Cuidado con tu próxima compra: la OCU destapa las estrategias ocultas de los supermercados


En los últimos meses, hacer la compra se ha convertido en una actividad que requiere más estrategia que nunca. La inflación no da tregua y, día a día, vemos cómo los productos básicos de nuestra despensa (como el pan, el aceite de oliva, los huevos o incluso el café de cada mañana) suben de precio constantemente. Ante esta situación, muchas familias se esfuerzan por controlar su presupuesto, comparando precios y buscando las mejores ofertas. Sin embargo, lo que muchos no saben es que, a pesar de sus esfuerzos, los supermercados siempre están un paso por delante, aplicando una serie de tácticas muy calculadas para que gastemos más dinero sin darnos cuenta, tal y como revela la OCU.
Entrar a un supermercado es, en realidad, entrar en un escenario cuidadosamente diseñado para influir en nuestras decisiones. Nada está colocado al azar. Desde la música ambiental hasta la disposición de las estanterías, cada detalle busca provocar un determinado comportamiento en el consumidor. Por ejemplo, ¿te has preguntado por qué los carritos de la compra son tan grandes? No es una cuestión de comodidad: el objetivo es que parezca que llevas poco y sigas añadiendo productos. Si el carrito se ve medio vacío, sentimos que todavía «nos falta algo».
Trampas psicológicas de los supermercados según la OCU
Uno de los recursos más eficaces que utilizan los supermercados es colocar las promociones en lugares clave. Muchos clientes piensan que ir en busca de ofertas es una buena forma de ahorrar. Y aunque en parte es cierto, hay que tener cuidado: esos «chollos» suelen estar colocados en zonas diseñadas para que recorras pasillos enteros, donde la exposición a otros productos aumenta el gasto total.
Además, muchas ofertas están calculadas para fomenta la compra impulsiva. Los famosos «3×2», por ejemplo, pueden hacernos gastar más de lo necesario sólo por sentir que estamos aprovechando una oportunidad. La OCU destaca que, en muchos casos, estos descuentos nos hacen comprar en exceso productos que quizá no consumamos a tiempo, lo cual es un gasto innecesario… o incluso un desperdicio.
El poder de la altura
Una de las estrategias más y efectivas que aplican los supermercados tiene que ver con la colocación de los productos en las estanterías, tal y como señala la OCU. No es casual que, al nivel de los ojos, se encuentren los artículos más caros o aquellos que reportan mayores beneficios para el establecimiento.
Esta ubicación capta automáticamente nuestra atención y, sin pensarlo demasiado, tendemos a elegirlos por simple comodidad visual. En cambio, las opciones más baratas o marcas blancas suelen situarse en los estantes inferiores o en rincones menos visibles, obligando al cliente a agacharse.
Este mismo principio se aplica a los productos destinados al público infantil. Chocolatinas, cereales azucarados, golosinas y juguetes pequeños suelen estar colocados a la altura de los ojos de los más pequeños. La idea es que los vean fácilmente, se sientan atraídos y pidan a sus padres que los compren. Así, el supermercado no sólo influye en los adultos, sino también en los niños.
Marketing sensorial
¿Alguna vez has notado el olor a pan recién hecho al entrar en un supermercado? No siempre proviene de la panadería del establecimiento. A veces, se utilizan difusores de aroma que replican esos olores para abrir el apetito y hacernos sentir más cómodos. Esto, junto con una iluminación suave y una música tranquila, genera un ambiente que nos invita a quedarnos más tiempo… y cuanto más tiempo pasamos, más compramos.
Está demostrado que una estancia prolongada dentro del establecimiento está directamente relacionada con un mayor gasto. El objetivo no es que entres, compres y salgas rápido. Todo está diseñado para que te quedes y termines gastando más de lo previsto.
Productos ‘gancho’
Otra táctica común es el uso de productos «gancho»: artículos con un precio muy atractivo, pero colocados estratégicamente junto a otros más caros. Esto se hace para atraer al cliente con la promesa de un ahorro, pero al final, la compra termina siendo más cara. Es habitual ver, por ejemplo, una promoción llamativa de pasta junto a salsas gourmet o quesos importados. Es fácil caer en la lógica de: «ya que compro esto barato, puedo darme el lujo con lo otro».
Lo mismo ocurre con las cajas registradoras. Allí se colocan productos pequeños pero de precio elevado: chocolates, pilas, chicles, revistas… Son artículos que se compran por impulso, sin pensar demasiado. Y como estás esperando tu turno, los tienes frente a ti justo el tiempo necesario para caer en la tentación.
La principal recomendación de la OCU ante las estrategias de los supermercados es tan sencilla como efectiva: planifica antes de salir de casa. Hacer una lista de la compra y apegarse estrictamente a ella puede marcar una gran diferencia. Antes de salir, revisa qué productos tienes en casa y apunta únicamente lo que realmente necesitas.
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