo Continente de forma inmediata. Alemania, país caracterizado por su austeridad fiscal y su techo de deuda constitucional, ha abierto la puerta a reformar su déficit de inversión, y propone disparar en un 13% su deuda a cinco años. El canciller entrante, Friedrich Merz, ha puesto sobre la mesa una relajación fiscal que es atípico a la postura de Berlín, y pretende destinar 620.000 millones de euros para financiar este nuevo apetito militar, además de inyectar nuevas infraestructuras al país.
Aunque los socios del bloque común han gastado en menor medida, en comparación a Washington, el presupuesto de Bruselas ha ido incrementando por décimo año consecutivo. Los miembros del bloque comunitario dispararon su gasto en armas en un 30% en los últimos tres años, según datos de la Comisión Europea.
Dicho esto, el Viejo Continente cuenta con un panorama de seguridad diversa al de Estados Unidos, que destinó un 3,4% de su PIB al gasto militar y cuenta con gigantes de la industria militar como Lockheed Martin y Boeing en su cartera. En cambio, las cotizadas de defensa europeas son más dependientes al gasto por parte de sus Gobiernos, que en inversores privados.
Para ilustrarlo en cifras concretas, el 85% de los ingresos del fabricante alemán de armas, Hensoldt al cierre de 2023, vinieron de contratos con Gobiernos europeos. Le sigue la alemana, Rheinmetall, con un 64,26% de sus ingresos, la italiana, Leonardo (42,47%) y BAE Systems, con 36,3%, según datos de Vertical Research Partner.