Los economistas avisan de que la mitad del alza de precios ya es estructural y temen que no bajen
El Índice de Precios de Consumo (IPC) ha registrado un aumento de su tasa interanual de seis décimas hasta el 10,8%, su nivel más alto desde septiembre de 1984, según los datos avanzados publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una cifra que preocupa a los economistas porque la mitad ya se debe a problemas estructurales de la economía y no coyunturales como vende el Gobierno de Pedro Sánchez, que continúa culpando a «la guerra de Putin» de la inflación desbocada en España.
Así lo ha explicado el presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas (CGE), Antonio Pedraza, en conversaciones con este diario, que ha señalado que el «entre un 4% y 5% del total del Índice de Precios al Consumo (IPC) se trata ya de un problema estructural de la economía y no coyuntural, esto es que no se debe al contexto generado por el impacto de la invasión rusa de Ucrania, y es lo que está provocando que la inflación esté registrando tasas mayores en España que en el resto de Europa».
La inflación estructural es la situación en la que se produce un incremento de los precios por la presencia de fallas en la estructura productiva del territorio, esto es por problemas propios de la economía española. Fallas que, dicho sea de paso, pueden producir ese incremento en determinados precios, así como extenderlo a todos los bienes producidos por el tejido productivo del país.
Hablamos de inflación estructural cuando se observa un claro crecimiento de los precios, estando estos motivados por una elevación desigual de la demanda o los costes de producción en un sector específico, aunque la demanda y la oferta en otros sectores sigan en equilibrio.
«Los economistas estructuralistas defienden que la inflación no es un fenómeno monetario, sino que es el resultado de desequilibrios reales en la estructura productiva. Estos equilibrios, aseguran, acaban convirtiéndose en fuertes subidas generales de los precios y que pueden no bajar en el largo plazo», concreta Pedraza.
Inflación subyacente
El INE incorpora en el avance de datos del IPC una estimación de la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos), que aumentó en julio seis décimas, hasta el 6,1%, su valor más alto desde enero de 1993. De este modo, la subyacente se sitúa 4,7 puntos por debajo de la tasa del IPC general.
Un aumento de la subyacente que se traduce en un mal síntoma, ya que refleja el alto riesgo de que la inflación se termine por incrustar en la economía española. Esto es, que los altos precios del grueso de la cesta de la compra, excluida la energía y los alimentos no elaborados, se mantengan.