Los economistas denuncian el fiasco de la rebaja del IVA: no reprime la inflación, sólo la traslada al futuro
Los economistas son muy críticos con las consecuencias que tendrá la rebaja del IVA de algunos productos. Estas ya se están comprobando por ejemplo con la bonificación general de veinte céntimos del precio de venta al público de los carburantes, que en cuanto se ha eliminado ha empujado la inflación hasta en tres décimas el pasado mes de enero. Y lo mismo sucederá con la reducción del IVA a determinados productos de la cesta de la compra. El resultado de lo que ha ocurrido con las gasolinas demuestra que la represión artificial en el crecimiento de los precios acaba trasladándose al futuro una vez que se eliminan los incentivos, algo que sucederá tarde o temprano.
La mayoría de los expertos consultados, desde Valentí Pich, presidente del Consejo General de Economistas, a Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos, Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente de la consultora Freemarket o Manuel Balmaseda, responsable de estudios de Cemex, piensa que jamás se debería haber aprobado la rebaja del precio de los carburantes. Y en esto coinciden plenamente con las recomendaciones de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo. Ambas instituciones han recomendado repetidamente a los gobiernos que las ayudas públicas para paliar los efectos de la crisis entre los particulares no sean indiscriminadas y se concentren exclusivamente en los tramos de renta más bajos y en la gente en situación más precaria.
Su opinión es la misma sobre la rebaja del IVA de algunos productos de consumo: tiene un impacto sobre la inflación presente muy residual, que se acabará dando la vuelta en cuanto comiencen a desaparecer los estímulos. Adicionalmente, este recorte de impuestos sobre el consumo adolece del mismo defecto que los que tuvo la bonificación de los carburantes: benefician más a las clases medias y altas, que consumen más, aunque el peso de la cesta de la compra en relación con el conjunto de sus gastos sea menor. «Toda esta serie de medidas está en realidad escondiendo el empobrecimiento súbito de la sociedad como consecuencia de la crisis e impide la debida adaptación de los consumidores a la nueva situación», señala Balmaseda.
Al mismo tiempo, las iniciativas van en la dirección contraria a la estrategia de política monetaria iniciada por el BCE a partir de julio pasado, cuando comenzó a subir los tipos de interés ininterrumpidamente hasta el nivel del 3% actual con el fin de detener la espiral de precios y conducir la inflación lo más rápidamente posible a la cota del 2% a la que está obligada de acuerdo con sus estatutos y el Tratado de la Unión Europea. «Si se rebajan los impuestos indirectos y los especiales, lo que se está haciendo es sostener artificialmente la demanda, que es justamente lo contrario de lo que pretende el banco emisor», añade Bernaldo de Quirós.
Esta es la opinión que ha sostenido repetidamente el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, al señalar que si la política fiscal se opone o contradice la política monetaria, las subidas de tipos serán más intensas y prolongadas de lo que sería necesario en el caso de que las acciones de los gobiernos y de la institución con sede en Fráncfort estuvieran alineadas. De momento, la presidenta Christine Lagarde ya ha anunciado que en la próxima reunión de marzo el precio oficial del dinero volverá a subir medio punto, hasta situarse en el 3,5%, y los llamados ‘halcones’ -partidarios del rigor monetario máximo-, cuyo discurso es ahora el dominante en la entidad pugnan para que los tipos sigan subiendo progresivamente hasta que haya signos evidentes de que la inflación está cediendo de manera consistente.
La tasa de inflación bajó dos décimas en enero en relación al mes anterior, pero su tasa interanual se elevó dos décimas, hasta el 5,9%, por el mayor precio de los carburantes, de los servicios de telefonía y del vestido y el calzado, según los datos del Índice de Precios de Consumo (IPC) definitivos publicados el pasado miércoles por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La inflación interanual definitiva de enero es una décima superior a la avanzada a finales del mes pasado, cuando el INE apuntó a una tasa del 5,8%, mientras que la rebaja mensual finalmente ha sido de dos décimas, frente al recorte de tres décimas estimado inicialmente. Con la subida registrada en el primer mes de 2023, la inflación rompe con cinco meses consecutivos de descensos en su tasa interanual, en los que llegó a bajar más de cinco puntos.
Los economistas pronostican que dada la resistencia que está mostrando el índice subyacente, que no tiene en cuenta los alimentos sin elaborar y la energía para descartar su volatilidad, y que está agarrada a la cota del 7,5%, será muy difícil lograr revertir la tasa general de inflación por debajo del 4% a partir del segundo semestre del año.